Nacidas para sufrir
Sinopsis de la película
La tía Flora, de 72 años, es una solterona que vive en un pueblo pequeño y que siempre ha cuidado de sus familiares. Su única hermana murió muy joven y dejó tres huérfanas de las que también tuvo que ocuparse. Pero las niñas crecieron y se fueron del pueblo. Flora sabe que pronto llegará el momento en que tengan que cuidar de ella y teme que la lleven a la residencia donde trabaja una de ellas. Su única salvación es Purita, una chica que la ha ayudado a cuidar de sus ancianos parientes, y que es la única con la que se siente en familia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Nacidas para sufrir
- Año: 2009
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
6.2
26 valoraciones en total
Tragicomedia negra, muy negra, que avanza hacia el drama. Un guión trufado de cuchillos afilados, como la guadaña que usa la singular pareja femenina, para mostrarte crudamente el miedo a la soledad en la vejez ante la enfermedad, el apego a las paredes que te han visto crecer antes de morir, lo frío que puede ser el matrimonio (papeles que dan seguridad a ambas partes), el falso amor disfrazado de bondad pero cruel, muy cruel. Historia de extremos sadomasoquistas, de manipuladores, de sumisos acomplejados y temerosos, que a pesar de la caricatura sirve para reflexionar sobre la propia actitud en la vida en pareja. Retrato de una España que todavía existe, rural, de mujeres solitarias que trabajan de sol a sol , de pueblos que son el centro del mundo para sus habitantes, tradicional pero también moderna. No es una película de personajes simplones, especialmente la anciana Flora, a veces entrañable, a veces odiosa. Y te la crees. Y te molesta encontrar en ti mismo lo feo de ella.
Nacidas para sufrir es una comedia dramática cuyas protagonistas son la vieja Flora, solterona de 72 años, y su criada Purita, dos pobres mujeres que se han pasado toda la vida trabajando y sacrificándose por los demás y que viven en un pueblo de la España profunda.
Flora (Petra Martínez) y Purita (Adriana Ozores) protagonizan un melodrama de amor, humor, pasión, intereses, celos, represión y sorprendentes descubrimientos emocionales con enorme realismo, gracias también a unos papeles escritos magistralmente. Protagonistas y secundarios son retratados con certeras pinceladas, matizadas lo suficiente para que el desarrollo que despliegan secuencia tras secuencia revelen una veraz complejidad, pasando de la comedia más pura al drama más profundo, de la sonrisa abierta a la reflexión más heladora.
Nacidas para sufrir es también una historia que quiere recuperar la tradición del humor negro y costumbrista de las comedias en blanco y negro de la España de los 60 de Berlanga, Ferreri o Forqué, con guiones del inigualable Rafael Azcona, pero trasladando esa forma de mirar la realidad a la época actual. La protagonista es una mujer de pueblo ya entrada en años cuyo objetivo es el mismo que en esos clásicos interpretados por Pepe Isbert, es decir asegurarse el bienestar en su vejez teniendo a alguien que la cuide y enfrentándose a todos con tal de conseguir su objetivo.
El tratamiento visual de Nacidas para sufrir utiliza como modelo esas antiguas comedias españolas pero lo que en éstas era un realismo descarnado gracias al blanco y negro, con sus encuadres tan amplios y sus planos tan largos, aquí, con un planteamiento similar de puesta en escena y cámara, se convierte gracias a la fotografía en color en un film con aire de cuento intemporal, contrastando los interiores tenebrosos de la precaria vida de las protagonistas con los luminosos exteriores del campo y las noches de verbena.
Gran trabajo de las actrices protagonistas y de las secundarias, sobresaliendo sobremanera una maravillosa Adriana Ozores.
Más que como una historia, yo me he tomado esta película como un retrato. Un retrato de esa gente que va por la vida vanagloriándose de su bondad, de su sacrificio desinteresado por los demás, de lo puta que ha sido la vida con él/ella, y todo con el fin de disfrazar (consciente o inconscientemente) su profundo egoísmo, falta de autoestima y/o maldad. Y un retrato de cómo la gente de este tipo consigue que quienes les ayudan desinteresadamente y les quieren acaben destrozados psicológicamente, sintiéndose ellos los malos, los locos, los que hacen daño.
Grandes interpretaciones para este retrato sobre vampiros emocionales, sus víctimas y aquella gente que sabe reaccionar a tiempo ante ellos.
Valoro la originalidad del planteamiento, ya que aquí se habla de cosas muy comunes y cotidianas, y duras y chungas, pero desde otro prisma. Al fin y al cabo, el matrimonio es la herramienta usada ancestralmente para agarrar en corto a tu presa, sea quien sea. Y, por supuesto, no es una herramienta infalible, ya que no te libra nadie de que a tu presa se la lleve cualquier otra persona de tu condición. Esto es así, de toda la vida.
La peli también nos habla de ese egoísmo salvaje e hipócrita que han ejercido, sobre todo, las señoras mayores sobre las mujeres más jóvenes de su familia. Dar a este hecho un ámbito rural es un acierto, ya que hoy en día suena un poco arcaico, pero sigue sucediendo en lugares más arraigados a las tradiciones que las ciudades, que son un cachondeo.
Todo esto está muy bien, pero la peli fracasa en conjunto, a mi entender, por dos cosas:
-No se puede querer hacer una comedia donde los personajes se pasen casi todo el metraje llorando. No tiene ni puñetera gracia.
-Ya que la situación está tan bien desarrollada y ambientada, deberían de haber hecho lo mismo con los personajes, que de estereotipados dan pena.
Lo mejor: Adriana Ozores, como casi siempre.
El retrato de los personajes, de todos ellos, es tan real como el tópico la vida misma . Por desgracia, el egoismo se apodera de algunos seres humanos hasta el punto en el que narra la cinta. Para muchos espectadores será familiar la narración cinematográfica, para otros, más alejados , poco creíble. Sin embargo, es así de crudo, y aunque todo condensado, como en esta película, la realidad, a veces, más dilatada en el transcurso de los acontecimientos y situaciones, supera la ficción . Se agradece el toque humoristico.