Morgan, un caso clínico
Sinopsis de la película
Morgan es un artista que, influido por las ideas marxistas de su madre, siente la necesidad de rebelarse contra el orden social establecido y contra toda clase de convencionalismos. Pero esta actitud lo alejará cada vez más de la realidad y, poco a poco, contraerá una grave patología psicológica que lo lleva a identificarse con un gorila, animal al que se siente muy unido. Llegado a este punto, su mujer Leonie le pide el divorcio y, aunque Morgan intenta recuperarla, ella ha empezado a sentirse atraída por otro hombre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Morgan, a Suitable Case for Treatment
- Año: 1966
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
6
30 valoraciones en total
Morgan, a Suitable Case for Treatment es la tercera película de Karel Reisz , uno de los cineastas británicos más emblemáticos de la década de 1960 y uno de los padres del denominado Free Cinema (fundado junto con sus amigos Tony Richardson y Lindsay Anderson ), movimiento cinematográfico que transgredió las convenciones narrativas en un intento de retratar historias inspiradas en lo cotidiano y comprometidas con la realidad social de aquel entonces, siendo una reacción a la artificialidad narrativa de Hollywood y al cine británico clásico.
El guión lo firma David Mercer y es un remake de un episodio de la serie de TV BBC Sunday-Night Play escrito por él mismo y titulado A Suitable Case for Treatment (1962) pero con ligeras variaciones, especialmente en el tratamiento del personaje principal y que ganó el premio Bafta al mejor guión británico. Morgan (David Warner) es un artista de clase trabajadora con tendencias revolucionarias que va en contra del pensamiento establecido y que recientemente se ha divorciado de su adinerada esposa Leonie (Vanessa Redgrave), algo que se resiste a aceptar decidiendo intentar recuperarla a través de medios nada convencionales que rozan lo esperpéntico para poder evitar que se case con Charles (Robert Stephens), un hombre de clase media. Inicialmente es difícil estar seguro de si la negativa de Morgan a renunciar a Leonie nace del amor o de un sentido masculino de posesión (acrecentado por su obsesión por los gorilas a los que admira e intenta imitar), que se extiende a su negativa a desalojar una casa que, aunque es propiedad de Leonie, todavía considera su hogar. Lo que impide que Morgan se rinda con Leonie es la duda de ésta sobre la decisión que ha tomado. Vivir con Morgan claramente la ha llevado a la distracción, pero la estabilidad que Charles representa tiene un precio, ya que carece de la pasión, la espontaneidad y la pura diversión que presumiblemente le atrajo de Morgan en un primer lugar. Por lo tanto, hay un elemento de verdad en la advertencia que Morgan le hace a Charles en una escena del film: ¡No conoces a Leonie! Se casó conmigo para lograr la inseguridad y tú estás tratando de quitárselo. ¡Ella no te lo agradecerá!
La puesta en escena de Karel Reisz está completamente al servicio de la pizca de locura y humor extravagante de su personaje y sabe mezclar con habilidad las partes de comedia alocada con el melodrama y la sátira social.
El reparto es excelente, sobre todo teniendo en cuenta que los dos protagonistas eran casi debutantes. David Warner está maravilloso en el difícil papel de Morgan, aportando energía, humanidad y humor a un personaje que en la vida real probablemente resultaría una compañía agotadora aunque estimulante por momentos. Es una actuación que, por derecho, debería haberlo lanzado al estrellato pero que cuya carrera posterior se vio relegada a papeles secundarios en los que destacó notablemente. Igual de impresionante está la debutante en cine, pese a tener ya una carrera en teatro y TV, Vanessa Redgrave, cuyo equilibrio natural sabe expresar con gran finura los diferentes estadios de cansancio, vulnerabilidad y afecto por los que atraviesa su personaje y que le valió las nominaciones al Oscar, Globo de Oro y BAFTA, y el premio a Mejor Actriz en el festival de Cannes de 1966.
Por último, y como dato curioso, reseñar que la nominación al Oscar a la mejor actriz de Vanessa Redgrave por esta película coincidió con la nominación de su hermana Lynn Redgrave por La soltera retozona (1966). Tal coincidencia sólo había ocurrido con anterioridad una vez, cuando las hermanas Joan Fontaine y Olivia de Havilland competían respectivamente por el Oscar a la mejor actriz por Sospecha (1941) y Si no amaneciera (1941).