Lola
Sinopsis de la película
Lola, una cantante de cabaret, seduce al señor von Bohm, un delegado de urbanismo. Al honrado funcionario se le plantea un grave conflicto moral cuando descubre que el cabaret es la tapadera de un burdel y las cantantes, prostitutas. Se inspira en El ángel azul de Josef von Sternberg y forma parte de la trilogía de Fassbinder sobre la Alemania de la posguerra junto con El matrimonio de Maria Braun y La ansiedad de Veronika Voss.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lola
- Año: 1981
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
7
29 valoraciones en total
Dirigida y coescrita por Fassbinder, es la tercera entrega de la trilogía sobre la RFA. Inspirada libremente en la novela Profesor Unrat , de Heinrich Mann, y en su primera adaptación al cine ( El ángel azul ), se rodó en 30 días (abril/mayo, 1981), con un coste de 3,5 M. de marcos.
La acción tiene lugar en 1957 en Coburgo, pequeña ciudad bávara. Presenta tres personajes: el nuevo delegado de urbanismo del Ayuntamiento, el ingeniero Von Bohm (Armin Mueller-Stahl), separado, culto y honesto, una bella muchacha, Lola (Barbara Sukowa), que canta y se prostituye en Villa Fink, y el promotor inmobiliario Schuckert (Mario Adorf), enriquecido con el contrabando y la especulación del suelo, felizmente casado, que tiene a Lola como amante oficial. De la mano de éstos, el autor desarrolla una fábula demoledora de la sociedad, advenediza y sin principios, que se enriqueció en los años del milagro alemán . El promotor es la imagen de esta sociedad y Lola, una de sus víctimas, se ve obligada a sobrevivir en un ambiente opresivo de explotación y abusos. Von Bohm, persona de principios, es incompatible con los desafueros de Schuckert, con quien confraterniza al principio, mientras se enamora de una muchacha seductora y angelical, Marie-Louise. Schucker y Von Bohm no podrán evitar su enfrentamiento, que estalla cuando éste visita, empujado por su auxiliar Esslin (Matthias Fuchs), Villa Fink y constata que Marie-Louise es Lola. Los recursos defensivos y ofensivos de la sociedad acomodada se activarán en diversos frentes, con astucia y crueldad. El autor recuerda la ocupación militar del país (soldado americano de color), la división de Alemania (refugiados del Este), los horrores del nacismo (cita de Danzing), el militarismo (monumento al coronel Claus von Stauffenberg, autor del atentado contra Hitler en la Guarida del Lobo ). Explica con humor la obsesión de los alemanes por la puntualidad, las preguntas y las respuestas concretas, el orden, etc. Con acidez se refiere a la implantación de la TV, al aburrimiento de los informativos, a la megalomanía urbanística (fotocomposición del despacho del alcalde) y a las pintorescas manifestaciones izquierdistas. No faltan guiños al amor homosexual.
La música incluye una banda sonora vibrante de cuerda y viento. La fotografía mueve la cámara con una intensidad que culmina en el travelling a tres vueltas alrededor de la mesa de la Comisión de urbanismo. Se deleita con primeros planos de Lola. Los colores, intensos, se acompañan de llamativas iluminaciones en azules (honradez) y rojos púrpura (corrupción). El guión, escrito con pasión, ofrece una narración barroca, densa y sobrecogedora, de tintes apocalíticos. La dirección muestra interés por todos los delirios humanos , por la poesía que es triste porque sale del alma y por el apasionado idealismo de don Quijote.
La fuerte carga ideológica de la película no desluce el excelente drama de amor y corrupción que contiene.
Ácida y desesperanzada mirada de la Alemania Federal de finales de los cincuenta, Lola recrea los ambientes que ya mostrara Von Sternberg en El ángel azul , y es sin duda una magnífica obra realizada por Fassbinder, acaso uno de los más firmes herederos del espíritu del joven cine alemán , nacido en los años sesenta y aparentemente enterrado poco después.
La película describe con crudeza el ambiente corrompido de una sociedad acomodaticia en la que los poderosos hacen y deshacen a su antojo, comprando y vendiendo voluntades, personas e ideales. Este mercadeo es simbolizado por el burdel en que actúa Lola, y por el que van pasando todos los personajes que protagonizan el filme. La llegada a la ciudad de un nuevo delegado de urbanismo aparentemente incorruptible trastocará los equlibrios existentes, al menos hasta que muestre un definitivo punto débil, que la élite sabrá aprovechar, integrándolo en su seno.
Más allá del argumento la película destaca por su magnífica realización, en la que sorprende la fuerte tonalidad que impregna los ambientes y personajes de la historia. Aprovechando los colores intensos del burdel, Fassbinder cubre literalmente con ellos la práctica totalidad del filme, siendo muy llamativos e intencionados los contrastes entre colores cálidos (rojo) y fríos (blanco-azulado). Hay incluso algún plano en el que distinguimos una clara gradación cromática de cálido a frío, caso de la escena rodada en el interior del citado local, en el que dichos tonos se plasman en las espaldas de tres mujeres. Los movimientos de cámara son también fruto de una cuidada planificación, así como de un evidente afán por mostrar estilo cinematográfico. El guión, sin ser maravilloso, tiene algunos momentos brillantes, especialmente en las conversaciones que mantienen el delegado Von Böhm y su subalterno Essling. Además la película se beneficia de unas interpretaciones francamente buenas, encabezadas por el soberbio trío protagonista.
En conclusión, una obra muy recomendable y de considerable interés por su visión crítica de una época frecuentemente idealizada en la historia alemana, y que cuestiona abiertamente las bases sociales e ideológicas de la sociedad de posguerra.
Esta película tan barroca, que no he vuelto a ver, supuso cuando la vi en 1982 mi descubrimiento del cine. Nunca antes me había percatado del movimiento de la cámara, de los tonos de rojo, del humo del tabaco…Una excelente oportunidad para acercarnos a Fassbinder, un director muy prolífico con varias películas excelentes, especialmente la trilogía Lilí Marlen, El matrimonio de María Braum y la que nos ocupa.
El término autor, utilizado frecuentemente para referirse a determinados cineastas alcanza el sentido completo cuando uno visiona una película de Rainer Werner Fassbinder. La genialidad y el estilo del director alemán se pone de manifiesto desde el primer fotograma de cada una de sus películas, sin que Lola resulte una excepción. Desde el comienzo de la película uno se siente preso de un magnetismo brutal, de una necesidad urgente de conocer a los personajes, y de identificar la naturaleza humana que, para bien o para mal, rebosa en todos ellos. Oscuridad, iluminación en tonos verdes, rojos y malvas, diálogos en los que los que se manipulan compulsivamente objetos, y personajes cuyas emociones son llevadas al límite son sólo algunos de los signos de identidad de esta obra.
Una de las primeras frases que se pronuncian en la película es Todos los poemas son tristes, que recuerda sin duda a aquel verso de Jim Morrison que rezaba Todos los poemas esconden un lobo…, y con ella se pretende prevenir al espectador de lo que se va a encontrar a lo largo del film. Belleza y tristeza como elementos inevitablemente unidos por la desesperanza.
Igualmente, con una frase, el protagonista de la película nos avisa de lo que subyace latente en su ser. Así, el Señor Von Bohm, funcionario disciplinado y dócilmente integrado en un sistema podrido, manifiesta Me interesan las pasiones sin esperanza, y se trata precisamente de una pasión, en forma de mujer, la que dinamita su personalidad. Y es que siempre resulta inevitable destacar a las mujeres de Fassbinder, complejas, fascinantes y peligrosas hasta límites inimaginables, capaces de llevar a cualquier hombre al borde de un abismo. Aunque con algunos rasgos diferenciadores son comparables en muchos casos a las mujeres de Godard, y es que todo cinéfilo recuerda perfectamente a Marianne, el personaje que encarna A. Karina en Pierrot el loco, mirándose al espejo y diciéndole a su coprotagonista Veo la cara de una mujer enamorada de un hombre que está a punto de tirarse por un precipicio. No obstante, también hay que destacar que en el caso de Lola, Fassbinder nos muestra mucho menos al personaje femenino que en otras de sus películas, como por ejemplo en la magnífica El matrimonio de María Braun, y que realmente el precipicio al que se ve abocado el Señor Von Bohm le hace al mismo tiempo recuperar la dignidad y reaccionar ante un sistema corrupto y al servicio de los poderosos. Y es que, como pregunta uno de los personajes del film ¿prefieres vivir en un mundo sin moralidad donde todo es malo y corrupto?
La revolución debe decidirse en las horas entre la noche y el día (Armin Mueller-Stahl, en Lola).
Málaga, a 5 de Diciembre, de 2014.
No se como Fassbinder se las arreglaba para llevar ese frenético ritmo de trabajo, pero raro era el año que no estrenaba 2 o 3 películas. No es de extrañar pues que habiendo muerto con tan solo 37 años legase una filmografía no poco desdeñable (y todo sin contar obras de teatro): nada más y nada menos que 38. Él fue uno de los padres del nuevo cine alemán. Uno de los que demostró que el séptimo arte aun seguía vivo en Alemania.
Si el expresionismo había sumido al cine alemán de los años 20 y 30 entre las sombras, este nuevo cine de los años 80, Fassbinder lo iluminó con luces de neón. Y es que no podía ser de otro modo. El neón, el burdel y la prostitución de la moral. Que trilogía tan apropiada. Entre comedia y drama, Lola, nos devuelve a ese espíritu de El ángel azul. Con una grandiosa Barbara Sukowa en el papel protagonista, se nos muestra esta peculiar caricatura de la sociedad alemana. ¿Caricatura? A veces hasta lo dudo.