Lluvia negra
Sinopsis de la película
La lluvia negra la constituyen las particulas radiactivas procedentes de la explosión de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki. Basada en una famosa novela de Masuji Ibuse sobre la devastación causada por la bomba atómica, Lluvia negra relata las consecuencias de la explosión atómica en Hiroshima. La película se centra en la historia de una joven, Yasuko, que se vio sorprendida por esta lluvia radioactiva que cayó en los alrededores de la tristemente célebre ciudad. Las posibles consecuencias de su contacto con la radiación han dado lugar a un sinfín de habladurías entre los pretendientes de la joven: ¿estará enferma?, ¿podrá tener hijos? Su familia rememora aquellos días aciagos, tratando de conjurar el peligro que la acecha.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kuroi ame (Black Rain)
- Año: 1989
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
7.7
99 valoraciones en total
Cuando la belleza es robada no existe el consuelo, tan sólo los recuerdos de tiempos mejores. El relámpago se atraviesa en el cielo, pero un gran relámpago el 6 de agosto se cruzó en la vida de millones de personas.
La belleza arrebatada y perdida deambula por las calles de una Hiroshima post-apocalíptica. El hermano que se niega a reconocer a su familiar más cercano, mas joven, hasta que la cruda realidad se hace inmediata.
No hay consuelo en una sociedad que castiga a los desamparados, a los que quedan ciegos, a los locos que se auto recluyen esculpiendo estatuas que muestran su dolor, en jóvenes que han perdido su belleza, en leprosos de la sociedad moderna.
Las heridas de una guerra son muy amplias. Tanto y tan abiertas que no se cicatrizan ni con el paso de cien años…
La soledad, el dolor y la terrible angustia de ver como mueres de la peor manera: sin que la sociedad reconozca que eres un ser humano.
¿Nos sentiremos alguna vez como salmones a contracorriente?
Tal vez sólo nos quede un puñado de lágrimas negras.
El inicio de ¨Lluvia negra¨ (Kuroi ame), es con la toma de toda la Isla Hiroshima en silencio, ubicándonos en el día del lanzamiento de la bomba atómica, las siguientes escenas, son de los pobladores que realizan sus tareas como cualquier día, pero después un breve momento, se inunda la oscuridad en la pantalla, acto seguido la destrucción y el caos, Hiroshima ya no existe, sólo quedan escombros, en donde los sobrevivientes, creen haber llegado al infierno.
Las primeras escenas son las más conmovedoras y arrebatadoras que haya visto en muchos años en una película, transmiten el desconcierto, la impotencia sobre una de las mayores tragedias que ha vivido no sólo Japón si no la humanidad, el uso del desenfoque en las primeras escenas de la explosión, dan una sensación de estar ante una pesadilla, la dirección y fotografía tiene un tono clásico, siendo un gran punto a favor de esta.
Después de la explosión se produce la Lluvia negra, hecho que le da título a la película, y que constituye el elemento más importante a largo del film, en la consecuencia que generó en los años con los sobrevivientes, siendo una de las personas expuestas a esta lluvia, Yasuko, la protagonista de la película, que habiendo quedado huérfana, es acogida por la familia de su Tío, el que la quiere como una hija, buscando que forme sus propia familia, pero esto no será una labor muy fácil, a pesar que Yasuko es una bella joven, pero existen cuestionamientos sobre su salud, que no hacen una buena candidata para el matrimonio.
Es así, que la historia, nos va trasladando a los días de la tragedia de Hiroshima, mostrándonos la locura del ser humano, su capacidad destructiva, que a veces parece que no tiene límites, nos cuenta los efectos que radiación, la convivencia, la intolerancia, el prejuicio, las víctimas, ya nada volvería ser igual, se podrá reconstruir la ciudad, los edificios, las calles, pero una vida destrozada no puede ser reconstruida, esto es lo que Imamura no narra, nos lo restrega en la cara, nos lo grita con el silencio, con ese estoicismo japonés, los protagonistas cumplen con su deber de ser víctimas, que aceptan su destino.
Se trata de una de las mejores películas antibelicista de los ochenta, sino la mejor, con una gran trabajo de dirección, una fotografía extraordinaria, una historia que atrapa y sacude al espectador de principio a fin, cuando el mensaje llega de una manera tan clara y dura, es difícil sentirse indiferente.
El 6 de Agosto de 1945 una bomba atómica lanzada por el ejército estadounidense sobre Hiroshima mató a 150.000 personas antes de que cayese la noche, y se estima que el balance final de víctimas asciende a medio millón, incluyendo todas aquellas víctimas inconscientes de la exposición a la radiación. Y de esas víctimas habla precisamente Black Rain. Con una suntuosa fotografía en blanco y negro y una elegante dirección, Shohei Imamura (una de las perlas del cine japonés) convierte en imágenes las memorias de un grupo de supervivientes de aquella tragedia (está basada en la adaptación del diario del propio personaje protagonista, Shigematsu Shizuma). Confrontando la crudeza de los días posteriores a la explosión con la aparentemente vida tranquila, años después, de unos supervivientes incapaces de escapar de las consecuencias de aquella, el film se convierte en un documento certero y descarnado de los horrores de una guerra, de todas las guerras, y del dolor de sus siempre inocentes víctimas.
Dicen que la memoria de nuestro pasado es indispensable para que la humanidad no vuelva a cometer los mismos errores una y otra vez. El cine, como todo arte, siempre ha tenido una responsabilidad importante para recordarnos esos hechos brutales. La primera película que viene a la cabeza es La lista de Schindler, una maravilla legada a las siguientes generaciones sobre la barbarie humana. Pero aquella no fue, por desgracia, la única barbaridad perpetrada durante la Segunda Guerra Mundial. Hay muchas más, muchas de las que algunos prefieron no acordarse por la parte que les toca. Y Black Rain resulta ser una obra poderosa e indispensable para ello, uno de esos filmes que duelen, que se sufren, pero que en el camino hacen todo lo posible por hacer del mundo un lugar más justo.
Podríamos dedicar un buen párrafo a comentar la estupenda fotografía en blanco y negro, llena de matices y aciertos. Podríamos glosar la sobrecogedora recreación de una Hiroshima devastada, que es brillantemente mostrada por medio de dramas particulares e imágenes concretas (el encuentro entre hermanos, las ruinas, los calcinados cadáveres, los muertos vivientes que se arrastran por las calles…). Deberíamos admirar el sabio uso del tempo narrativo que demuestra el director, la habilidad con que intercala los flashbacks, y ese prodigio de prólogo, en el que la vida cotidiana se disloca para siempre. De todo ello podría escribirse mucho, al igual que del magnífico guión y las estupendas interpretaciones, pero todo es secundario ante la fuerza de lo narrado.
Imamura construye una película que navega entre los traumas y estigmas de la guerra y el bombardeo atómico, sirviéndose de personajes corrientes, hombres y mujeres cuyas vidas quedan alteradas para siempre. Al realizador le es innecesario recurrir a efectismos, la verdad, contada tal cual fue, resulta de por sí bastante terrible como para añadir más dramatismo del estrictamente preciso. Sobre los supervivientes, traumatizados por las escenas de muerte y desolación presenciadas, pesa además el estigma de una muerte anunciada, víctimas de la silenciosa pero implacable radiación. En efecto, la lluvia negra que cae sobre Yasuko constituye una mancha imborrable que la perseguirá siempre, pues es el símbolo de un futuro truncado, terrible verdad que se anuncia en el rechazo de sus posibles pretendientes, y sobre todo, en ese plano sobrecogedor en el que descubre que se le cae el cabello. Todos los personajes que componen el filme sobreviven acosados por similares angustias, sabiendo, tras cada funeral, que muy pronto pueden ser ellos los que mueran, y vivir con esa certeza constituye una tortura imposible de soportar. No sólo los cuerpos se resienten, sino también las mentes, incapaces de asimilar el horror vivido y el que queda por vivir, más aún cuando siguen sin poder explicarse el por qué de su sufrimiento, el por qué de la bomba, tan sólo les resta -a algunos- la esperanza de una milagrosa curación, o el amor que sienten por los que aún siguen vivos.
Película imprescindible por su ejemplar disección del dolor humano ante la sinrazón de la guerra y sus secuelas, resulta de visión obligada para cualquier persona.
Me extraña mucho que no apareciese esta gran película en Film Affinity hasta hace muy poco, y mucho más que muy pocos usuarios la hayan visto. La recomiendo al 100%, es una de las películas mas humanistas que he visto dentro del cine japonés.
Imamura, director por lo general un tanto exagerado en la manera de contar sus historias, realiza con Lluvia negra su film más comedido. La historia de la chica casadera afectada por la radiación de Hiroshima (explicada magistralmente mediante flashbacks) es conmovedora como pocas. Creo que no exagero si digo que esta película está a la altura de las grandes películas japonesas clásicas.
No quiero contar nada más del argumento, pero si recomendárosla, en mi opinión está a la altura de Vivir de Kurosawa o El intendente Sansho de Mizoguchi.