Los sobrevivientes
Sinopsis de la película
Cuba. Una familia aristocrática de ascendencia criolla con una visión del mundo contrapuesta a la de la revolución, espera que se produzca un vuelco histórico que le permita conservar su riqueza y sus privilegios. Mientras tanto, vive ignorando el paso del tiempo y el triunfo de la Revolución Castrista de 1959.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los sobrevivientes
- Año: 1979
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
6.4
53 valoraciones en total
Otra fábula de Gutiérrez Alea de sesgo político/negro en clave de comedia. Una familia aristocrática criolla se aisla e ignora el triunfo de la Revolución castrista en 1959, intentando vivir en su mundo de privilegios y riqueza.
La sátira está siempre presente y aunque no es redonda, Los sobrevivientes se conserva bien, con dardos brutales hacia la Familia, hacia los canones religiosos, la moralidad (siempre tan falsa) , la vacua y presunta educación, la burguesía…
Alea es muy hábil para, aún dentro de una perspectiva indisimuladamente proletaria/izquierdista, regar con humor negro, absurdo y atinado la narración, siendo a veces realmente tan lucida como lúcida.
Me recuerda al cine de Saura de los 70, me trae a la memoria la tragicomedia de Berlanga. Y ese final, en medio
de la más absoluta decadencia y decrepitud (la saga de los Buendía de García Márquez…), metáfora definitiva de lo que pretende (el canibalismo, el hombre se come al hombre: así seguimos y seguiremos).
Algo limitada en lo técnico, merece respeto cuando no algo más que eso, solo por su capacidad de muestra desde lo humano, social y político, desde la farsa hasta la tragedia.
P.D.: Cada hombre nace, sueña su sueño, y luego muere .
Tomás Gutiérrez Alea es sin duda el director limítrofe por excelencia.
Sus películas nos hablan de esa frágil línea divisoria que existe entre la revolución y
la degradación, entre el hombre como lobo del hombre y el hombre como creador de su propio mito, entre el disfraz y la osamenta.
En Los sobrevivientes, nos muestra un mundo en el que el tiempo parece haberse perdido, o más bien ‘dilapidado’, ‘desperdiciado’. Los personajes principales son entelequias, marionetas de un orden social endeble, y portadores de una psicología ni siquiera aberrante, sino lechosa, aguachenta, subhumana. De algún modo, vuelve a mi mente el síndrome de Macondo, que contamina a todos los países latinoamericanos en un inmenso porcentaje, y que ninguna revolución puede abolir, a menos que sea una revolución de las conciencias.
¿Y cómo revolucionar las conciencias? El cine de Alea nos remite a una cierta pasividad de sus personajes, envolviendo sus decisiones en una mitología coherente y nada remilgada, pero dejándolos siempre en manos de un destino que desconocen. Y es que la conciencia no se cambia desde afuera, sino desde los mismos cimientos. La aventura del hombre frente a lo desconocido, que podría ser el lema central de una historia verdaderamente humana del Cine, no pasa, en este filme, de una crítica a los instintos acartonados que rodean toda existencia sin propósito.
Los primeros años de la Revolución Cubana fueron argonáuticos, míticos. Todo estaba por hacer, el poder era simplemente una bola de fuego y no el báculo del Profeta. Testigo privilegiado de esa época, Gutiérrez Alea pudo hacer un cine desinhibido que daba cuenta de esa fricción entre dos mundos, uno que se acababa y otro que llegaba para quedarse. Como esferas coalescentes, esos dos mundos (lo he vivido por mi propia experiencia) viven uno dentro de otro, aún hoy en día, deformados y estigmatizados hasta lo indecible.
Pues, en Cuba, de algún misterioso modo, la revolución del 59 nos convirtió a nosotros, nacidos dentro de ella, en náufragos de dos mundos, y hasta que otra revolución no venga a derogar las ruinas de esa Rueda Mítica que se detuvo (El día que la revolución se detuvo, título para un posible remake de inusitada actualidad), los cubanos en Cuba seguirán siendo nada más que sobrevivientes.
Nos cuenta la historia de los Orozco, una nutrida familia criolla aristócrata, que tras el triunfo de la Revolución y la consiguiente pérdida de privilegios, deciden resistir dentro de las paredes de su mansión con la esperanza de que las cosas cambien y la Revolución fracase, para lo cual cuentan con la ayuda de Vicente Cuervo, administrador de su fábrica que es promocionado para la ocasión a apoderado de todos los bienes de la familia y el apoyo de parte del clero que para la ocasión también se establecen en la casa.
Mas o menos van tirando hasta que ante el revés que supone para ellos el fracaso del intento de invasión de Bahía de Cochinos, deciden enroquarse aun mas y tras acaparar víveres y vaciar su cuenta corriente para prevenir embargos de cuenta y demás (al cambiar el papel moneda se encuentran con todo un problema) se disponen a resistir numantinamente hasta la esperada caída de Castro.
Para acabar de ponérseles las cosas difíciles, los criados se sublevan y tras hacer otra suerte de revolución (a imagen y semejanza de la que izo a Castro al poder) se rebelan y los abandonan a su suerte.
A partir de aquí, con los Orozco pasando hambre (impagable la cacería de un gato entre los muros de la mansión por parte de toda la familia vestidos para la ocasión con perros, sombreros y demás parafernalia de cazadores) asistimos a la descomposición moral y física de la familia y a los truculentos y macabros métodos que se ven abocados a utilizar para subsistir, tenemos una película muy divertida y cruelmente satírica (además de descacharradamente macabra) para con el modo de vida de la aristocracia cubana pre-revolución, que independientemente de las filias y fobias políticas de cada cual y teniendo en cuenta el lugar y la época en la que vio la luz resulta brillante en su ejecución y a los espectadores de esta parte del Atlántico nos hace recordar en bastantes fases del metraje a nuestros Leguineche.
Absolutamente recomendable.