Mil noches, una boda
Sinopsis de la película
Aunque Angélique tiene ya 60 años, le siguen gustando la diversión y los hombres. Por la noche, para ganarse la vida, les hace beber en un cabaret cercano a la frontera alemana. Con el tiempo, los clientes escasean y acepta casarse con un asiduo, Michel. Retrato de una mujer libre que ha elegido vivir su vida al margen de la sociedad convencional.
Detalles de la película
- Titulo Original: Party Girl
- Año: 2014
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
5.8
42 valoraciones en total
Ópera prima firmada por un trío de directores deudores del cine de los hermanos Dardenne, pero con un pulso bastante firme que no parece ópera prima.
‘Party Girl’ cuenta la historia de Angélique, una mujer de 60 años que trabaja en un cabaret en la frontera francesa y alemana, donde brilló en sus años de esplendor y donde ahora debe pasar las horas sentada en la barra, bebiendo mientras espera la llegada de sus ahora escasos clientes, a los que debe hacer beber para obtener su ganancia.
Todo cambiará para ella cuando uno de sus pocos clientes le propone abandonar el cabaret para casarse con él, ahora Angélique deberá reencontrarse con sus 4 hijos para resarcir heridas y hacerles conocer su decisión, incluyendo a la más pequeña, quién le fue quitada por el estado y dada en adopción a una nueva familia, así como controlar su gusto por el alcohol y la fiesta y hacerle frente a algo que parecía lejano para ella, el amor.
Con ciertas reminiscencias a la extraordinaria película chilena ‘Gloria’, pero un tanto más críptica, ‘Party Girl’ presenta la historia real adaptada a la ficción de la madre (Angélique Litzenburger) de uno de los directores (quien también participa haciendo de sí mismo, Samuel Theis), con su propia familia que también se interpretan a ellos, y algunos otros no actores, que dotan de realidad un relato intenso.
Con un cúmulo de emociones variopintas, la naturalidad dota de candidez y sinceridad un relato que pasa del drama a la comedia con el mismo rigor que evade ciertas posibles manipulaciones, con un personaje principal tan potente y querible como frágil y sensible.
Existe un problema que se plantea a la hora de tratar las adaptaciones cinematográficas de eventos reales y es el de qué actores y actrices encarnarán a los protagonistas de la historia. Como es obvio, las grandes producciones lo tienen claro: hay que fichar a intérpretes conocidos. Algunos tirarán hacia famosos con calidad, otros hacia aquellos que puedan vender mejor el producto hacia el sector del público al que va dirigida la obra. Una muestra inmediata de tales suplantaciones lo tenemos, por ejemplo, en Lo imposible, donde los atractivos Naomi Watts y Ewan McGregor encarnaban a María Belón y su marido. Además del escaso parecido físico entre ambas parejas, está el hecho de que el matrimonio español sea transformado en uno anglosajón. Un par de detalles que no trastocan o incluso mejoran el resultado formal de la obra, pero sí alteran el mensaje a transmitir.
Una situación lejana a este fenómeno la encontramos en la película francesa Mil noches, una boda, que internacionalmente lleva por nombre Party Girl. Tal y como este último título deja entrever, nos encontramos ante una mujer a la que le gusta irse de fiesta, eso sí, con la peculiaridad de que la susodicha cuenta con nada menos que 60 años de edad. En efecto, la obra dirigida por Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger y Samuel Theis narra la historia real de Angélique Litzenburger, una mujer que, pese a los intentos de algunos de sus seres queridos para que abandone la vida nocturna y así sentar cabeza formando una verdadera y seria familia, no quiere cercenar su libertad hasta el punto de que le impida salir con sus amigas por dónde quiera y las veces que quiera. En el momento en el que se sitúa la película, sin embargo, Angélique recibe la proposición matrimonial de un viejo conocido, Michel. Un hombre que parece tener buen corazón, pero aun así Angélique tendrá dudas acerca de cómo sería una futura unión entre ambos.
Como decimos, el hecho que distingue a Mil noches, una boda de las circunstancias mencionadas con anterioridad es que los directores de la cinta no han querido buscar intérpretes de fuera para dar vida a Angélique y el resto de personajes, sino que han buscado a la propia mujer y sus conocidos para que se interpretasen a sí mismos. El resultado, aun desconocido tal factor (servidor no se ha enterado hasta después de ver la película, aunque ya lo sospechaba) es el de una película creíble, que pese a manejar muchos elementos puramente de ficción (luce como una película cualquiera, para entendernos), casi se traduce en la crónica audiovisual de la vida real de una persona cualquiera.
Pese a su empeño, hay escenas en las que se nota de manera clara la no profesionalidad del reparto, lo cual supondrá para algunos espectadores uno de los aspectos más negativos de la obra. Una opinión paradójica e incluso injusta ya que, pese a su amateurismo, los actores no lo hacen tan mal como cabría esperar, sino que además alguno llega a cuajar una buena interpretación. La otra valoración negativa, esta vez sí más justificada, vendría del escaso interés que puede generar una historia que en un mundo más ideal no debería de ser noticia, ya que cada uno tendría que tener la potestad de decidir cómo quiere que transcurra su vida social siempre que no impida la de otros. Esto último no deja de ser una apreciación personal, pero sí es cierto que falta algo de cercanía por momentos, la obra deja pocos resquicios a la hora de empatizar con el espectador, quizá peca de ser demasiado fría y seria, en la línea de esa crónica documental que mencionábamos anteriormente.
Dejando de lado estas circunstancias, sí es cierto que Mil noches, una boda alcanza pese a todo un buen equilibrio entre dramatismo y realidad. El guión está muy bien llevado de principio a fin, sin escenas excesivamente largas o momentos huecos que pudieran interrumpir el desarrollo de la historia, como por desgracia sucede con otra clase de relatos biográficos que se adaptan al cine. Tampoco se ceba demasiado con el mensaje que quiere transmitir hasta llegar al extremo de hacer propaganda, sino que juega con los elementos necesarios para hacer que el argumento sea comprensible y a la vez profundo. Merece la pena destacar esto último porque muchas veces se ofrecen demasiadas segundas lecturas o interpretaciones en clave política. Sí, es fácil ver un mensaje feminista, pero que huye claramente de posturas radicales y sin entrar al terreno de lo grotesco como podía haber sucedido perfectamente en el desenlace.
Ver Mil noches, una boda supone liberarse de prejuicios en torno a la vida social de la gente de edad avanzada. Es cierto que la mayoría de personas cambian sus motivaciones conforme cumplen etapas y años, bien por deseo propio o bien porque es lo que hay que hacer . En esta película tenemos una circunstancia extraordinaria, alguien que quiere vivir la vida que quiere aunque no sea la que otros esperan que viva. El mérito es tocar un asunto que en otras manos podría haber rozado el ridículo y convertirlo en una historia veraz y disfrutable, que pese a sus comentados defectos logra despertar la atención y mantenerla, todo ello sin (aparentemente) alterar en demasía los hechos reales.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
La extrema naturalidad y el realismo son las características principales de esta obra firmada por tres directores, cosa inhabitual, y que narra la existencia de una mujer ya mayor que ha trabajado toda su vida en el mundo de la noche, en el cabaret de la pequeña localidad francesa en la que reside, cercana a la frontera alemana. Ahora está retirada pero sigue manteniendo un espíritu juerguista, y no se resigna al paso del tiempo y a los cambios que observa en ese mundo que ya no es exactamente el mismo que conoció ella. Sus ansias de mantener el estilo de vida que la ha acompañado siempre, sus relaciones de amistad y familiares, y su pánico al compromiso nos son mostradas con solvencia y descaro por su magnífica protagonista, Angélique Litzenburger, cuya labor es un aliciente más para disfrutar de este quizá algo irregular pero más que interesante debut cinematográfico.
La sinopsis es mucho más entretenida que la propia película que se va perdiendo en una sucesión de escenas que resultan repetitivas, o en el peor de los casos no aportan nada.
La película en ningún momento encuenntra sitio, y al final te quedas con una extraña sensación de haber perdido el tiempo en algo que pudo ser, pero lamentablemente nunca fue.
Angélique Lizenburger ha sido un acierto de casting, para interpretar el papel de prostituta sesentona, que va comprobando como su vida se desliza hacia lo inevitable.
No recuerdo cuando fue la última vez que vi una película dirigida por 3 directores distintos que me haya gustado, de echo no sé si alguna vez haya visto un buen filme que fuera dirigido por 3 o más cineastas, quizá las excepciones sean algunos productos animados donde este tipo de realización conjunta es bastante común, pero en action live sorprende si no se trata de una película divida en episodios, la última prueba fue Cloud Atlas que tenía serios problemas narrativos y de ritmo debido a que varios cineastas intervienen en ella.
Party Girl llega con la Cámara de Oro del Festival de Cannes bajo el brazo buscando romper la tendencia, un filme que narra la vida socialmente incorrecta que lleva Angelique, una mujer de 60 años que trabaja en un cabaret seduciendo hombres desde hace mucho tiempo.
No solo se trata de un producto dirigido por 3 personas diferentes, sino que además el trio es debutante, las mujeres Marie Amachoukeli-Barsacq y Claire Burger ya habían trabajado anteriormente en un cortometraje, ahora al equipo se une el también actor Samuel Theis para crear un trabajo conjunto en su ópera prima de los tres. Y lo cierto es que la unión es muy eficaz, compactándose para que se perciba que es un solo director el que está tras la cámara, el filme posee un adecuado pulso narrativo durante todo el metraje y no existe un elemento que distorsione unas secuencias de otras, se ve un trabajo en equipo compacto y con mucha seguridad pese a la novatez de todos.
El debate interno que propone el guion sobre las conductas del personaje principal es fascinante, un trabajo de estudio de personaje muy bien trabajado a nivel psicológico, convirtiendo a Angelique en un personaje muy profundo y complejo que da para tesis sociológicas, mientras que el resto de los personajes funcionan como simples peones que reaccionan ante las conductas de una protagonista inestable e impredecible. El final es para analizar, porque mucho dependerá del cristal con que se mire, y está claro que la intención de los también guionistas es esa, dejar sensaciones diferentes en cada espectador según su forma de vida y su definición de felicidad.
Sin embargo no todo es perfecto en su guion, ya que por enfocarse demasiado en el trabajo del protagonista se pierden varios hilos importantes, pudiéndose explotar estos con mayor garra para crear un filme más redondo, por un lado la relación que sostiene Angelique con su pareja es bien ejecutada, pero su relación con sus hijos se nota muy desaprovechada, se pudo crear una gran sub trama aquí para crear al final una mayor impacto emocional, algo que sucede pero no con la fuerza esperada.
Sonia Theis clava en su personaje y lo llena de matices en una actuación muy notable en un personaje sumamente complicado, mientras que el resto del elenco hacen actuaciones muy planas y con muy poco dramatismo, nuevamente el error vital, todo recae en el personaje principal haciendo que todo lo demás se vea muy descuidado.
Party Girl es una más que interesante, a veces brillante, opera prima de un trio de directores que se han conjuntado muy bien en equipo para crear una especie de tesis de la felicidad y la anti felicidad mediante un personaje maravilloso, ha faltado mayor fuerza y experiencia en ciertos rubros pero al final es una película con muchos aciertos dignos de destacar.
http://alegatorevista.wordpress.com/2014/08/06/resena-de-party-girl/#