Noche y día
Sinopsis de la película
Biopic sobre el famoso compositor de los años veinte Cole Porter, cuya vida estuvo llena de momentos dramáticos y memorables, desde su graduación en la Universidad de Yale hasta que alcanzó el éxito mundial.
Detalles de la película
- Titulo Original: Night and Day
- Año: 1946
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
6
37 valoraciones en total
En la gran polaridad de la existencia, la noche y el día, son un símbolo perfecto para asemejar la esencia humana. El hombre tiene un lado de luz y otro de oscuridad (virtudes y falencias, o mejor, cualidades y oportunidades de mejoramiento). Esta sombra –siempre a la espera de que la colmemos de luz- es la que nos retiene en el planeta tierra viviendo la experiencia humana que nos abrirá, o cerrará temporalmente, el regreso definitivo a nuestra verdadera esencia.
Pero, en ocasiones, el cine se olvida de que la noche y el día (aunque se use en el título) hacen parte de la integralidad de todos los seres con aliento y, sin recato alguno, le hace el juego a la exultación sesgada de ciertos personajes que sobresalieron en el arte, la ciencia, la política… Esto significa reflejar media verdad porque, dejando de lado su polo oscuro, se afana por rescatar –casi siempre mejorándolo- su lado amable, ejemplarizante y creativo. Por supuesto, se incluirán fracasos, pero quedará sentado como salieron avante con la mayor dignidad, se dramatizará cuando menos una desgracia por la que pasaron, pero se nos hará ver que lograron trascenderla con la mayor altura. Y claro, se modificarán algunos hechos para hacerlos más interesantes de lo que en realidad fueron, y se le pondrá color y encanto a lo que, quizás, fue mucho más simple cuando sucedió.
Esto, siento yo, es objetable en la medida que idealiza, y santifica, a un ser que, no por tener un valioso talento, fue menos humano que el resto de sus congéneres. Por lo demás, tales retoques uno los validaría si con esto se lograra recrear un personaje más interesante y significativo, pero, en el filme que nos ocupa, ni siquiera se logró este cometido no obstante que una decena de escritores manosearon el argumento.
Y, en detrimento del rodaje, Cary Grant se entrometió cuanto pudo para que el guión se modificara a su antojo, hubo serios desacuerdos con Cole Porter y con el cinematografista Ernest Haller, y todo se le complicó a tal punto al director húngaro Michael Curtiz que, por única vez en su brillante carrera, tiró la toalla y las escenas que faltaba dirigir con Grant, le fueron encomendadas a James Leicester. De ahí que se note fácilmente que, el preciosismo visual con el que arranca la película, muy pronto se esfuma para dar paso a un fuerte desgano donde, el personaje central, ni mueve ni conmueve y, en general, la historia resulta tan plana y sin sorpresas, que entendemos a Porter cuando, al salir de la premiere, exclamó: Si pude sobrevivir a esto, puedo sobrevivir a cualquier cosa.
Pero, ¡como es la vida! Ni siquiera sus vulgares coreografías, ni su exceso de canciones de poca monta, ni el puñado de clisés del comúnmente fatigoso género musical, lograron ahuyentar a un público que desembolsó la bicoca de ¡tres millones de dólares! en las taquillas… y estábamos en 1946.
Es una ley comercial: Hazlo de la manera más burda y tendrás altas probabilidades de triunfar.
Tenía muchas ganas de ver esta película, una de las favoritas de mi madre lo que no dice demasiado en su favor, pero reconozco que su visión pese a lo grato de su sabor retro, su aliento camp y a la contundencia que proporcionaba el sistema de estudios, ha sido cuanto menos decepcionante.
Michael Curtiz no solo no está dotado para el musical, tampoco parece estarlo para el melodrama y ni siquiera para el biopic. El resultado es un híbrido sin gracia, en el que todo resulta forzado e inverosimil y al que solo dota de auténtica categoría su banda sonora, que además es destrozada sin piedad en el estático número final interpretando la inconmensurable begin the begine con una versión absolutamente horrorosa en lo musical y hortera en lo visual.
Por otro lado Cary Grant resulta un Cole Porter imposible, de una estolidez que hace añorar cualquiera de su interpretaciones en otras películas por flojo que estuviera y Alexis Smith se dedica a pasearse languidamente por la cinta demostrando la clase que tiene y lo estupenda que es… Un despropósito que solo mueve a la indulgencia la presencia de Monty Woolley, una chispeante Ginny Simms y una inusual Jane Wyman capaz de protagonizar los escasos momentos en que la película tiene un cierto encanto.
Y no es que se trate de que la biografía de Porter esté totalmente falseada (para acercarse al personaje ya está la excelente De Lovely) si no que todo aparece viejo, acartonado, sin vida, sin verosimilitud, sin garra… Y en cuanto a los números musicales solo se puede decir siendo piadoso que son discretos, aunque la excelente fotografía en brillantes colorines, lo envuelva todo y le de un aparente empaque tras el cual se esconde el más absoluto de los vacios. Una lástima, por que esta podía haber sido una gran película y así tan solo queda relegada a un ejemplo de solidez típica de las grandes superproducciones de la época, lo cual no es poco pero tampoco es demasiado.