Memorias de un Don Juan
Sinopsis de la película
En Nueva York, durante la postguerra, Jim tiene que trabajar en su novela, pero se marcha unos días para servir al ejército. Mientras tanto, su novia Connie alquila una habitación a un amigo de Jim, un joven muy agradable.
Detalles de la película
- Titulo Original: Love Nest
- Año: 1951
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
5.6
93 valoraciones en total
Tras dos años en el ejército, Jim Scott regresa a su ciudad donde descubre que, su joven esposa Connie, ha comprado un viejo caserón con el dinero que ambos tenían ahorrado. Connie hará gala de una fe inquebrantable ante los continuos problemas que causa la vetusta casa. Sin embargo, Jim, se mostrará quejoso en todo momento ante lo que él considera un desastroso negocio.
Desconocida película (al menos para mí) de Joseph Newman. Empero, el guión es del formidable I.A.L. Diamond, colaborador habitual del gran Billy Wilder. Ya solo por eso, y por el intimismo que desprende el viejo caserón, la cinta merece la pena. Algunos de los personajes que circulan por tan teatral escenario desprenden una ternura y una humanidad que conquistan al espectador desde su primera aparición en escena. Adoramos a Connie, emprendedora, dulce y perseverante. Aceptamos e incluso alentamos el comportamiento de la serena viuda ante la tardía llegada de un príncipe azul. Sucumbimos a los ingenuos encantos de Roberta-Marilyn. Y… sobre todo, perdonamos al elegante, exquisito y romántico Charlie Patterson (admirablemente interpretado por Frank Fay). Nos gusta esa vieja casa.
Para las mujeres que habitan en el edificio de Connie Scott, Charles K. Patterson, es un tipo encantador. Él es galante, generoso, simpático… ¡y sabe muy bien cómo llegarles a las mujeres mayores -sobre todo viudas- para hacer que se derritan ante su presencia! Hasta, Jim, el esposo de Connie -recién desempacado de la II Guerra Mundial- admite que, si Charles no tuviese tanta edad -pasaditos los 40-, él se sentiría celoso de la amabilidad con que trata a su linda mujer.
Una de las novelas que escribiera el también educador y luego experto en historias para niños, Scott Corbett (1913-2006), titulada The Reluctant Landlord (1950), interesó a la Twentieth Century Fox, que la encargó a nada menos que, I.A.L. Diamond (futuro escritor de Love in the Afternoon, The Apartment, Some Like it Hot y otras joyas), lo que, de entrada, nos asegura diálogos chispeantes, pícaros y sustanciosos. Especie de estudio del carácter femenino y de los juegos de seducción de ambos sexos, la trama resulta bastante atrayente y divertida, y por fortuna, el director Joseph M. Newman, sabe llevarla a buen puerto, pues, demostró que recordaba muy bien lo aprendido cuando fue asistente de dirección de, George Cukor y Ernst Lubitsch.
Los protagonistas son, June Haver, actriz que se iniciara como cantante en varios grupos musicales, pero, quien luego conseguiría entrar al plantel de la Fox, cuando demostró que, además de ser bella, también tenía aptitudes para la actuación. Tras su primer protagónico al lado del excelente comediante, Monty Woolley, en Irish Eyes are Smiling (Gregory Ratoff, 1954), June hizo otros tantos filmes hasta llegar a, Scudda Hoo! Scudda Hay!, una encantadora historia familiar en la que hacía un extra la luego célebre, Marilyn Monroe.
Tres años después, el destino vuelve a juntarlas: June, sigue siendo protagonista, y Marilyn tiene ya un rol secundario, pero, de esos que no deja indiferente a nadie por su coquetería y sensualidad. Incluso, sería ésta la primera vez que los periodistas se animaron a entrevistarla y los Críticos la tomaron en cuenta. Tres años después, decepcionada de la industria del cine, June Haver ingresaría en un convento… y Marilyn Monroe, ya ingresaba a los Estudios Cinematográficos, convertida en la más célebre diva de la industria hollywoodense.
William Lundigan, también hace un agradable rol como el esposo que quiere tomar la rienda, pero… ¡eso tienen que verlo!, y claro, Frank Fay, se roba la película como el encantador don Juan que pretende viudas ricas para reivindicar, de alguna manera, a los maridos que se mataron trabajando para dejarles una vida cómoda. Su rol es encantador y el singular inquilino se convierte en uno de esos tipos a los que se les perdona todo… pero ¿lo perdonarán también las viudas?
Un diálogo para recordar:
-¡Tengo debilidad por el champán! -Comenta Roberta.
Ben, el abogado, babeándose por ella, añade:
-Si tengo debilidad por algo, ¡es por las chicas que tienen una debilidad!
Título para Latinoamérica: VIUDAS ADORABLES