Venganza de mujer
Sinopsis de la película
Un hombre, de vida más bien licenciosa, es acusado del asesinato de su enferma, neurótica e insufrible esposa. Pero él tiene razones para sospechar que la culpable tiene que ser una de las muchas y enigmáticas mujeres que lo rodean.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Womans Vengeance
- Año: 1948
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6.5
30 valoraciones en total
Lo espiritual, lo esotérico y la metapsicología, fueron temas que interesaron muy seriamente al escritor y filósofo británico, Aldoux Huxley (1894-1963), a quien se considera uno de los mayores representantes del pensamiento moderno. Amplio conocedor del pensamiento de Rabindranath Tagore, Jiddu Krishnamurti, Swami Prabhananda y muchos otros autores espirituales (uno de sus libros favoritos fue, El Libro Tibetano de los Muertos). Huxley, autor de novelas tan celebradas como Point Counter Point (Contrapunto, 1928), Brave New World (Un Mundo Feliz, 1932) o The Genius and the Goddess (El Genio y la Diosa, 1955), fue también el autor de un cuento titulado, The Gioconda Smile (La Sonrisa de la Gioconda, 1938), el cual fue trasladado al teatro y luego convertido a guion cinematográfico por él mismo.
Fue el director húngaro, Zoltan Korda, quien se animó a dirigirlo, haciendo él mismo las veces de productor, y con pequeños giros, pero, fiel a la trama original de Huxley, se rodó con el título, <>, y el resultado en una brillante realización, muy bien guiada en toda su estructura, lo cual posibilita varios niveles de lectura bastante interesantes:
El primero, enmarcado en el estudio psicológico, es el progresivo trastorno psíquico que va desarrollando una mujer de mediana edad, Janet Spence (Jessica Tandy en un rol inolvidable), quien, desde muy joven mantiene una relación que, muy a su pesar, se da en términos puramente platónicos con un hombre mayor que ella, el cual la tiene en la mayor estima, pero, no consigue verla como Mujer, pues, su padre, es también para él como un padre.
Henry Maurier (aquí de origen francés para acomodarlo al actor, Charles Boyer), es un hombre adinerado, casado con una mujer, Emily, la cual ha dejado de ser bella y ahora está bastante reducida por una enfermedad del corazón. En secreto, Maurier tiene una linda amante de 18 años, y contra los pronósticos de Janet, tomará con ella una decisión que rebosará su copa. Los detalles son muy puntuales, las frases inocentes pueden ser muy hirientes, y lo que sucederá, luego, dará lugar a la segunda lectura que permite la trama y que, a mi modo de ver, es aún mucho más valiosa.
(Aquí debo aludir a situaciones claves) Entramos a un excelente alegato contra la pena de la muerte, pues, va a demostrarse cómo el móvil, los hechos y las palabras, pueden, totalmente, ser usadas con absoluta efectividad contra un sindicado… y aún así, éste puede ser inocente, pues, aunque no hay una duda razonable, queda una pequeña e ignorada, pero, contundente acción, a la que solo puede acceder alguien que conozca muy de cerca a los involucrados.
Los hilos son muy precisos, y la manera como, el Dr. James Libbard (magnífico, Cedric Hardwick), va llevando el proceso con el que pretende una auto-delación, además de ejemplar, por la sutileza con que lo maneja, contiene un sentido humano de enorme significado: Es su creencia incondicional en Henry la que lo ilumina para salirse con la suya.
En este punto, surge otro aspecto que resalta en la historia, y es el que, según como se vea, puede empañar un poco la brillantez de esta gran película. Queriendo respetar el sentir de Huxley, Korda consiente en que, las cuatro mujeres que protagonizan resulten lamentables: Emily por lo obstinada y rencorosa, Janet por su empecinado afán de venganza, la enfermera Braddock por su resentimiento contra los varones, y Doris, por su falta de fe en el hombre que tanto dice amar… y semejantes caracteres en algo empañan al maravilloso sexo femenino.
Salvo esta improcedencia, con <, estamos ante un filme de fuertes significados.
Basada en el relato de Aldous Huxley Gioconda Smile, esta producción de la Universal, es una curiosa y compleja película de carácter psicologista en la que Charles Boyer interpreta el papel de un playboy culto e irónico, rico y caprichoso, eje en torno al cual pivotan cuatro mujeres: su primera y quejosa esposa, fallecida en extrañas circunstancias, su segunda e inmadura esposa, una criada que odia a los hombres y su más íntima amiga. Satira social y análisis a un tiempo de la neurosis femenina, la película discurre entre la ambigüedad y la pasión, entre el engaño y la hipocresía, a lo que contribuye el gran trabajo protagonista de Boyer siempre perfecto en estas callejuelas interpretativas. Cuidados y jugosos diálogos para una película que se beneficia enormemente del alto nivel del relato original y buen trabajo del resto de actores, el ojeroso Cedric Hardwicke en el papel del doctor Libbard y la intensa interpretación de Jessica Tandy -magnífica la escena de la visita a la carcel- para completar un noir diferente.
En esta búsqueda persistente de agujas perdidas en el pajar cinematográfico, la diosa Fortuna tiene a bien girar su ruleta, de una forma un tanto amañada sin duda, y el movimiento viene a detenerse sobre una perla madrepórica que parece estar ahí, desde la fecha en que apenas alcanzaba el grado de propósito, esperándome. Cuando esto sucede, se suelen producir en mi dos sensaciones diferentes: Una,similar a la que experimentaría Champolión cuando descifró la Piedra Rosetta, un orgullo justificadísimo con ganas de propagar nuestro descubrimiento a los cuatro vientos. Otra, la de reconocer que cuando yo voy, la caravana de los que vuelven se pierde en el horizonte…
Pero hay un proverbio que dice algo así como que si lloras las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Por eso, dejo el último lagrimón de Filipinas en el Kleenex y paso a referirles algunas de mis impresiones de esta película dirigida por Zoltan Korda con la obra de base La sonrisa de la Gioconda de Aldoux Huxley. Reconozco que esta circunstancia y la participación del autor en los diálogos me sedujo y ganó para la causa. No en vano fue uno de mis autores de cabecera y mesita de noche en aquellas noches donde nos acostábamos con un libro en las manos que disfrutábamos a la luz de una lamparilla. Su Mundo feliz para algunos entre los que me cuento fue como una visión profética de un futuro creíble.
En esta novela y en este film el mundo aparca sus felicidades y se muestra en su cara menos favorecedora: La enfermedad, el engaño, el crimen, las falsas esperanzas, el derrumbe del amor, el dolor y la venganza se muestran en toda su crudeza, y la vida de un hombre se precipita inexorablemente hacia el abismo de la pena capital bajo la enigmática sonrisa de una Gioconda vengativa. Una sonrisa tan sutil que tardamos en verla. No es la sonrisa apenas perfectible de la Garbo cuando abandonaba su Suecia dejando la corona detrás en una de las imágenes imprescindibles de la historia del cine. Queen Christine tenía futuro o al menos lo creía, Janet Spence (Jessica Tandy) tuvo un pasado lleno de esperanzas que se volatilizaron y el rictus de su sonrisa no podía ser sino muy diferente.
Las obras maestras, como los tréboles de cuatro hojas no se venden por docenas y en mi opinión Venganza de mujer no alcanza tal condición de magisterio, pero es una buena opción que supera con creces otras mediocres y anodinas historias que quisieron pero no pudieron. Con cierto toque a Gaslight, en lo que concierne a Boyer, y una excepcional actuación de Jessica Tandy, a quien muchos no recordamos mas allá de Paseando a Miss Daisy, el film es un auténtico lujo donde se valora y mucho la presencia de Mildred Natwick y el trabajo cum-laude de Cedric Hardwicke. Respecto a Ann Blyth, haremos de la benevolencia una virtud.
El más exótico y aventurero de los hermanos Korda nos dejó un drama de excepción, bien actuado, bien fotografiado y excepcionalmente bien dirigido.
Las onduladas líneas de la sospecha culebrean por la pantalla y se instalan allí para proporcionar tensión, inquietud y una notable dosis de dramatismo.
Z. Korda cuenta con la colaboración de A. Huxley como guionista y autor del relato. Entre ambos forman un estupendo equipo para jugar la baza de la seducción argumental y seguirla hasta sus últimas consecuencias.
Por eso las sombras se enroscan sobre los personajes, se retuercen como un manojo de sarmientos, derraman insidias, aducen pruebas y dictan sentencia.
Tres eran tres los hermanos Korda, tres eran tres y los tres eran buenos. El más conocido, el mayor, Alexander, director y fundador de la London Films, una productora fundamental para el cine británico. El pequeño, más discreto él, Vincent Korda, que se dedicó a la dirección artística y al diseño de producción por ejemplo de El ladrón de Bagdad o El día más largo. Entre Alexander y Vincent, a dos años de ambos, tenemos a Zoltan, Zoltan Korda, primero fue cámara, luego montador y en los años 30 se estrenaba como director en la London Films de su hermano, su experiencia como oficial de caballería influyó sin duda en su reconocida habilidad para sacar el máximo partido de hombres y animales en las escenas de batalla, Zoltan alcanzó la fama gracias a las andanzas de Sabú y a su adaptación de El libro de la selva. Entre Alexander y Zoltan menudeaban las broncas acerca del contenido de las películas de aventuras que hacían juntos, Zoltan era un liberal de izquierdas y Alexander un forofo del imperio británico, lo cual no deja de tener su gracia en un hombre nacido en Hungría como sus hermanos.
Zoltan Korda hizo casi toda su carrera en Inglaterra, pero también dirigió cinco películas en Hollywood, Venganza de mujer es un magnífico cierre de esta etapa, en 1947, cuando el cineasta tenía 52 años. Aldous Huxley aporta la materia prima en forma de guión que el autor de 1980 escribe a partir de su propio relato, La sonrisa de la Gioconda, una inquietante historia en la que un hombre rico y seductor es acusado de la muerte de su esposa enferma. Zoltan Korda domina sin aspavientos, con una sobriedad y una seguridad que contribuye a realzar más si cabe la sucesión de grandes momentos que encierra esta Venganza de mujer, Korda deja tiempo a sus actores para que se apoderen de sus personajes, como en el teatro, y ellos le devuelven el ciento por uno, en especial Jessica Tandy, la anciana ganadora de un Oscar con Paseando a Miss Daisy tiene aquí 38 años, no os perdáis detalle de su trabajo.
El francés Charles Boyer, 50 años, encarna a un personaje emparentado de lejos con el que tres años antes le valió una nominación al Oscar por Luz que agoniza, seductor ambiguo, de sonrisa irresistible, bonita voz y dicción interesante, está fantástico. La joven Ann Blyth, el doctor Cedric Hardwicke y la enfermera Mildred Natwick complementan el elenco de esta Venganza de mujer de toque muy British.