Malèna
Sinopsis de la película
Malena es la belleza más encantadora e irresistible de Castelcuto, un tranquilo pueblo de la soleada costa siciliana. Es nueva en el pueblo y, estando su marido en la guerra, cada paseo que da se convierte en un espectáculo que va acompañado de las lujuriosas miradas de los hombres y de los resentidos cotilleos de sus envidiosas esposas. Un ejército de flacos adolescentes en bicicleta la sigue allí donde vaya, con la única intención de observar su exquisita y arquetípica belleza. Pero entre ellos se encuentra Renato, un chico de trece años con mucha imaginación que lleva su deseo a unos límites de obsesiva fantasía.
Detalles de la película
- Titulo Original: Malèna
- Año: 2000
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
6.6
33 valoraciones en total
Mi admirado Giuseppe Tornatore no sólo narra aquí la enternecedora y calamitosa historia de amor secreto de un adolescente hacia la beldad del pueblo. Además de eso, despelleja sin piedad, un poco grotescamente (con toda la intención, sin alejarse en el fondo de la realidad de este mundo cruel) esos feos y repugnantes lastres y defectos sociales: la envidia, la maledicencia, el instinto borreguil, el dedo acusador, la falta de empatía y el malsano y oculto afán de la masa por condenar y lapidar (tanto figuradamente como literalmente) al primer cabeza de turco al que se le haya colgado una etiqueta que lo distingue.
En Castelcuto, un pueblecillo cualquiera de la geografía italiana, la maldad social se ensaña con la belleza local, Malèna. Es tan hermosa que a su paso detiene el tráfico humano. Todas las miradas se vuelcan en ella, y si las miradas pudiesen perpetrar lo que muestran, Malèna sería violada todos los días por hordas de salvajes que se dicen honrados ciudadanos de orden. Sería despedazada por hordas de mujeres envidiosas y amargadas que se dicen buenas, decentes y beatas, pero que se mueren por atraer siquiera la mínima parte de las pasiones que Malèna atrae, que se pirran por poseer su aura de fémina irresistible, que ella misma no pidió al nacer ni que alienta más que con su propia presencia.
Todas las lenguas murmuran, todas dicen comentarios soeces. Todas se erigen en árbitros y jueces malvados de la vida privada y de las intimidades de una mujer honrada (ella sí que lo es de verdad) que no ha hecho nunca más que vivir como cualquiera y sin hacer nada destacable.
Entre tantos malsanos pensamientos y afirmaciones, sólo una persona, sólo una, traspasa más allá de la superficie de hermosura, más allá del deseo y más allá de la propia vanidad herida por la belleza ajena que destapa la propia fealdad. Y es un chico de poco más de doce años, invisible, que se enamora, sin condiciones, de la mujer, no solamente del cuerpo, del rostro, de los andares.
Renato es el único que la conoce tal como ella es. Su protector en la sombra, aunque no pueda hacer mucho aparte de observar, ser testigo y mascullar maldiciones contra los malintencionados. Es el único que siente piedad. Y el único capaz de amarla, comprenderla y perdonarla siempre, siempre, en cualquier circunstancia.
Malèna es más que los sueños calientes de un jovencito sensible atrapado en un entorno cerril y zafio. Es el proceso de madurez del hombre que anida en él.
Es el amor verdadero. El amor verdadero es el que no es correspondido, escribe Renato en una carta clandestina de tantas en las que expresa lo que siente.
Giuseppe Tornatore, sabe como conmover con sus historias, es como volverse a reencontrar, con el viejo cine italiano de De Sica, Pietro Germi, Risi, etc. Después de cautivarnos con Cinema Paradiso, La leyenda del pianista en el océano , El hombre de las estrellas. Nos vuelve a cautivar con una dulce historia de melancolía, enmarcada en la Sicilia de la Segunda Guerra Mundial, basada en un relato de Luciano Vincenzoni, un autor cuyas obras han sido llevados con cierto éxito al cine, con una fotografía estupenda de Lajos Koltai, y una magnífica banda musical del gran Ennio Morricone.
Es una historia sencilla, de una hermosísima mujer Malena Scordia, cuyo marido ha tenido que partir hacia el frente, y la de un muchacho de unos catorce años Renato Amoroso. Estos dos seres, interpretados por una espléndida Monica Bellucci en un estado de suma gracia y un debutante convincente Giuseppe Sulfaro, no necesitan de diálogos ni de encuentros para entrecruzar sus historias y cambiar sus vidas para siempre.
Los devaneos de Malena con algunos hombres de la aburrida vida de Castelcuto, quedan disculpados tanto por el espectador como por Renato, el joven actor tiene en la cinta un interesante debut. El muchacho plasma con unos exquisitos toques de ternura y humor su despertar sexual adolescente.
Quizás el relato adolece de una importante carencia de diálogos, pero, ¿para qué se necesitan cuando Monica Belluci expresa más con sus dulces ojos que lo que podría decirse en cien páginas de guión?. Cabe también destacar la cómica interpretación de Luciano Federico como padre de Renato, un antifascista que al principio parece muy estricto, pero que al final acaba convirtiéndose en el amigo más comprensivo de su hijo.
Tornatore ha conseguido el mismo efecto que con Cinema Paradiso: que la nostalgia lo invada todo. La película en sí es un film que invita a mirar hacia atrás, a recordar los momentos dulces y amargos de la vida. Pero ante todo, es un canto a la dignidad del ser humano y a la necesidad de ser aceptados por los que nos rodean.
Quizás no sea una gran actriz, de acuerdo, pero Monica Bellucci es -hoy por hoy- la mujer más bella y sensual de la Vía Láctea. De eso no me cabe la menor duda. Quien diga lo contrario, miente como un bellaco. Ninguna mujer, repito, ninguna mujer de este planeta ni de cualquier otro admite comparación con esta diosa terrenal. Ninguna. Lo podría decir más alto pero no más claro. Es más, si dudáis de mi estoy dispuesto a jurarlo sobre la Biblia y a someterme al dictamen del polígrafo. Si dicho esto seguís creyendo que exagero, que no hay para tanto, es probablemente porque aún no habéis visto Malèna.
El día que lo hagáis, si no lo habéis hecho ya, corroboraréis mis palabras. Lo más probable es que Monica os deje estupefactos en su primera aparición y que vuestra expresión facial no cambie hasta los títulos de crédito finales. Permaneceréis un par de horitas con la mirada fija, clavada en la pantalla. Posiblemente se os descolgará levemente el maxilar inferior. En tal caso, os recomiendo un babero para no mancharos la camisa. A los asmáticos les aconsejo que tengan el ventolín a mano. La secuencia en la que a Malena le resbala la tira del negligé por el hombro dejando al descubierto su turgente seno diestro no es apta para cardíacos. Ni para personas con problemas respiratorios. Si superáis con éxito tan taquicárdico trance, estaréis prácticamente salvados. Habréis pasado la prueba de fuego y estaréis capacitados para disfrutar de un verdadero festín a base de contoneos y desfiles pueblo arriba, pueblo abajo. Un auténtico festival de tacones, medias, ligas, faldas ajustadas, camisas entreabiertas, labios carnosos y miradas voluptuosas. Sencillamente espectacular.
Saciados vuestros instintos visuales más primarios, tal vez vaya siendo hora de prestar algo más de atención a otros aspectos de la peli. Y aunque dicho lo dicho Malèna pueda parecer una simple peli-escaparate, nada más lejos de la realidad. Para empezar, está dirigida por Giuseppe Tornatore. Sí, el de Cinema Paradiso. Con ello quiero decir que -aunque Malèna no está al nivel de la peli con la que Tornatore se dio a conocer- un mínimo de calité sí lo tiene. Pero no sólo eso. Malèna cuenta con una fotografía (Lajos Koltai) y una banda sonora (Ennio Morricone) excepcional. En resumidas cuentas: 10 estrellas a Monica y 6 a todo lo demás dan como media 8 estrellas. Pues eso, un 8. Notable.
La belleza de Malèna (Mónica Bellucci) es el eje de la vida de un pequeño pueblo que no para de juzgarla, censurarla, atravesársele en el camino y condenar su viudez y su soledad. Hasta que aparece el niño-adolescente Renato (Giuseppe Sulfaro) en pleno uso de sus atribuciones calenturientas y de las fantasías propias del amante platónico.
Sólo él puede juzgar a la bella Malèna, sólo él puede decir que ella ha sido fiel a su desaparecido esposo y a las fantasías nocturnas que el niño sacude en un bulloso catre.
Lo mejor: el ambiente del pueblo, la vida familiar italiana cuando Mussolini está en el poder.
Con elementos de comedia y de una tragedia como de pueblo del Mediterráneo, Malèna es una irresistible película, ah, y Mónica Bellucci es Mónica Bellucci, una ola italiana.
La trama gira en torno a Malena (Monica Bellucci), mujer de una belleza y un atractivo impresionante capaz de dejar prendados a todos los hombres del pueblo de Castelcuto (Sicilia) y de despertar las envidias e iras que alcanzan el nivel de odio, en los corrillos que las mujeres del pueblo crean en cada rincón. Las miradas de éstas se clavan en Malena como dardos envenenados mientras se dirige a cualquier parte con su saber andar prodigioso, rodeada de un aura casi virginal que consigue incluso conquistar a un pobre chaval de casi 13 años que no sabe lo que le espera.
La obsesión por el atractivo de Malena se adueña del pequeño Renato Amoroso (Giuseppe Sulfaro), para mí el verdadero protagonista de la cinta, que con sus hormonas elevadas trae de cabeza a sus padres y apenas puede conciliar el sueño, inmserso en sus fantasías. Renato se convierte en el ángel de la guarda, en la sombra de Malena, siguiéndola allá donde va, subido en su flamante bicicleta luciendo unos para el ridículos pantalones cortos de los que desea desprenderse. A pesar de que el mundo está en guerra y la Italia de Mussolini se ha metido de lleno en la misma, el tema más importante a tratar en el pueblo no es Hitler ni el Duce, si no Malena, en boca de todos.
Una cinta que a pesar de ser un drama no pretende serlo, acercándose más a una pequeña fábula en forma de comedia, con la impresionante fotografía de Lajos Koltai (director de Sin destino, 2005) y la música de Ennio Morricone. Ambas categorías estuvieron nominadas a los Oscar. Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, La leyenda del pianista del océano) consigue crear una película bonita que sin igualar en fuerza a cualquier de sus otras obras, deja un buen sabor de boca y supone un espectáculo agradable e interesante, digno de agradecer.