Melancolía
Sinopsis de la película
Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra…
Detalles de la película
- Titulo Original: Melancholia
- Año: 2011
- Duración: 136
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Opinión de la crítica
Película
6.8
60 valoraciones en total
Melancolía es ese estado en el que yaces permanentemente cuando éste te elige como uno de sus compañeros eternos. La tristeza se apodera de ti y su egoísmo es tal que no se conforma con amargarte un momento, siendo su sed tan insaciable que necesita de tu total atención hasta que sus propios límites no escritos lo establezcan. Probablemente esas fronteras invisibles pero reales no encuentren un horizonte dentro de tu alma. Entonces te encontrarás sumido en la más absoluta depresión, que es lo que realmente quiere decir la melancolía con la única diferencia de la belleza que hay entre ambas palabras y, para un humilde servidor, entre la percepción que se puede tener de ambos conceptos. Aunque vengan a significar lo mismo yo encuentro una diferencia muy clara. Depresión suena demasiado trágico, amargo, funesto. Da la sensación de que para entrar en esa fase hayas tenido que vivir una serie de desgraciadas circunstancias que te empujen a un farragoso y pesado estado en el que vives sin poder controlar absolutamente nada.
La palabra Melancolía paradójicamente es una de las palabras más bellas que conozco. Parece una descripción hecha a medida para aquellas personas que hagan lo que hagan siempre acaban citándose con prolongados momentos de tristeza que en el fondo parecen el cobijo de sus vidas. Por extraño que parezca, esos momentos de tristeza deben ser enormemente disfrutables, pues cuando los abandonas te invade la sensación de que te has traicionado a ti mismo. Te sientes culpable de ser feliz y de nuevo acudes a la melancolía como tu única salvación, pues ella jamás te abandonaría. Y esto es lo que expresa la fabulosa película de Von Trier, quien escribe y dirige esta cinta cargada de magia, sensaciones y momentos completamente fascinantes.
Después de una increíble sucesión de primeras escenas de espectacular calibre artístico y poderío visual al pausado ritmo de Wagner, el argumento nos hace descender desde el cielo hasta la limusina de los recién casados Justine y Michael, que se dirigen hacia una villa palaciega familiar en la que celebrarán su reciente enlace. Una vez allí se desarrollarán las habituales anécdotas de cualquier evento dentro del exquisito marco de su guión, para después hacer que nos adentremos en las más profundas sensaciones de la tristeza vivida por la melancólica Justine. Durante el festejo, el cielo dibuja lo que parece una gran estrella rojiza. En realidad ésta es un planeta llamado Melancolía que se dirige hacia la Tierra con desconocidas previsiones. El cine se transforma entonces en una gran experiencia vivida por el espectador, que deberá dejarse llevar por los místicos lugares cargados de inquietante y apocalíptica atmósfera que se muestran en la cinta, enmarcados todos ellos por su impresionante fotografía mejorada por la tecnología digital, de la que aquí se saca su mejor rendimiento.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Ingmar Bergman inicia ‘Persona’ con una serie de primeros planos ordenados en montaje abstracto, imágenes desconcertantes que desembocan en la crucifixión terrible de una mano abierta. Luego, un niño, las lanzas de una valla… La secuencia crea la temperatura emocional de la película. Y permanece, como telón oscuro e inquietante.
Lars von Trier nos muestra, en el preludio, una serie de imágenes vagamente evocadoras, fláccidas, no sé si sugerentes o fallidas. Rueda en balleno (el idioma de los cuerpos celestes y cetáceos), con cámara superlenta (como en ‘Anticristo’) y música de Wagner. Consigue justo lo contrario que Ingmar Bergman en ‘Persona’.
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1ª parte) Kirsten Dunst
Aquí no hay boda –ni amigos ni parientes ni seres humanos. El padre, la madre y el marido son del todo ajenos a su hija o novia/esposa. No existe indicio alguno de conocimiento previo.
La bipolaridad de Justine se subraya hasta lo bufo.
Los brindis y discursos recuerdan a los de la dogmática ‘Celebración’, de Thomas Vinterberg. Pero la tensión no existe. En la normalidad aparente, lo extraño destaca. En Marte, lo marciano no llama la atención.
Sería divertido comparar la idea Terrence Malick de familia con la idea Lars von Trier. Aunque ‘El árbol de la vida’ pertenece a otra galaxia. En Malick cala el recorrido. En Lars von Trier lo que cala es el final.
Los planos amplios, digitales, sin centro o jerarquía, ‘pictóricos’ (ya se encarga el director danés de recalcarlo incluyendo ilustraciones de libros de pintura, pretendiendo, como ya hizo en ‘Anticristo’, emparentar su cine con el cine de Tarkovsky –‘Nostalgia’ y, sobre todo, ‘Sacrificio’). Unos planos que me causan menos sensación de peligrosidad inminente que de tibia falsedad.
El guión –de haberlo– es desastroso. El humor absurdo aquí funciona sólo a ratos.
En fin, la primera parte es una cinta de suspense: ¿se le saldrán o no las berzas a Justine?
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2ª parte) Charlotte Gainsbourg
La cinta, de la mano de Claire, mejora. Se despoja de lo innecesario. Se centra en el meollo con más tino. La luz se vuelve láctea y el cerco se hace más visible.
Tengo la impresión de que Charlotte Gainsbourg es la única que cree de verdad en su papel. Es ella quien nos lleva a la emoción.
El puente infranqueable me recuerda a las farolas de ‘El árbol de la vida’. Pero en Malick sí sentimos la frontera.
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Von Trier se guarda el aguijón hasta el último momento. Es marca de la casa. Baste recordar la sesión de hipnosis en ‘Epidemic’, la cuenta atrás de ‘Europa’, el último baile de ‘Dancer in the Dark’, el campanario aéreo de ‘Rompiendo las olas’, el tiro de gracia de Dogville o el pastelito con sopapo de ‘Idioterne’.
Y lo consigue. Endereza el rumbo con un plano deslumbrante. Un recinto mágico y desnudo. Tres figuras. La masa al fondo. El sonido indiferente y grave de la destrucción.
Eso dijo el director danés… y yo opino lo mismo.
Pero tiene mérito lo que ha hecho, es decir, tú dale este guión a un director made in USA e imagina lo que hubiese sucedido:
Pues para empezar, el protagonista es el recién casado y se pasa haciendo chistes malos durante toda la película. Al final consigue un cohete espacial escondido en un granero de dos ancianos muy majos a los que se les murió un hijo en Irak, el cual se parecía mucho al prota y entonces se lo regalan para que se pueda salvar. Se larga con la novia, la hermana y hasta con el caballo. Una vez en el espacio, se dan cuenta de que las provisiones se están acabando y que ya sólo les queda cinco segundos de oxígeno…pero en el horizonte aparece un planeta que nadie en su vida había visto y allí todos son felices y muy americanos.
Así que gracias a Lars, es la primera vez que veo una película apocalíptica sin ningún tipo de acción. Lo que interesa en este caso es cómo cada personaje acepta su destino, y éste es el mismo para todos. Y a mí eso me parece algo bastante interesante. Mucho más que ciudades destruidas saturadas de efectos especiales.
Dicho esto, no, la película no es una basura.
Para terminar quiero decirle a nuestra Pe que me parece increíble que rechazara el papel protagonista de este film por hacer Piratas del Caribe…
…pero no cualquiera, nada más y nada menos que la 4!! Ole tus huevazos maja.
PD: Sí, hierba es con b. Perdone usted el error.
Al salir de la sala lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido, como bien apunta Todd McCarthy de Variety, que he visto un cruce letal entre Celebration y Armaggedon. Sólo el chiflado de Lars podría atreverse a tal ocurrencia. La película es una metáfora de la depresión que vivió el director danés hace unos años. Una metáfora sobre la negativa a vivir trasladada a una boda. Una metáfora en imágenes durante el comienzo. Hasta la elección de un actor como Kiefer Sutherland aka Jack Bauer no deja de ser una metáfora más, bastante graciosa si sabes algo de la vida de Jack, claro. Una metáfora, en definitiva, vestida de planetoide malote que te hará pupita en el sexo diodenal. Que Von Trier es un tipo totalmente excesivo en lo formal y en lo circunstancial me temo que ya lo saben hasta en Macedonia.
Lo gracioso es que no había leído la sinopsis del film, así que cuando cambia de tercio y entramos en la segunda parte de la historia, algo crujió en mi cabeza dentro de la sala de cine. Puedo afirmar sin arrepentirme que por primera vez he sentido el fin del mundo viendo una película. La atmósfera que crea Von Trier en la segunda mitad se aleja de la claustrofobia formal de la primera parte para abofetearnos con una claustrofobia moral que me dejó pegado al asiento observando boquiabierto como sería si… Pues sería más o menos así. Vamos, de un realismo vergonzante, alejado de grandes urbes como NY o Shanghai o el pueblecito de al lado, sin chuscos gigantes en llamas cayendo del cielo. Un realismo sobrecogedor. Y lo consigue con la cámara al hombro y 4 leuros gastados en efectos especiales. Y además busca la excusa para deleitarnos entre momento y momento con un plano maravilloso de la espléndida desnudez de Kirsten Dunst, petrificada en roca lunar. El último minuto de película es aterradoramente bello. Sobrecogedor.
Doy gracias por haber sido partícipe de un proyecto en el que no ha salido Bruce Willis salvando al personal ni tampoco Will Smith pilotando un caza último modelo. He vuelto a ver daneses locos como putas cabras y he sentido en mis carnes durante la segunda parte la depresión de un genio mientras me abrasaba con él. Un tipo grande, el amigo Lars.
Saludos desde Varsovia.
La sinopsis habrá hecho arquear la ceja a más de uno: Un hermoso planeta con el sugestivo nombre de Melancholia, colisionará (o no) con la tierra en breve amenazando con borrar nuestra raza y otras más inocentes. ¿El director de arte y ensayo por excelencia en el mundo haciendo una película catastrófica? Falsa alarma, que nadie espera michaelbayadas, esto es un estudio de personajes en situaciones extremas de los de toda la vida con el sello Trier: esto es, algunos momentos raretes, una dirección de actores implacable y perfecta y una potencia dramática inigualable. Concesiones al espectador de multicine, cero.
No soy un gran fan del danés, pero sé reconocer el buen cine cuando lo veo y en esta película todo parece funcionar como el aparato digestivo de Coronado. Incluso los efectos especialesson esplendidos en su sencillez, y todo por el módico presupuesto de 7 milloncillos de dólares, una ganga y que ha dado para alimentar a un reparto de asombro. Aquí los Skargard, Kier y Hurt, van a lo suyo que es estar perfectos, pero mención especial a la señorita Dunst que no la tenía yo en mucha estima… hasta ahora, y a la poco agraciada hija de Serge G. un autentico portento de la interpretación que tiene el poco saludable método de ser sus personajes en vez de limitarse a actuarlos.
La película sorprende por ser de las más equilibradas de su autor, tanto en forma como en contenido. La fotografía es esplendida, especialmente la iluminación que es bellísima, pero le sobra a veces el tembleque handycam y el montaje a saltos tan clásico del dogma toca la moral.
Hay una cierta calma violenta, un buen hacer en el discurrir del metraje que deja entrever una mayor serenidad tras ese desahogo que fue Anticristo .
En el lado negativo, el guión peca de descuidado en algunos momentos. Algunos giros simplemente no tienen explicación y el personaje de Dunst es un poco impredecible en el mal sentido, Y sí, también tenemos esos momentos poéticos un poco gratuitos marca de la casa, pero a veces vale la pena pagar el precio, como la plástica escena en la que la rubia se ofrece simbólicamente al planeta asesino en gloriosa y blanca desnudez.
Qué decir del final… El broche de la cinta rivaliza en efectividad con el de Dancer in the dark y viene a arreglar un tercer cuarto bastante flojo y deslavazado en el conjunto. No solo es uno de los mejores de la década sino que vale por algunas filmografías enteras, por su belleza extrema y su potencia dramática en la que algo tendrá que ver el magistral uso del Tristán e Isolda de Wagner. Casi hago papilla la mano de mi soviética acompañante.
Señores el Hitler danés ha vuelto y está en forma, un absoluto must-see para cualquier amante del cine.
Una pequeña observación sobre el espectador polaco en el spoiler