Murieron con las botas puestas
Sinopsis de la película
George Custer (Errol Flynn) llega a la Academia de West Point lleno de arrogancia y vanidad. Aunque su carácter indisciplinado le ocasionará numerosos problemas con sus superiores, debido a la acuciante necesidad de oficiales para la Guerra de Secesión (1861-1865), es enviado al frente. Terminada la guerra, se casa con Beth (Olivia de Havilland), pero pronto le asignan un nuevo destino: la guerra contra los indios. Al frente del Séptimo de Caballería, el Coronel Custer se enfrentará a los indios de Caballo Loco (Anthony Quinn) en la batalla de Little Big Horn (Montana, 1876).
Detalles de la película
- Titulo Original: They Died with their Boots On
- Año: 1941
- Duración: 138
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Opinión de la crítica
7.3
34 valoraciones en total
Dos leyendas nos ofrecen en esta hermosa cinta. El aventurero de Tasmania, Errol Flynn y el personaje interpretado por el australiano en esta ocasión. El general Custer.
¿ Quien mejor que Flynn para darle vida al rebelde militar?, ya que aparte le dio al personaje la apostura y presencia propia de Errol.
Errol flynn fue en si una leyenda… formando parte de la séptima de los magníficos galanes cotizados por excelencia que no volverán. Al pensar en esto, experimento una extraña sensación, una mezcla de alegría, y nostalgia, una especie de dulce melancolía.
¡Los siete magníficos! Ronald Colman, Humprey Bogart, Tyron Power, Gary Cooper, Cary Grant, Clark Gable y Errol Flynn. Todos han desaparecido, cayendo al paso del tiempo como en la batalla de Litle Big Horn, pero al igual que el celebre general Custer son en realidad inmortales, ¡viven en la mente cinética! De los que adoramos el cine.
En algunas ocasiones -no tan frecuentemente como algunos creen-, el arte puede rectificar la historia y crear una imagen que tiene más fuerza que la verídica. Eso pasa con el cantar de gesta, y más concretamente con el Poema de Mío Cid. Otro de esos escasos milagros ocurre con Murieron con las botas puestas, George Armstrong Custer ya no será nunca él, es Errol Flyn, un actor que nació para interpretar este papel.
Rodada en la época dorada de la Warner (por favor no es de la Metro, cámbienlo) por el mismo productor de Casablanca, Murieron con las botas puestas representa como pocas el apogeo del cine de estudio donde un grupo de profesionales cumplía su trabajo de forma eficiente. Ahora todos quieren ser artistas y hacer cine de autor.
Entre ellos tenemos al director, un Raoul Walsh, en una de sus grandes películas de siempre, que hace una obra tan buena que hasta el mismísimo John Ford tuvo que copiarle en muchos sentidos en Fort Apache. Por cierto que el fotógrafo de esta película, era el habitual colaborador también de Ford. El caso es que Walsh homenajea a su maestro David W. Griffith, brindándonos un espectáculo con mayúsculas.
Muchas veces hablamos de química entre los protagonistas, tonterías, esa palabra hay reservarla para lo que vemos aquí entre Errol Flynn y Olivia de Havilland, su última escena de despedida forma parte de los momentos más románticos de la historia del cine. Inolvidable. Pero también el Garryowen y varias escenas más.
Pero es que además es una película que transmite una emoción y una viveza increíbles, con un ritmo que no decae en ningún momento (en dos horas y veinte minutos), es lo que llaman los americanos una película física, y con una fe en el hombre verdaderamente extraordinaria, y sobre todo una gran historia de amor.
Clasicazo.
Nota: 8,7.
Notable película del maestro Walsh que narra la vida y milagros del General Custer hasta su derrota en Little Big Horn. Sobra apuntar que el retrato de nuestro amigo es más fruto de la imaginación del guionista y del director que de la realidad histórica. Hollywood necesitaba héroes y quien mejor para encarnar al impetuoso Custer que el gran Errol Flynn. El arranque tiene mucho de comedia. Observar la entrada de Custer en West Point es digno de aplauso.
Murieron con las botas puestas contiene escenas preciosas: el primer encuentro de Custer con nuestro amigo inglés al piano que nos lleva a escuchar por vez primera en el film, la bella y famosa canción llamada Garry Owen, la memorable, exquisita y educada ceremonia con la que los caballeros del sur se retiran de West Point al mando del entonces capitán Lee, mientras suenan los primeros compases Dixie, es sin duda la mejor de todas, las secuencias épicas no tienen nada que envidiar a la vanguardia del momento, y por supuesto cuando Garry Owen suena de nuevo en un polvoriento cuartel sobre las praderas de Dakota.
Destacar el breve pero correcto papel del incombustible Anthony Quinn como Toro Sentado y a la siempre interesante Olivia de Havilland como mujer de Custer. Gran producción para la época con resultado satisfactorio.
Uno de los mejores westerns del realizador Raoul Walsh y el primero de siete que rueda con la colaboración del actor Errol Flynn. Escrito por Wally Kline, Aeneas MacKenzie y Leonore Coffee (diálogos adicionales), se inspira libremente en un personaje histórico y en la voluntad de crear un relato interesante desde el punto de vista cinematográfico al margen del rigor histórico. Se rueda durante los meses de verano de 1941 en exteriores de las localidades californianas de Pasadena (Busch Gardens y Midwick Country Club), L.A. (Iverson Ranch y West Hills) y Calabazas (Warner Ranch) y en los platós de Warner Studios. Producido por Hal B. Wallis para la Warner, se proyecta en sesión de preestreno el 21-XI-1941 (NYC).
Narra, en términos de leyenda, quince años de la vida de George Armstrong Custer (1839-1876), desde su ingreso en West Point, a los 22 años, hasta su participación (25-VI-1876) en la batalla de Little Big Horn (Montana), a la edad de 37 años, al mando del Séptimo Regimiento de Caballería. La historia se divide en cuatro partes: estancia en la academia militar, participación en la guerra civil, regreso a la ciudad natal (New Rumley, Ohio) desde donde lucha contra oportunistas y ventajistas sin escrúpulos y, finalmente, la reincorporación al servicio activo en el Ejército como comandante de Fort Lincoln.
El personaje de Custer combina una pequeña parte de realidad y una abundante dosis de ficción. El sentido épico de la película se apoya en los rasgos singulares del protagonista que encarna Flynn: arrogante, poco disciplinado, aventurero, anárquico, autodestructivo, aficionado al alcohol, pero noble, honesto y heroico. A Walsh le interesa sobre todo mostrar las contradicciones del protagonista, su carácter impulsivo y caprichoso, su sentido romántico de lucha por altos ideales de justicia y su dimensión trágica, que lo engrandece.
El film suma biografía, drama, romance, guerra, western y tragedia. Intercala escenas de acción trepidante y escenas románticas, que adereza con oportunos toques de humor. Sobresalen las secuencias de las batallas, en las que el veterano Walsh ofrece movimientos rápidos, ordenados y de desbordante belleza plástica. Los planos que describen la batalla final constituyen una muestra admirable de buen cine bélico. Es memorable la escena de la despedida de George y Beth, en la que se mezclan dolor y entereza, presentimientos y certezas, sinceridad y ocultación, hasta que la cámara se aleja lentamente para dar paso a un fundido emocionante.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
Idealizada biografía del general George Amstrong Custer, desde su ingreso en la academia militar de West Point hasta su muerte, junto a todo el Séptimo Regimiento de Caballería, en la épica batalla de Litle Big Horn.
A pesar de la manipulación de los hechos reales de la historia, con objeto de mitificar la figura del General Custer, que posteriormente otros cineastas se encargarían de desmitificar (Arthur Penn con Litle Big Man en 1970 y Robert Siodmak con Custer of the West en 1968), el film debería formar parte de la galería de películas míticas por diversas razones.
Magistral dirección de Raoul Walsh en su primera colaboración con Errol Flynn, que conduce con mano maestra la historia por una fascinante alternancia de géneros, viajando imperceptiblemente de la comedia al drama intimista, de la aventura al western y del cine bélico al drama épico.
Excepcional banda sonora del mítico Max Steiner, tanto en el lirismo exquisito del tema romántico, como en el épico final, donde la alternancia de la famosa canción del Séptimo de Caballería Garry Owen con los temas indios, adquiere matices de tragedia épica.
Excepcional interpretación de todo el reparto, desde Errol Flynn que presta a Custer su apostura, dinamismo y simpatía características, a Olivia de Havilland en su última colaboración con Flynn, que compone un tierno y valeroso personaje interpretando a Beth, la hermosa, valiente y leal compañera de Custer, pasando por los excepcionales Arthur Kennedy y Anthony Quinn en papeles secundarios, pero determinantes en el desarrollo del film.
Es en resumen un excelente film y la prueba más palpable de que el cine no debe estar comprometido con la realidad histórica, para crear con verosimilitud y sentido artístico y narrativo sus propias historias.