Now or Never
Sinopsis de la película
A una pobre niña sus ricachones padres no le hacen ningún caso. Compadecida, la niñera se la lleva en un breve viaje para ver a su novio sin que lo sepan los despreocupados papás. Pero, casualidades de la vida, el tren en el que viajan los novios (él sin billete, por cierto), está ocupado también por el padre, por motivos de trabajo. Así que el viajero sin billete debe hacerse cargo de la niña.
Detalles de la película
- Titulo Original: Now or Never
- Año: 1921
- Duración: 35
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Opinión de la crítica
Película
6.7
55 valoraciones en total
Antes que Lee Marvin viajara en los bajos del tren en El emperador del Norte el genio del humor lo hizo mucho antes y con más gracia. La pequeña diferencia es que el de las gafas sin cristales lo hacía por amor. Viajar con una novia y con una niña encantadora en el tren no es nada fácil y además muy complicado. Harold es un tío muy servicial ya que lo mismo te hace de camarero que viste a la criatura. Un simple globo en las manos de Harold Lloyd es sinónimo de genialidad. Y si dicho globo lo pinta será la bomba que le explote en los morros.
70/03(03/02/21) Me he acercado a ver este cortometraje de poco más de media hora por que cumple un siglo desde su estreno (27/03/2021), y soy un fan del cómico Harold Lloyd, el considerado tercero en discordia entre los reyes del género en la época muda junto a Chaplin y Keaton. Me he encontrado con una cinta desigual, donde a pesar de encadenar algunos buenos gags, apenas un par llevan parte de la excelencia que se le exige al artista de Nebraska, sumándose a un guión que no aguanta el mínimo análisis en sus atropellos a la razón, sintiéndose todo una vaga excusa para entrelazar momentos de humor. Dirigido por Hal Roach y Fred C. Newmeyer que parte de una idea rocambolesca en que una niñera (Mildred Davis, posteriormente esposa de Lloyd) de una hija (deliciosa Anna Mae Bilson) de ricachones que decide furtivamente llevarse a la niñita de viaje a ver a su novio (Lloyd), y este sin saberse porque parece en escena con coche cual cohete surcando poblaciones atestadas de gente. Lo mejor es su feroz ritmo, donde una situación se engancha a la siguiente, qué más da que fluidamente sean torpes, lo importante es trasladarte un estado de ánimo alegre, un pasatiempo cargado de ligereza. Donde en su arranque parece apuntar a como la sociedad alta desatiende en su hedonismo decadente a sus retoños, pero esto solo se roza, pues lo importante es sacarte una sonrisa con las acrobacias e imaginativas escenas. Dejándote un buen sabor de boca, pero sin llegar a calarte como si lo ha hecho en otras ocasiones. No generándote tensión o intensidad alguna, pues el Lloyd de esta película es un arquetipo sin personalidad ni objetivo alguno. No hay sensación de romanticismo alguno entre una pareja que se mantiene separada la prácticamente totalidad del metraje (no se sabe el empeño de ella por estar con su jefe).
El primer gag es ver a Lloyd surcar un camino con un auto cual bólido de carreras, arrasando todo lo que se cruza, esto igual en su momento causó risas, ahora me deja frío. Atraviesa un granero y cuando sale tiene a un tipo en lo alto del capó, piensa es el dueño del granero y le da todo el dinero que tiene para compensarlo, el tipo se marcha, cuando aparece el que realmente es el dueño con una escopeta, Lloy se escabulle pues no tiene ya dinero, se esconde bajo un montón de paja, el dueño lo encuentra y le dispara en el trasero, pero incomprensiblemente apenas le hace más daño que una palmada en las nalgas (¿?). Lloyd consigue correr tras el tipo (un vagabundo) al que ha dado la plata, este se monta en marcha en un tren, pero lo hace en vez de en un vagón, se engancha en los bajos (¿?), allí consigue asirse Lloyd, comenzando una batalla por recuperar su dinero, este es uno de los grandes momentos de la cinta, vibrante en su recreación, con mucha fisicidad, muy divertido. Gran parte del minutaje acontece en el tren de pasajeros donde se cuela Lloyd y donde se encuentra sin comerlo ni beberlo con la niñita Dolly que le encasqueta su novia. Es con ella que se dan gags entrañables, como es el tramo con las literas del tren para dormir con cortinas, que me recuerdan indefectiblemente a escenas similares de la gran película de Billy Wilder Some like it hot (1959), incluso se tira del freno de emergencia, seguro que el cineasta austriaco estuvo influenciado por este corto. Tiene gags de una mueca de apenas una sonrisa con un par de borrachos (lo mejor en esto es cuando uno de los ebrios le pregunta al otro por la hora, mira el reloj y el ingenioso intertítulo pone que dice ‘Martes’), cuando se lava los dientes con espuma de afeitar, con su tierna relación con la niñita, cuando tiene ella el antojo a medianoche de un vaso de leche y el modo drástico de remediarlo él, como la viste vergonzosamente (ingenioso como la embulle en el vestido), como debe huir del revisor pues no tiene billete, esto acabando en otros de los puntos fuertes, como es Lloyd subido en el techo del tren con este en marcha, siendo en esto el zenit cuando van a atravesar un túnel y vemos a Lloyd corriendo en dirección contraria para no ser segado por el conducto.
Lloyd en este corto se destapa con un personaje un tanto díscolo/bad-ass, corre con su auto cometiendo numerosos daños, roba un billete de tren, o como cuida a la niñita sin pedir ayuda.
Me queda un corto ameno, pero menor en la trayectoria de Harold Lloyd. Fuerza y honor!!!
PD. A qué viene ese título tan tonto y sin apre3nte referencia a nada que pase en el metraje: Now or never.
En el epílogo de sus cortometrajes tenemos a Lloyd haciéndose cargo de una tierna niñita de seis años y metiéndose en todos los berenjenales posibles. Se trata de un corto muy entretenido en el que el muchacho agradable de gomina y gafas de pasta exhibe su vitalidad arrolladora jugándose el tipo una vez más (esta vez encima y debajo de un tren) y dejándonos un montón de gags realmente brillantes e ingeniosos.
Pues qué quieren que les diga, ésta no será una de sus indiscutibles joyas pero una peli del gafitas es una peli del gafitas.
! Qué me importa el argumento!. Media hora de gags del más feliz de los hombres. Ese que que no se amilana ante nada porque todo tiene solución.
Y aquí su personalidad ya está definida claro que sí. Como si viajar sin billete fuera un problema para él.¿ Que la niña quiere leche?. Pues se para el tren, se busca una vaca y solucionado. ¿ Y vestirla?. ! Bah, no es más difícil que montar un mueble del Ikea y si sobran algunas piezas qué más da…
El gafitas se mete en líos pero tiene mil recursos y aunque, a veces, la peligrosidad de la situación le haga subir el corazón a la garganta, su fe inquebrantable en sí mismo conseguirá salvarle.
Encima del tren, debajo del tren, entre los vagones o en los baños…, al son de la alegre música, el animoso muchacho nos deleitará con la pura alegría de vivir. Con Harold Lloyd sí que tenías la sensación de que el mundo era un lugar muy bueno para vivir. En el gafitas no hay sombra de drama. Nada. Cero. Los problemas, los peligros e incluso la violencia es alegre.
Estoy de acuerdo en que esta es una obra menor con argumento flojo pero, aún así, la sonrisa en tu cara la tienes garantizada y la alegría del alma también. Ya me perdonaréis que lo premie ¿no?