Los hijos de la noche
Sinopsis de la película
Un grupo de marginados celebran la Nochebuena cantando y bailando por la calle. Al mismo tiempo, un millonario celebra la fiesta ofreciendo una gran cena a sus amigos. Este hombre recibe un telegrama de su hermana de América que le anuncia su visita después de más de veinte años sin verse. Como, a través de sus cartas, siempre le hizo creer a su hermana que lleva una vida familiar ordenada, necesita a dos personas que representen este papel. Por consejo de su mayordomo, dos ladronzuelos, la Inglesita y el Piruli, se hacen pasar por sus hijos, y Currinchi por el profesor de ambos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los hijos de la noche
- Año: 1939
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
5
38 valoraciones en total
No puedo criticar esta película objetivamente porque cuando la gran Estrellita Castro canta eso de Despierta Carmelita hermosa… recuerdo que era uno de los villancicos preferidos de mi madre y que cantábamos todos con ella.
Año 1939. La guerra civil incivil terminaba y empezaba otra, más terrible aún. Y había gente que se animaba, con pocos medios, a hacer una película del género Navidad, que tanto se prodigará después, con mejor factura, pero con menos ingenuidad y buena fe.
Claro que no es buena película técnicamente, y los diálogos de Mihura a veces aciertan y a veces se pasan de falta de gracia…Está bien, desde el principio, el contraste entre la gente con pasta en una escena tópica y la pobre gente. Yo recuerdo una nochebuena con una familia gitana, una caja de polvorones y una botella de anís. Inolvidable. Al aire libre, como en esta película.
Miguel Ligero, el actor más popular entonces, porque llegaba a la gente corriente. Y Julio Peña que iba a tener tan buena carrera.
Me encanta la escena del chotis en la taberna, cuando creen que van a comer y se tienen que acostar con hambre.
Con unos ingredientes de poesía y de lirismo, podría ser un precedente del neorrealismo italiano.
Solo por oír cantar a Estrellita, entonces en su esplendor, a los 33 años, compensa ver esta película.
Le sobra un poco de metraje y se podrían haber ahorrado escenas que no aportan nada.
Esta película ilustra perfectamente el tópico clásico de que el español por encima de sus penas y de sus miserias siempre ha sido alegre y que poder cantar supone un alivio. Es difícil de entender como los protagonistas de esta historia estando tan necesitados se ponen a cantar villancicos por las calles cuando están pasando hambre. Hay algún momento conmovedor cuando uno de los personajes dice estando hambriento que cree que él y sus amigos se merecen mejor suerte pero conforme avanza la película la narración pierde el tono de sincero realismo aunque endulzado por haber cantado para adentrarse en los terrenos del folletín más vulgar. La película en su conjunto resulta bastante desequilibrada ofreciendo una indefinición genérica que no acaba de convencer ya que la parte dramática resulta demasiado tópica y previsible mientras que la parte que pretende ser cómica e incluso delirante resulta totalmente artificial. Los intérpretes hacen lo que pueden en función del muy irregular guión que sirve de base al proyecto. Hay escenas en las que aciertan pero hay otras escenas en las que se nota demasiado que a Perojo le falló el pulso en la dirección lo cual era algo insólito en un cineasta que por lo demás siempre controló muy bien tanto a los actores como al tono en sus películas. Pero a pesar de los defectos apuntados este es un film que merece ser respetado por suponer una muestra de cine auténticamente popular hecho para el pueblo llano de entonces y también para el de ahora si se hace el intento de situarse en la época de su filmación.
Un cuento de Navidad en tiempos de Guerra, o estando en su término. Al principio parece un drama pero rápidamente pasa a ser una auténtica comedia musical, las actuaciones parecen más de un teatro, o de un vodevil, son demasiado gestuales y eso le resta seriedad a la película.
Eso no desmerece los ratos de buen humor que nos enseña, sobre todo Miguel Ligero, el actor más de moda de aquellos tiempos.
Por otro lado es de agradecer, que en tiempos tan malos, alguien se arriesgara a hacer una película que pudiera sacar una sonrisa a muchos españoles, a los que no les sorprendería demasiado como no tenían nada para llevarse a l boca en Nochebuena pero con que alegría recorrían las calles cantando esos villancicos que se convierten en oro en la voz de la Inglesita (Estrellita Castro).
El final es bastante bobalicón y le quita algo de seriedad a la cinta. Me ha parecido una peli interesante analizándola, como siempre digo, desde el punto de vista de situarse en esos años y con aquellas carencias en todos los sentidos. Le doy un 6.
Como el comentario de esta película no me inspira muchos párrafos, he decidido tras una breve introducción del film que comienza en Nochebuena, describir cómo he vivido desde pequeño estas fiestas. Los hijos de la noche no deja de ser una simpática comedia musical que recrea las diferencias abismales entre dos realidades sociales, durante la Navidad. Donde los ricos son unos hedonistas de opereta bastante estúpidos y los pobres tienen que servirse de la picaresca para sobrevivir. Filmada por el irregular Benito Perojo a la medida de los dos protagonistas y estrellas de la época, Estrellita Castro que interpreta las canciones con su gracejo habitual y el inefable y pícaro Miguel Ligero, rodada en Cinecittá, Italia, mientras España se desangraba en una brutal Guerra Civil. Una mezcla ingeniosa de comedia sofisticada con tonos de un cierto neorrealismo precoz.
El sabor de la navidad para mí comienza, cuando escucho a los niños de San Ildefonso cantar los números de la Lotería, desde pequeño sabía que ese día en el que comenzaban las vacaciones escolares, que ahora es bautizado como el día de la salud, pues todos nos congratulamos de que aunque no nos toque la lotería, al menos, tenemos salud. En Nochebuena íbamos pidiendo el aguinaldo a los vecinos cantando villancicos con la zambomba y las panderetas y mi madre siempre tenía un plato de turrón y dulces navideños en la mesa camilla que escondía un brasero, aquella noche cenábamos en familia un menú especial, dentro de nuestra humilde economía e íbamos a la Misa del Gallo.
Luego llegaba el día de Navidad y San Esteban para ir al parque navideño, dábamos la inocentada por los Santos Inocentes y en Nochevieja, tras comernos el pavo y las uvas, bailábamos o veíamos el especial musical de la tele. El día de año nuevo nos despertaba la Filarmónica de Viena, interpretando los valses y las polkas de la familia Strauss, nos felicitaban el año nuevo y no faltaba El Danubio Azul y la Marcha Radetzky para finalizar el concierto. Los saltos de esquí de Garmisch, eran el aperitivo de una copiosa y animada comida como marcaba la tradición. Finalmente tras la Cabalgata de Reyes, del día 5 de Enero, esperábamos impacientes a que llegara la mañana siguiente para ver los regalos, si habíamos sido buenos chicos…
Este relato nostálgico y melancólico me evoca un tiempo de ilusión y esperanza que a medida que nos hacemos adultos va desapareciendo, pero siempre me quedará la alegría de volver a ver como cada navidad en algún canal de TV. Qué bello es vivir, volveré a odiar al avaro Potter postrado en su silla de ruedas y derramaré alguna lágrima por George Bailey y la cantidad de amigos solidarios que representan el espíritu navideño.
¡FELIZ NAVIDAD! PARA TODOS LOS USUARIOS DE FILM AFFINITY