La espalda del mundo
Sinopsis de la película
Tres historias sobre la violación de los derechos humanos: un grupo de niños que trabajan en una cantera de Perú picando piedras, una diputada kurda encarcelada por hablar en kurdo en el parlamento turco, y un condenado que espera en el corredor de la muerte de una penitenciaría de Texas.
Detalles de la película
- Titulo Original: La espalda del mundo
- Año: 2000
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
7.6
72 valoraciones en total
Tres historias protagonizadas por personas a las que les ha tocado vivir en diferentes zonas de la espalda del mundo. No olvidaré ninguna de ellas fácilmente. De hecho están, junto a otras que he visto o leído, muy presentes en mi memoria cuando surgen discusiones políticas, xenófobas y reaccionarias con más frecuencia de lo que deberían, durante alguna reunión familiar, de empresa o con los amigos. Durante ellas callo y reflexiono, porque la mayoría de las veces es mejor hacer eso que escuchar tonterías o entrar al trapo en solitario con las de (desgraciadamente) perder.
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1) EL NIÑO. (7.7)
Unos niños peruanos del distrito limeño de Carabayllo malviven en chabolas junto a sus familias numerosas y maltrabajan en una rudimentaria cantera, expuestos a desprendimientos imprevisibles y humos tóxicos derivados de los neumáticos con los que queman la piedra. Algunos de ellos intentan sacar tiempo para los estudios, pero cuando los pobres explican ilusionados lo que desearían ser de mayores (contables, abogados…), se me hace un amargo nudo en la garganta.
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2) LA PALABRA. (8.5)
He decidido hacer una introducción a esta parte porque, conversando con varios amigos, he observado que ésta ha sido la historia que menos se ha entendido. Es la única de las tres que da por supuesto que el espectador conoce de antemano los hechos. Espero que después de leerlo las cosas les queden más claras tanto a los que no hayan visto la película todavía como a los que la vieron sin estar familiarizados con el conflicto kurdo.
«Mehdi Zana fue un activista pacífico de izquierdas que participó en varias manifestaciones que apoyaban el derecho de los kurdos a tener una identidad cultural separada, por lo que fue encarcelado tras el golpe de estado del 71 por la coalición de gobierno de tendencias religiosas Ecevit-MSP. En 1974, después de una amnistía general, fue liberado y, en 1977, fue elegido alcalde de Diyarbakir, la principal ciudad del Kurdistán turco. Durante el golpe de 1980 fue encarcelado de nuevo, esta vez durante 16 años. Durante este período sufrió las terribles torturas que menciona de pasada en este documental.
Cuando se inició esta segunda condena, Leyla Zana, su mujer, estaba embarazada de su segundo hijo. Aprendió a hablar turco para poder visitarle en la cárcel. Luego, empezó a estudiar y llegó a ser la primera mujer kurda elegida diputada por Diyarbarkir. Durante su juramento parlamentario de investidura Leyla llevó una diadema con los colores de la bandera del Kurdistán, y al finalizar añadió la siguiente frase empleando el idioma kurdo, que estaba prohibido: Hago este juramento por la hermandad del pueblo kurdo y el pueblo turco . Por ello se la encarceló junto a otros miembros de su partido.
(Sigue en el SPOILER por falta de espacio. Puedes leerlo aunque todavía no hayas visto la película.)
Javier Corcuera se merece un aplauso. Ha ignorado la moda actual de documentales en los que se abusa de la mezcla de formatos, del montaje acelerado y del ruido más que del contenido. De forma sencilla y discreta nos presenta tres historias en las que los derechos humanos no valen nada. Suceden en Perú, Turquía y EEUU, pero podía ser en cualquier otro lugar.
Ya por sí solos los tres relatos son conmovedores, durísimos y a la vez de una ternura contagiosa. A ello hay que añadir la delicadeza y sensibilidad extremas del director al mostrarnos los hechos. No hay juicios, no hay demagogia, no hay falsedad en las imágenes, es todo cercano y creíble.
Una sorpresa maravillosa y uno de los mejores documentales que he visto en mucho tiempo.
He de confesar que, por norma general, los documentales de más de treinta minutos suelen inducirme a rebuscar la mejor postura en el sofá para intentar conciliar un reparador sueñecito. Sorprendentemente, ello no se produjo el día que decidí abordar La espalda del mundo.
La peli de Corcuera expone de forma cruda y diáfana tres dramáticas historias con un mismo denominador común: la contravención de los derechos humanos en tres lugares del planeta (Perú, Turquía y Estados Unidos) donde la miseria, la tiranía del estado o la incongruencia de unas leyes infames trituran la integridad física y moral de seres humanos a quienes el mundo, ignominiosamente, les ha dado la espalda.
Las tres historias son profundamente conmovedoras y sería incapaz de distinguir una por encima de los demás. Sobre todo porque todas ellas, con su heterogénea realidad, están enfocadas desde el prisma honesto y comprometido del binomio Corcuera-Querejeta. Aún así, desde la perspectiva emocional, tal vez el documental más hiriente sea el último.
Cierto es que constatar las infrahumanas condiciones del trabajo infantil en los arrabales de Lima es doloroso y que asistir a la vergonzosa opresión del pueblo kurdo resulta deplorable pero os aseguro que escuchar las confidencias de un reo en el corredor de la muerte, esperando por undécima ocasión día y hora de ejecución es escalofriante.
La espalda del mundo no consiguió adormecerme en absoluto. Es más, ese día me costó conciliar el sueño.
Producción de Elías Querejeta (coguionista también), es un documental que cuenta tres historias dramáticas, de manera expositiva, sobria y nada apologética: 1.- Unos niños picapedreros mexicanos, que son explotados intolerablemente no ya por algún cacique reinante sino por la propia miseria que los rodea, fruto de los desordenes del planeta Tierra (a unos pocos kilómetros muy probablemente vivirán varios ricachones, ciegos de opulencia), que trabajan de sol a sol para ayudar a la ¿economía? familiar, 2.- La primera mujer kurda que pisó el parlamento turco y reivindicó desde allí la idiosincracia de un pueblo de 40 millones de seres humanos que no tienen una patria o una bandera autónoma, 3.- Un hombre que va a ser ejecutado -en EE.UU, por supuesto- y los momentos previos en el corredor de la muerte, la lucha de una asociación contra la pena de muerte, las palabras de otro hombre que está en su misma situación…
La espalda del mundo es un documental desnudo, notable y respetuoso de la denuncia que hace, que muestra unos hechos a los que el mundo da la espalda y que son símbolo y metáfora del porqué, quizás, cada día la espalda de este mundo nos pese más y sea más díficil llevar tanto equipaje.
La mejor narrada de las tres historias para mí es la última. Se trata, además, y dados los premios obtenidos, del momento oportuno y necesario de reivindicar, de una vez por todas, la importancia clave de un tipo como Elías Querejeta en el cine español, y no precisamente por esta película, sino por ser el productor más importante, arriesgado y prolífico de la Historia del Cine español, responsable del cine español más interesante no sólo de las décadas de los 70 y los 80, sino también de lo último que se ha hecho por estos lares. No obstante, no son pocos los que le dan la espalda todavía.
La espalda del mundo flojea por escaso músculo. Es un mal producto de lo progre, como reflejo de la mirada fría y retinas calientes. Entiendo que os afecte y respeto el 7.8 de media que le da el conjunto de los votantes, pero os pido un pequeño juego intelectual de abstracción: sumad al tuntún tres reportajes de Documentos TV y os saldrá, como mínimo, la misma película, sino otra mejor.
Lo que diferencia al periodismo del cine documental, además del trato del espacio y el concepto de interés general, es puramente estético. Un reportaje con que te informe de forma plural hace su trabajo, da igual quién dé primero la noticia o quién escriba más y mejores columnas, lo importante es que el meollo y la desembocadura estén definidos. En cambio, al cine documental hay que pedirle más, la información no basta, ni siquiera para sensibilizarte. Tiene que buscar diferentes subterfugios para diferenciarse de su primo hermano periodístico. Estos efugios pueden ser varios, pero dos son esenciales: el montaje cuidado y las historias novedosas. La normalidad y el cine documental no casan normalmente bien.
En La espalda del mundo la inexistencia del nexo común induce a pensar que la brutalidad no merece orden ni concierto, ya que se ve menoscabada por la profusión sentimental y puede perder efectividad. Esto no debería estar permitido nunca, que el corazón no os nuble el raciocinio. Una espalda no condicionada por la tetraplejia siempre estará calibrada por una perfecta y ladeada columna vertebral, que imponga un ritmo y una pose, que dirija al cuerpo central a un objetivo meditado por la huella y la zancada.
Este producto hispano retrata la superficialidad de la miseria. Abusa del testimonio y del lagrimeo de las víctimas, que en su derecho a la queja nos aburre. Con el mismo descaro que atrevimiento, el film generaliza a partir de casos concretos, sin rigor se nos muestra la costra del planeta y el aire que lo oxigena, pero nada por debajo, el aire no llega. Aún así, pese a los múltiples errores apreciables, es positivo verlo y apreciar hasta dónde hemos llegado los hombres en nuestra condición.
Este artículo visual de Javier Corcuera se caracteriza porque su vulgaridad (junto con su falta de originalidad) hace palidecer a su carácter necesario en el rincón del olvido. Una lástima, para qué engañarnos.