Marcelino, pan y vino
Sinopsis de la película
Siglo XIX. Después de una larga guerra, un bebé es abandonado a la puerta de un convento de frailes franciscanos que intentan, sin éxito, buscarle una familia. Pasan los años, y aunque el niño vive feliz entre los monjes, no puede dejar de añorar a su madre. Marcelino se hace amigo de un Cristo crucificado que hay en el desván del convento: habla con él y le sube de la cocina pan, vino y otros víveres que puede encontrar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Marcelino, pan y vino
- Año: 1954
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
6
42 valoraciones en total
Más que una crítica, quisiera aportar mi interpretación de este cuento. Antiguamente, la tradición oral tenía su importancia y había relatos que eran transmitidos de boca en boca, de generación en generación. Esto lo podemos apreciar al principio de la película, cuando el fraile ve necesario recordar la leyenda de cara a reconfortar a esos padres que sufren por la enfermedad de su pequeña.
Y digo leyenda porque seguramente la historia real sería bien diferente. Yo me imagino lo siguiente: un bebé es abandonado a la puerta de un convento, luego es repudiado por todos, tal vez por el qué dirán, o en otros casos porque ya son muchas bocas que alimentar, finalmente es acogido en el convento, donde acabará muriendo repentinamente, por accidente o por enfermedad.
O sea, una historia bien desoladora, donde la desgracia se hace presente de forma descarnada, dolorosa, sin que exista ningún sentido por lo acontecido. Es difícil imaginar infancia más triste.
Sin embargo, el inconsciente popular, dotado de esa sabiduría que no se aprende en las escuelas, transforma esos hecho reales en leyenda para dar SENTIDO a la historia de Marcelino y así transformar en muerte simbólica, lo real, lo atroz, el sinsentido de la muerte de un niño. De esta manera, Marcelino se reune con Cristo (de ahí la importancia del mismo título del film, así como de la inscripción de la lápida, pues el pan y el vino son los símbolos del cuerpo de Cristo), con la esperanza de encontrarse con su madre simbólica.
Además, con ello se logra convertir en lugar de culto y peregrinación, de vivencia colectiva, aquel lugar que hubiera sido únicamente un recuerdo de desolación, pues además se logró ablandar el corazón del alcalde, el cual estaba ya dispuesto a echar a los franciscanos.
Entiendo que a una persona atea esta película le pueda resultar indiferente y acabe pasando al olvido. Es lo normal, faltaría más. Eso sí, le rogaría que no viera peligros ni ejecuciones donde no las hay, pues hemos sido muchos que de niños hemos visto esta película y no tenemos miedos ni traumas.
Para acabar, y por dejar un apunte independiente de lo religioso, cualquier que pueda leer estas palabras, quédese con lo siguiente: (spoiler)
Esta película la vi cuando tan sólo contaba 5 ó 6 años de edad De política no tenía ni idea, de la época histórica en la que se realizó tampoco, del papel de la iglesia y demás tenía menos idea. Lo único que puedo decir es que esta película fue capaz de conmover a un niño de cinco años. Ya sé que muchos diréis que conmover a un niño con esa edad es fácil, pero muchas son las cosas que conmueven a un niño, aunque pocas duran en la memoria hasta los 29.
Creo, sin temor a equivocarme, que en muchas ocasiones se votan a las películas dependiendo de las ideas que nos mueven, ya sean políticas o religiosas, sobre todo en este último caso, en el que muchos ven ensalzamiento de la fe como algo negativo y automáticamente lo menosprecian (votan con un uno) sin valorar realmente las cualidades de esa película.
Se puede creer o no creer, pero está claro que el que no cree y arrambla de forma grotesca y airada contra esta película es porque tiene un problema, y no es un acto de fe, como diría un creyente, no, es un acto de impotencia y de imbecilidad como el que más porque lo primero es que no entiende, no se entiende ni él mismo mirándose en el espejo detenidamente: no eres más que nadie ni el más listo, eres igual a los demás.
Marcelino, pan y vino es un cuento, un bonito cuento sobre la soledad de tanto niño de antes que apenas tenían sus manos para jugar contra toda la tontería desbordante y exagerada de hoy día que causa mayor desconcierto, como se ve.
Marcelino es un niño en la sociedad pasada, sociedad representada como un convento, porque era así, las personas no eran más que frailes trabajando sin cesar, sin entretenimientos ni distracciones, no como la sociedad del consumo y el bienestar que hoy nos quieren presentar a toda costa. Así era y había sido siempre, en cualquier lugar del mundo, no sólo aquí. La cruz es su compañero en la soledad.
Y sólo el que es un violento se pone a atacar a aquel que decide (sea cura o no) apartarse (no esconderse) del mundo actual de apariencia y competitividad porque ve en la austeridad, en la humildad y en la espiritualidad mayor confortabilidad que tanto fuego de artificio. Tal vez sea una forma de envejecer más inteligente que andar engañando, o presumiendo como un pavo, o despotricando contra las ideas de los que no piensan como uno mismo. ¿Por qué los de siempre, esa gente tan pelma y cobarde, no dejan de mostrar tanta agresividad contra los frailes, personas que no se meten con nadie y que va a su rollo, es que no merecen que les dejen en paz?
Hay que criticar la película, no las ideas de los demás.
La película es buena y lo dice claramente.
He aquí un film enmarcado en un contexto histórico concreto pero atemporal. He aquí un guión soberbio y una interpretación infantil como pocas se han visto en la pantalla grande. He aquí una gran historia que emociona y emocionará a las generaciones venideras. Quienes tengan la mente obtusa y encuentren oscurantismo dónde sólo hay fe y sumisión al franquismo donde sólo hay calidad es su problema.
Una película que dentro de su marco y contexto histórico, en sí, es una película entrañable y difícil de olvidar por todos los españoles, porque todos, durante algún momento en su visionado, hemos derramado alguna que otra lagrimilla.
Además es de esas películas que han pasado a la historia de nuestra filmoteca nacional, porque es la película de una época y una generación, y en su momento fue lo mejorcito del cine nacional, y como no, por la grandiosa y emocional actuación de Pablito Calvo, donde su inocencia junto con sus travesuras, nos dio alegrías y tristezas en una época de post-guerra.
Por ultimo alabar también al director, al sr. Vadja, porque con los pocos medios que tenia a su alcance, consiguió crear una gran obra, y es que a veces las historias en si mismas pueden transmitir más que los efectos de hoy en día.