Llach: La revolta permanent (Llach: La revuelta permanente)
Sinopsis de la película
El 3 de marzo de 1976 en Vitoria, en el transcurso de una asamblea de trabajadores, la actuación de la Policía causó cinco muertos y más de cien heridos de bala. Esa misma noche, llevado por la rabia, Llach compuso la que sería una de las canciones más emblemáticas de la Transición: Campanades a morts. Ahora, treinta años después, Lluís Llach vuelve a Vitoria para interpretarla en un concierto multitudinario en recuerdo a las víctimas del 3 de marzo. Un viaje en el espacio y en el tiempo conducido por la música y las palabras del propio Llach, en el que se mezclan recuerdos autobiográficos con imágenes y testimonios de los protagonistas de esos hechos. Esta es la historia de una canción, el retrato de la persona que la escribió y la crónica de los hechos que la inspiraron. Un grito y una exigencia de revuelta permanente contra el olvido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Llach: La revolta permanent
- Año: 2006
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
7.2
65 valoraciones en total
Yo estaba en Vitoria aquel 3 de Marzo. Si la memoria no fuera un valor en desuso que no va más allá del dolor tatuado en el alma de quienes sufrieron las dentelladas, en esa fecha pararían todas las máquinas para recordar lo que pasó, seguir pidiendo justicia tammbién para las víctimas del terrorismo de estado, conjurarnos para que aquello no vuelva a suceder y gritar a los que sufrieron las consecuencias que su sacrificio no será en vano.
Este documental que gira en torno a Lluis Llach como individuo y su relación solidaria con los sucesos del 3 de Marzo del que saldría un rabioso trabajo discográfico: Campanades a morts transmite verdad, impotencia, orgullo de clase y ganas de seguir luchando. Es, al menos para la gente de mi edad, que en aquellos días disputábamos la calle a los de Fraga, muy emocionante.
La cabezonería insistente de Llach no desluce la sedosa calidad poética de sus letras y músicas, es más, las barniza de humanidad. Las clava en el tiempo como estandarte en lo más alto de la montaña, donde no llegan modas, ni inundaciones que ahogan los principios.
Acabo de verla y lo primero que quiero decir es que desde chaval me ha encantado la música de Lluis Llach, mucho la reivindicativa, pero más aún la poética o simplemente música. Aquel fantástico Verges 50 , aquel idealismo potente de Sommiem (creo que se escribe así), que recomiendo a cualquier interesado en Llach.
El documental traza alternativamente un repaso a la vida del músico y el relato de los terribles hechos de aquel 3 de marzo en Vitoria-Gasteiz, lo que no me acaba de resultar un maridaje muy adecuado, la vida de Lluis Llach queda incompleta, a pesar de varios trozos de entrevistas al autor de distintas fechas, y los sucesos del 3 de marzo quedan algo ensombrecidos por partes de la entrevista.
Hay que recordar que los hechos de aquel día que acabaron con 5 muertos, trabajadores, a manos de la policía nunca se investigaron ni llevaron a juicio, supongo que porque resultaron afectados por la amnistía de 1977.
Es un episodio relativamente reciente de nuestra historia, pero difícil de contextualizar, que requiere más información. Recomiendo la película para profundizar en la historia de la transición, tan santificada generalmente, y que aquí muestra un episodio oscuro.
Para la música de Llach, lo mejor es su discografía.
Reconozco que no me gusta la música que hace Llach. Reconozco que no tenía conocimiento de los sucesos que tuvieron lugar el 3 de marzo de 1976 en la ciudad de Vitoria. Reconozco que era muy reacio a ver este documental porque no me atraía nada. Reconozco que me ha sorprendido enormemente. Reconozco que me ha gustado.
Con este documental he aprendido la lección de que nunca hay que cerrarse a ver nada, ya que en muchas ocasiones uno puede encontrarse con joyas cuando uno piensa que va a encontrar basura.
Sinceramente este documental no me apetecía verlo, porque ninguno de los factores que formaban la cinta me atraían. Pero de estas casualidades de la vida, una mañana que me apetecía ver algo nuevo me encontré de lleno con este documental. En ese momento, me dije: adelante, pon el DVD y veamos que me ofrece .
Con lo que me encontré fue con un documental que toca en la sensibilidad de un joven que ni siquiera había nacido cuando ocurrieron esos hechos. En la sensibilidad de un joven que no le importa mucho la política, pero que sí le importa el uso gratuito que hacen las personas que se encuentran en el poder de utilizar la barbarie. Uno viaja en a través de las notas musicales de Lluis Llach situándonos en 1976 y 30 años después en una ciudad que vivió una verdadera batalla campal, solamente porque unos trabajadores luchaban por sus derechos.
En fin, el documental que engancha desde el principio al escuchar a ese periodista radiofónico que recuerda el aniversario de un momento que ha quedado en el olvido, y del cual todavía hoy ningún político se ha responsabilizado. Un documental digno de ver, y que sin lugar a dudas hará recapacitar a muchas personas sobre la situación política que si vivió en España en esa época y la que se vive hoy en día.
El Campanades a morts no es el Requiem de Mozart (Llach, como todo artista folk, es mucho mejor cuando se queda en su terreno, sin aspirar a tanta solemnidad, y de hecho, en ese mismo disco están canciones sencillas que quedaron mucho más redondas, como Laura y sobre todo, Vinyes verdes). Pero, ciertamente, un documental se puede asentar en cualquier base y la mezcolanza del homenaje a Llach con los hechos sucedidos en Vitoria en 1976, que inspiraron su trabajo más famoso lanzado en su momento más álgido desde el punto de vista social, son un buen asentamiento. Solo Martín Villa se presta a dar el punto de vista del poder en aquellos momentos y lo que dice (sumado a los extractos de declaraciones de Fraga) es la típica exculpación a costa de la culpabilización del otro lado: el que se mete en líos siembra vientos y qjuien los siembra recoge tempestades en forma de represión policial (lo que vino a decir Azaña cuando Casas Viejas y lo que vino a decir Rajoy cuando el 1-O catalán). Un documental que no ofrece ninguna sorpresa a quienes conocen los sucesos y la música de Llach. Cine en modo homenaje.
Buen documental, aunque no sería lo mismo sin el impresionante final, que no es cine, no es imagen, es sólo música -enorme Lluis Llach en ese concierto en Gasteitz, qué bien ha llevado los años- pero emociona, emociona mucho. Anteriormente bien, llevada con bastante habilidad la treta de intercalar las dos caras del filme: los hechos de Vitoria en el 76 con la entrevista a Llach y el repaso a su carrera, salvo en un momento en el que choca demasiado el dramatismo del primero con el tono más distendido de la entrevista. Otra cosa que sobró, a mi entender, fue el baile de las calaveras en el momento de las primeras muertes, no me parece oportuno huír del crudo realismo anterior, pero bueno, es un minuto nada más. Correcto todo, nada espectacular ni nuevo -veo por los unos que a cierto sector de la población de este país no le ha hecho puta gracia el tema, nadie pretende ser imparcial, ante esto no se puede no tomar parte, y no creo que se hayan excedido para nada ni que hayan caído en el sentimentalismo ni el politiqueo barato-.
Mención aparte merece la música de Llach, como ya he dicho, soberbia -yo que apenas lo conocía he quedado enamorado- y unos 15 minutos de concierto finales que son de 10, no hay palabras, eso hay que verlo -o vivirlo, qué envidia me estaba dando el público-.
En fin señores, que vale la pena, tanto si les gusta la música de Lluis Llach como si les interesa la historia de España, anímense a verlo.