Lotna
Sinopsis de la película
Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Lotna es un magnífica yegüa árabe, el orgullo de su dueño, demasiado viejo para motarla, aunque ella le sigue siendo fiel. La caballería polaca (los famosos ulanos) está también orgullosa de su tierra y de sus reglas de lealtad y costumbres. El ejército alemán está llevando a cabo ataques sorpresa con tanques, un arma desconocida para los caballeros polacos, incapaces de luchar contra ese salto tecnológico. El enfrentamiento entre ambos mostrará que una forma de entender la vida ha llegado a su fin.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lotna
- Año: 1959
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
6.3
90 valoraciones en total
Durante el desarrollo de los primeros episodios de la Segunda Guerra Mundial, que tienen como eje Polonia, se asiste al deslumbrante contrapunto bélico entre los nacionales, munidos con un armamento precario y caballería, contra los temibles tanques germanos, que rodean en una población a una partida de soldados polacos. El nombre de la yegua que origina el epígrafe del film parece casi un símbolo de esta disparidad y es apetecido por distintos miembros del ejército polaco, que hasta incluye la posibilidad del hurto. Es un soberbio ejemplar blanco con algunas manchas grisáces que estaba alojado en los límites de una fastuosa mansión, un pura sangre árabe. En el ínterin ocurrirán episodios de corte romántico, todo en el escenario pesadillesco otorgado por los insistentes bombardeos de tanques y granadas. La película irradia algo humano, toca la sensibilidad y tiene gratas imágenes en todo momento, incluyendo los despliegues belicosos.
La película se sitúa en algún punto impreciso entre la elegía de la etapa histórica que declina (Il gattopardo, Lancelot du lac…), la exhibición bélica (Alexander Nevski) y la oda a la belleza equina (acude a mi mente el célebre caballo de Stubbs).
…
La sensibilidad del siglo XXI entiende el belicismo no sólo como una rara avis, sino como un extremo indeseable: un fracaso. La diplomacia, la guerra informativa o la batalla de la opinión han sustituido los aceros y la pólvora, pero durante la casi entera totalidad del paso del ser humano por la Tierra la guerra ha sido el principal elemento, enseñoreado, de contacto entre países. Cientos y cientos de siglos antes de que los misteriosos pueblos del mar arrasaran la más misteriosa aún civilización hitita, ya dejaron los prehistóricos muestras, en la Cueva del Civil en Castellón, de enfrentamientos entre grupos de arqueros rivales, hace miles de años. En muchas ocasiones, el resultado de la guerra no se reducía sólo a la conquista territorial tanto como al choque entre culturas diferentes, entre tecnologías y mundos dispares. El impacto de lo nuevo, de lo desconocido. ¿Qué fascinación no debieron sentir los tlaxcaltecas, buscando aliados para enfrentar a Moctezuma, al ver esas barbas bien pobladas de los exploradores españoles y comprobar cómo aquellos extranjeros controlaban el rayo y el fuego a través de sus refulgentes alcabuces?
En Lotna, Wajda capta la desolación de un pueblo, el polaco, que se siente empequeñecido, y asombrado, ante la tecnología desarrollada por el vecino alemán. Ve cómo sus caballos, los mismos que se impusieron ante el cuatro veces más grande ejército de Suecia en Kirchholm hace unos siglos, se quiebran frente al peso de los tanques del ahora. Es, de alguna forma, mostrar cómo el presente, indestructible, acaba aplastando un pasado ya estéril. Creo que Wajda lanza, en suma, una mirada poética y claudicante a las impresiones que la guerra puede causar en el espíritu de un pueblo.
Gracias.