Llamada para un muerto
Sinopsis de la película
Un agente secreto inglés debe averiguar todo lo concerniente al aparente suicidio de un compañero. Las investigaciones apuntan a que la viuda es la principal sospechosa de la extraña muerte de su marido…
Detalles de la película
- Titulo Original: The Deadly Affair
- Año: 1966
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
6.5
63 valoraciones en total
Film independiente, producido y realizado por Sidney Lumet. Se basa en la novela Call For The Death (1961), de John Le Carré. Se rodó en exteriores de Londres y en plató. Obtuvo 5 nominaciones a los BAFTA (actor, fotografía, película, guión y actriz extranjera).
La acción tiene lugar en Londres, Surrey y Zurich, en torno a 1960. Narra la historia de Charles Dobbs (James Mason), agente del servicio secreto británico, prejubilado a petición propia cuando ve obstruida su labor por conveniencias políticas, tenaz, obstinado, perspicaz e indolente, está casado con Ann (Harriet Andersson), más joven que él, apasionada, infiel y ninfómana. Con la ayuda del antiguo inspector Mandel (Harry Adrews) lleva adelante la investigación sobre la muerte de Samuel Fennon (Robert Flemyng), funcionario del Foreing Office, de la que su viuda, Elsa (Simone Signoret), es la principal sospechsa.
La película tiene como telón de fondo la Guerra Fría, en cuyo marco se desarrolla y justifica la acción. Los escasos recursos de Dobbs y el ambiente sucio en el que trabaja (tabernas sórdidas, barrios enfangados, aguas contaminadas), contrastan con la opulencia, los derroches y el confort en el que se desenvuelve el agente secreto británico James Bond, según reflejan películas como Sólo se vive dos veces (1967). El film está impregnado de realismo y credibilidad en la definición de los personajes y el desarrollo de la acción. El autor de la novela tenía larga experiencia en el ejercicio de su condición de miembro del espionaje británico y conocía con precisión las características del submundo de los servicios de inteligencia. Incluye algunas referencias cultas, como la cita de las obras de Goethe y la inclusión de fragmentos de dos obras de teatro de Shakespeare: el monólogo de las brujas alrededor del caldero ( Macbeth ) y el asesinato del rey ( Eduardo II ). Las brujas condimentan su pócima mortal como planean sus acciones los agentes soviéticos. La muerte de Samuel Fennon y de su viuda, al igual que la de Eduardo II, se debe a la intervención de una mano criminal. El arco dramático, bien construido y acertadamente dosificado, se apoyua en la soledad de Dobbs y Mandel y en su empeño sobrehumano de descubrir la verdad por encima de los intereses de una organización poderosa y desalmada.
La música, de Quency Jones, ofrece percusiones, lamentos de sopranos y melodías rítmicas, que se integran en la acción. La fotografía, de Freddie Young ( La hija de Ryan , 1970), mueve la cámara con diligencia y precisión, añade rodajes cámara en mano, usa luces tamizadas y dispersas y bellos contrastes de color. El guión construye un relato rico en misterio y suspense, coherente y convincente. La interpretación de James Mason es brillante. La dirección crea una obra interesante y absorbente, que funde dos relatos paralelos, el doméstico de Dobbs y el de su investigación.
La película presenta paralelismos y puntos de coincidencia con El espía que surgió del frío (1965).
Una de esas historias de espías durante la guerra Fría que merece la pena. Sidney Lumet logra crear un ambiente sugestivo muy estimable. Si hablamos de espías pues hablamos de gente que se la ve poco por la calle, que no caen bien y no suelen tener amigos, al contrario. Además, entre ellos se critican. Cuando quedan, siempre hay alguien que les vigila. En fin, un ambiente adecuado que es el que uno espera encontrarse con este tipo de películas y además viniendo la novela de quien viene. Pero que Lumet no cabe duda que saca buen provecho del argumento creando, por ejemplo, del siempre admirable James Mason un personaje torturado que debe combinar su profesión con una vida conyugal que le vuelve loco.
Aparte tenemos escenas de gran calidad como por señalar alguna, la del asesino rubio cuando golpea al chivato de la policía y posterior picado que lo tira desde las escaleras al suelo, que es que te duele a ti el golpe que se pega.
Se ha incluido en la historia un aspecto sexual muy comprometido, el tema está en que al ser entre gente que adora el secretismo, pues aumenta y da veracidad al aspecto intimista. Un acierto pleno ya que una obra cinematográfica puede diferir totalmente de la novela según le dé al director, que para eso dirigirá la película. El pobre James Mason duerme en un rincón, da pena, teniendo como tiene una mujer tan fogosa. Terrible por lo que tiene que pasar.
Su jefe parece que va soltando pluma. Su compañero se duerme cada dos por tres, el viejo conocido Harry Andrews, que siempre es un placer verlo por estos lares. Simone Signoret también da en el clavo como reciente viuda y humilde mujer de su casa que la vida le privó hasta de los deseos más sencillos. En fin, detalles de personalidad de los personajes que nos recrean la intriga en muy buena medida.
Entretenida película de intriga, que la buena mano de Sidney Lumet hace bastante interesante en todo momento.
Y es que no hay mucho que contar en el no abundante argumento, pero sí que todos los mimbres casan a la perfección, consiguiendo una cinta muy amena, con estupendas interpretaciones y un empaque técnico ejemplar. En este sentido la fotografía del gran Freddie Young, sobre todo en interiores, es de recibo.
Además, une muy bien el cine de intriga propiamente dicho con el drama intimista, relatándose con pocos diálogos las diferencias entre marido y mujer, con el nexo común a la amistad con un tercero.
Buen ejemplo de estimable cine inglés de la década de los sesenta, cuando ya había quedado claro la decepción con el postulado comunista, y las ideas ya no estaban tan claras entre los servidores de Su Majestad.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
155/14(16/04/09) Entretenida cinta de espías, dirigida por uno de los grandes, Sidney Lumet, que imprime a la cinta su habitual maestría en el tratamiento de los personajes, dotándolos de alma y no resultando la habitual lucha entre el bien y el mal, no todo es blanco o negro, también hay gris. El film es un historia de espías en plena guerra fría en el escenario de Londres, pero no un Londres glamouroso, si no uno sucio, de callejones oscuros y gañanes de medio pelo, donde un agente, Charles Dobbs (un gran James Mason), debe investigar el aparente suicidio de un compañero, Samuel Fennan (Robert Flemyng), esto le lleva a sospechar de una conspiración de espionaje, mientras Dobbs tiene sus propios problemas en casa con su esposa, Ann Dobbs (Harriet Andersson), una mujer ligera de cascos que le engaña con su mejor amigo. El argumento está envuelto en la usual atmósfera de las novelas de John le Carré, de espías que están de vuelta, con problemas de amistad y amor que suelen ser el motor del relato, más que lo puede ser la acción, lejos de los James Bond, tradicional referente hablar de espías. Lumet consigue crear una película bastante entretenida, con algunas escenas brillantes, valga como botón de muestra la de cuando un agente le da una paliza a un tipo despreciable que le ha alquilado un coche a un sospechoso y cuando lo dejan le está esperando su hija pequeña en medio de la calle de noche, él se aleja con ella, impresionante como nos hace sentir lástima por un tío ruin, digno de un maestro como Sidney. Recomendable a todos los que gusten de cine de espías con substancia. Fuerza y honor!!!
John Le Carré es uno de los mayores filones que ha encontrado la industria del cine a la hora de adaptar novelas. Este escritor, espia británico en sus años mozos, aprovecha su amplio conocimiento del mundo del espionaje para detallar a la perfección las complicadas intrigas que se dan en ese mitificado mundo.
Esta película, adaptación de una de las novelas del antiguo agente secreto, cuenta la dificil investigación que un inspector de policía acosado por problemas conyugales ha de emprender cuando se suicida un supuesto agente secreto ruso.
De vez en cuando se agradecen películas de espías en las que los espías son de carne y hueso, gente que ni va con un vehículo con mil y un gatgets, que no enamoran a todas las mujeres del paneta, y que tampoco tienen licencia para matar a todo quisqui a la vista de todo el mundo. Sin embargo, todo hay que decirlo, esto es más mérito de John Le Carré que del largometraje en si.
Por el resto, decir que es una película entretenida y bien construída técnicamente, pero que sufre en exceso las salidas de tono y sobreactuaciones del actor principal. El resto de los actores están bastante bien a excepción de Simone Signoret que está fabulosa en su papel de mujer atormentada por los abusos nazis.