La vida nueva de Pedrito de Andía
Sinopsis de la película
Pedrito de Andía, un adolescente algo acomplejado por su baja estatura, sigue enamorado de Isabel, una amiga de la infancia. Cuando va al puerto a recibirla tras su larga estancia en el extranjero, se encuentra con que su amiga se ha convertido en una esbelta mujer que lo hace sentir empequeñecido. Además, debido a un desaire de Isabel se enzarza en una pelea, a causa de la cual lo envían a su pueblo para que se enmiende.
Detalles de la película
- Titulo Original: La vida nueva de Pedrito de Andía
- Año: 1965
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
3.2
28 valoraciones en total
La vida nueva de Pedrito Andía es de las películas más desconocidas del gran Rafael Gil. Ignorada incluso por libros de referencia del cine español como Biografía del cine español. A ello contribuyó el hecho de tener un estreno desapercibido y casi silencioso y que la versión difundida en España haya sido el montaje mexicano bajo el titulo Joselito se enamora, que trivializa y despista totalmente acerca de las características auténticas de este magnífico trabajo cinematográfico.
Fue en 1965 cuando Gil recibió una nueva oferta de Cesáreo González que le sorprendió mucho: una película con Joselito, el ídolo infantil de masas, ya convertido en adolescente y que ya había perdido casi toda la magia que le había convertido en todo un fenómeno social de su tiempo. Sería su última película que le tocaría por contrato, y quería despedirse con un trabajo diferente, con una obra de prestigio que no tenga nada que ver con las anteriores.
La pieza elegida fue la obra La vida nueva de Pedrito Andía, una de las mejores novelas españolas de los años cuarenta, escrita por el novelista, periodista y ex ministro Rafael Sánchez Mazas, quien además siguió muy de cerca la adaptación.
Rafael Gil logra una de sus películas visualmente más hermosas, con escenas inolvidables como la de las playas de San Sebastián, teñidas de un suave y casto erotismo, el baile del zortziko, en el que Pedrito sueña con ser tan alto como Isabel, o la promesa de acudir descalzo al santuario de Begoña para rezar por el amor de la muchacha. Esta escena, una de las más sugerentes de la película, incluye un encuentro misterioso de Pedrito con un hombre maduro, libros bajo el brazo y mirada inquieta, que le pregunta en las escaleras de Begoña si cree en las promesas y en Dios mismo. Cuando el chico contesta afirmativamente, el hombre mueve la cabeza con aprobación. Este personaje no es otro que don Miguel de Unamuno.
La nueva vida de Pedrito Andía rezuma lirismo y autenticidad, se puede respirar el aire fresco de la tierra vasca, sentir las gotas de lluvia, empaparse de una belleza de siglos. El propio autor de la novela, Sánchez Mazas, estuvo presente algunos días en el rodaje e indicaba a los técnicos y a los actores algunos detalles del vestuario o del escenario, ya que su Pedrito Andía tenía numerosos elementos autobiográficos.
Fue una película que no funcionó bien en taquilla, primero porque su calificación fue para mayores de 18 años, algo increíble, lo que acabó casi por completo con el público aficionado a Joselito. Segundo, el estilo de la obra, clásico y académico, se apartaba de las modas imperantes en el cine español de 1966. Eran demasiadas dificultades, y la película fracasó.
Además que Joselito, que nunca fue un actor en el sentido puro del término, en esta película se esfuerza y logra una digna interpretación, pero es de justicia reconocer que no encarna con propiedad al Pedrito Andía de la novela. Pese a sus méritos, es el punto más débil de una obra que merece una urgente revisión histórica, una obra que vuelve a demostrar el talento de su director.
Admirador como soy de Rafael Gil, solo pena me da esta película, mala adaptación de la interesante novela, sobre todo en cuanto al estilo, de Sánchez Mazas.
Que Joselito, con 22 tacos, haga de un adolescente de 15… Además, aunque pone todo de su parte, no fue nunca un actor, sino un niño que cantaba prodigiosamente mientras fue niño. También canta aquí, en play back. Y baila el aurresku, es decir, lo baila un doble. Cantando, no es la voz de soprano de antes, pero guarda una buena afinación.
Lo único que se salva es la ambientación, de Alarcón, que tenía mucho oficio y gusto. Y el paisaje vasco. Y la filmación de la romería. Y ver cómo era la ría de Bilbao, antes de la relativamente reciente espectacular transformación. Y la subida a Begoña, con un interesante encuentro con Unamuno.
Lo que Rafael Gil hacía en muchas películas -encuadres sugestivos, bellos contrastes en blanco y negro- falta aquí casi por completo.
En fin, uno de los borrones en la carrera de un cineasta valioso como Rafael Gil.
Que Joselito nunca fue un gran actor es algo que a nadie escapa, aunque ese alguien posea pocos o nulos conocimientos sobre el séptimo arte. Nadie podrá poner sin embargo en duda que fue poseedor de una voz envidiable de la cual hizo gala, y que hasta que esa voz cambió por motivos de la edad le hizo convertirse en niño prodigio de nuestro cine.
En La vida nueva… Joselito contaba ya con 22 años de edad, edad que para nada demostraba su pequeña estatura y circunstancia ésta que se explotó quizá demasiado, haciéndolo parecer en muchas películas como niño cuando era adolescente, o adolescente cuando ya era un hombre.
Y en esta ocasión se aprovecha al máximo esa condición presentándonos a un adolescente de acomodada familia de primeros del siglo XX acomplejado por su baja estatura y más cuando tras varios años de no ver a una amiga de la niñez, ésta vuelve de Inglaterra convertida en una esbelta mujer… que le saca al pobre Pedrito/Joselito dos palmos de estatura.
Pedrito de Andía, enamorado en secreto de ella no tarda en hacerse ilusiones, ilusiones que no tarda la muchacha en romper avergonzada por la diferencia de estatura y las miradas de los que les rodean. Eso hace que el pobre Pedrito enfadado tenga un altercado con un inglés lo cual hace que para evitar males mayores y habladurías su familia lo envíe lejos, a las Vascongadas como se les conocía entonces, a casa de una tía dónde entre romerías, fiestas, visitas a la playa y enfrentamientos con los muchachos del pueblo vecino se monta la excusa para una de las últimas películas del otrora niño prodigio.
Probablemente sea una de las peores películas de Joselito. Años atrás, cuando era niño, su voz y su gracia salvaban la película, pero en esta ya no. Su voz ha cambiado y con más de 20 años ha perdido aquél ángel que tenía. Aún interpretaría alguna que otra película en un esfuerzo encomiable de rebañar un plato en el que ya no quedaba nada que untar… o muy poco.
La película transcurre con más pena que gloria. Justo es reconocer la ambientación, casi perfecta en decorados y vestuario de época además de una fotografía casi perfecta del Pais Vasco. Para incondicionales de Joselito.