María Estuardo
Sinopsis de la película
Inglaterra, siglo XVI. Después de enviudar, María Estuardo abandona Francia y regresa a Escocia, dispuesta a ocupar el trono del que es heredera. Pero los conflictos se acumulan: la nobleza le es hostil, empezando por su hermanastro el conde de Moray, y, además, su apego al catolicismo choca con la fe que predica John Knox, fundador de la Iglesia presbiteriana de Escocia. Por otro lado, su prima Isabel Tudor, hija ilegítima de Enrique VIII, teme que reclame su derecho a la corona inglesa. Su único aliado es el conde Bothwell, comandante de las tropas escocesas, de quien se enamora, aunque por razones de estado tendrá que casarse con Lord Danley, que no tardará en morir asesinado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mary of Scotland
- Año: 1936
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
6.3
78 valoraciones en total
Reina de Escocia de 1542 a 1567, María Estuardo tuvo un gran peso en la historia de Inglaterra como mujer aguerrida, fiel a sus principios y leal a sus inclinaciones. Hija de Jacobo V de Escocia y de María Guisa, fue reina desde los nueve meses de edad y se cuenta que, en el momento en que el cetro real fue puesto en sus pequeñas manos, ella lo atrapó como si no fuera a soltarlo durante el resto de su vida. Tras muchos días grises con el asedio de Enrique VIII, María es llevada de un lugar a otro para protegerla y así terminará casada con el enfermo delfín Francisco, con el fin de asegurarle la protección del rey de Francia, quien además se encargaría de su educación.
Desde los 5 hasta los 18 años, vivió María Estuardo en la corte de Francia, atendida por dos lores, las cuatro bellas Marías (hijas de nobles familias escocesas), y con la compañía de sus dos hermanastros. Aprendió varios idiomas y finalmente se casó con Francisco en 1558, cuando ella cumplía 16 años. Tras la muerte de Enrique II, se convirtió en reina de Francia, y era sucesora al trono inglés, pues la actual reina, Isabel I, no tenía hijos… María parecía llamada a tener siempre una corona en su cabeza. Muerta su madre, fallecido su esposo Francisco, y tras haberse retirado el ejército francés de Escocia, la joven reina decide regresar a su tierra en 1561, para hacer parte de un gobierno dividido por las religiones.
Y aquí empieza el filme de John Ford, basado en una obra escrita para el teatro por Maxwell Anderson, y con un guión de Dudley Nichols que eliminó las rimas de Anderson, pero que no aportó mucho para hilvanar una historia que se saliera de los aposentos. Así, el filme resulta bastante hablado y con muy poco relieve en los diálogos, las situaciones conservan en mucho su teatralidad y sólo la magnética presencia de una Katharine Hepburn que embellece a un personaje, que físicamente no lo fue tanto, logra mantener el interés por una historia en la que el conflicto es bastante plano y donde se malogra a una figura histórica de grandes magnitudes y que daba para situaciones de enorme fuerza dramática. Fredrich March hace también una aceptable segunda en el rol de Bothwell, pero Isabel I resulta muy sosa y malograda, sabida la fuerza e impetuosidad que tuvo este personaje en la historia.
Ford se cuida de decir claramente entre cuales religiones se da el conflicto, no da razones precisas para que María rechace a Bothwell para casarse con el blandengue de Darnley, le resulta mágica la escena en que María arroja a la hoguera la hoja que le dan para que firme, enseguida Ruthven la rescata hecha cenizas, la envuelve entre sus manos, y en el siguiente plano la abre intacta sobre la mesa. Se le abonan algunos aciertos en la iluminación y la escena del breve juicio que está muy bien lograda. Pero quedamos en deuda, porque Ford tuvo entre sus manos dos intensos personajes y a dos grandes actores, pero el eco de este filme no va más allá de algunos metros.
Muy discreto drama histórico al que el paso del tiempo no le ha sentado nada bien. Antes de verla, es recomendable documentarse sobre el personaje de Maria Estuardo pues la profusión de personajes históricos (o inventados) hace en muchas ocasiones confuso el seguimiento de la acción.
Tiene un tono teatral puesto de manifiesto en la concentración de la acción en interiores en prácticamente toda la película, lo que produce cierta monotonía en el espectador. La interpretación de los actores es, en ocasiones, la propia de la época (años 30) con las exageraciones y tendencia al histrionismo característicos de un momento tan cercano al cine mudo. La Hepburn, sin embargo, hace una correcta y contenida actuación, siendo destacable la profusión de primeros planos en las que puede lucirse.
La película es excesivamente larga y vista hoy resulta acartonada: el cine histórico parece resistir, paradójicamente, peor el paso del tiempo que otros géneros cinematográficos. Creo que no es una película que merezca la pena verse, salvo para aquellos que sean muy devotos de la obra de J. Ford que quizás puedan detectar en esta obra algunos rasgos de su futura filmografía
Escribe Andre Maurois en su deliciosa a la vez que instructiva Historia de Inglaterra sobre María Estuardo: María traía la gracia, la juventud, la poesía, y halló la violencia, el odio y el fanatismo . Más adelante añade: Pocas mujeres con mayor derecho a la indulgencia que María Estuardo, arrojada tan joven y sin consejeros leales, en una época novelesca y brutal, entre nobles sin escrúpulos y predicadores inhumanos . En estas circunstancias las tragedias y errores de juventud de María Estuardo se olvidaron rápidamente, y la desdichada Reina se convirtió con el tiempo, a los ojos de los católicos, en una verdadera santa , concluye Maurois a modo de juicio final.
De hecho, en la primera mitad del siglo XX su figura seguía vigente en biografías como la de Stefan Zweig en 1935 o en películas como la presente, de un año más tarde, a partir de una obra de teatro de Maxwell Anderson, en la que aparece todo lo que hemos dicho en el primer párrafo. Aunque no lo parezca, resulta que es bastante fiel a la realidad histórica, incluso en detalles como eso de bordar en pleno consejo. La única pega es en el intento de blanquear al personaje, desviando sus yerros hacia otra dirección. Al final tenemos una película bien formada, con encanto, si bien con una protagonista que no le pega: María era bella y salerosa, y Katharine Hepburn no.
La historia… algo difícil de contar en una película. Aquí Hepburn humaniza mucho su personaje, y la hace más humana y accesible, algo que parece ser, no era en realidad.
Se ve que hay muchos fallos históricos, que se manipuló para una audiencia más grande, el final no agradó pero tuvo que ser fiel a la historia real, y es por eso que fracasó en taquilla. La gente, aún recuperándose de la Gran Depresión querían lo que el cine normalmente les daba: musicales, alegría e historias tontas. Este final triste de María Estuardo pues no gustaba, fíjate tú…. la realidad.
La etiqueta de veneno de la taquilla que tenía Katharine Hepburn, aún se agravó más con esta película. Lo que no entiendo es porque le daban más papeles, ya que hacía entre 1 o 2 películas por año. Sí, hay actrices que hacía hasta 5, pero vaya… mucha fe tenían en Hepburn, que menos mal!
Película de corte histórico, que visto el resultado, no merece contarse entre las memorables de Ford. Es una obra aceptable en la que su director parece sentirse algo incómodo, que denota ligero estatismo. Lo mejor recae en la interpretación de Katharine Hepburn y un final emocionantemente conseguido pero que no casa bien con el resto.