Mujeres infieles
Sinopsis de la película
Largometraje que reúne tres historias de infidelidad situadas en tres distintas edades de matrimonio. El primer cuento trata sobre una pareja que está a punto de casarse, en el segundo episodio el matrimonio vive con la seria amenaza de la desintegración familiar y la tercera pareja llevan varios años de matrimonio, y aunque continúan juntos viven ligados a través del tedio y el aburrimiento. El amor, el odio, la lealtad y también la vida y la muerte son la trama principal de esta extraordinaria película que lleva consigo un claro mensaje sobre infidelidad y su consecuencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mujeres infieles
- Año: 1993
- Duración: 90
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Existen múltiples razones para que una persona desee ser infiel a su pareja, pero al final, todas estas razones confluyen en una básica: El ser humano lleva en su esencia un irresistible deseo de variar… y más, cuando las ofertas que se presentan en la calle son tan variadas y tan atractivas. La naturaleza sabe bien de este ímpetu de la variación y por eso las cosechas de frutas son diversas en cada época del año, por eso durante un tiempo tenemos frío y en otro tenemos calor, y por eso hay gente alta y bajita, gorda y flaca, y con los más diversos caracteres, tonos de piel y color de ojos… para que variar sea una posibilidad que nunca se agote.
Julieta, Clara y Mariana, son tres hermosas mujeres mexicanas que se ven inmersas en unas particulares relaciones de pareja, las cuales las inducirán a tener relaciones extra-conyugales… y como suele ocurrir con toda acción, la suya generará una reacción que reafirmará, por enésima vez, que según lo que emitas será la calidad de lo que recibas.
MUJERES INFIELES es una simpática película dirigida por Adolfo Martínez Solares quien – por afecto y sobre todo por conveniencia- se acreditó como co-director junto a su padre Gilberto Martínez Solares, por entonces un anciano de 86 años quien, con ésta, contaba ya en su haber 159 películas como director, en muchas de las cuales también fue guionista. El guión de MUJERES INFIELES lo firman igualmente padre e hijo, y es bien probable que se estuviera jugando a que, don Gilberto, mantuviera para siempre el récord de el director más prolífico del cine mexicano y latinoamericano pues, a su fallecimiento, el 18 de Enero de 1997, alcanzó la cifra total de ¡161 películas como director!
Contada en tres episodios completamente independientes, ligados el uno con el otro por un simple cambio de espacio, la película funciona primero como una historia romántica con una fascinante mujer que, aunque siente que tiene un marido sin tacha, no resiste jugársela con un fortachón que le hace brillantes regalos. Este es, sin duda, el episodio peor actuado –Lina Santos resulta haciendo un ejercicio de buena dicción, enseñándole a Hugo Stiglitz a vocalizar-, pero la historia es bien simpática y con una buena sorpresa.
Enseguida, una sensual chica (Claudia Vega), que está organizando el lugar en el que planea vivir con su futuro marido, al sentirse ignorada por sus padres y hasta por su prometido, el día de su cumpleaños, acepta tener una aventurilla con el apuesto diseñador de interiores que se ocupa de su apartamento… en su propia casa. Mejor actuado y con un toque bastante sexy, el cuento también funciona y nos alerta sobre la necesidad de no apresurarse en los juicios.
El último episodio, tiene a Mariana (Elizabeth Katz), una atractiva rubia que lleva 10 años de casada y se siente ya carcomida por la rutina y el tedio, deseando hacer algo para oxigenar su vida. Es entonces que una amiga la anima a inventarse una aventura… la mujer busca entre los desconocidos que ponen anuncios en los periódicos buscando pareja, y es así como conoce a Armando (Enrique Rocha), y éste le armará una aventura que no olvidará jamás.
Dime con qué pecas y te diré con qué vas a sufrir, es la lección final que nos deja esta tríada de aventuras que, de seguro, no desanimará a nadie en sus ansias de tener una salidita de vez en cuando, pues el tedio vuela alto al interior de muchííííísimos hogares. Y entre las parejas, cada quien sigue pensando –ilusamente- que es el otro el que tiene que cambiar. Y en este orden de ideas, la gente cambia… pero siempre hacia afuera.