Assembly
Sinopsis de la película
Película bélica que comienza en el año 1948 durante la campaña militar de Huaihai, en medio de la guerra civil china, cuando el ejército nacionalista y el de liberación se enfrentan en Xuzhou y Bengdu.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ji jie hao (Assembly)
- Año: 2007
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
6.6
42 valoraciones en total
La puesta en escena deja irremediablemente el listón muy alto. Los chinos en este arte tenían fama de fantásticos, pero en esta película donde cuentan la historia de una compañía del Ejercito Popular durante la guerra civil de China, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, ponen mucho arte en efectos especiales y el guión que aunque parece meridiano se convierte en la lucha por encontrar la verdad. Hay que decir que no hay mucha efervescencia del régimen comunista, se deja ver y notar pero la historia trata de unos héroes que lucharon y se perdieron en la inmensidad de los muertos.
Invierno de 1948, noreste de China, la campaña de Huaihai durante la guerra civil china, en la que el Ejército Popular de Liberación se enfrentó con el Kuomintang, se convierte en la batalla más cruenta de su historia.
La primera parte del metraje transcurre en una sórdida ciudad cubierta por la nieve de un crudo invierno. El capitán Guzidi y su Novena Compañía tienen la misión de defender la orilla sur del río Wen. Sus órdenes son luchar hasta el final y no rendirse hasta no oír la llamada de retirada. Tras largas horas de defensa y cuando la munición comienza a escasear, empiezan a dudar de si no habrán oído el toque de clarín para abandonar sus puestos. La duda tendrá consecuencias devastadoras para la compañía.
Basada en una historia real, Assembly narra el periplo de un hombre en busca de la verdad y el honor.
Es la producción épica de guerra más cara del cine chino. Marca también un hito en la colaboración entre los estudios de producción chinos y coreanos.
Las espectaculares secuencias de acción en el campo de batalla, están a un grandísimo nivel, gracias a la aportación del equipo de efectos especiales, que trabajara en premiada Taeguki.
Pero el verdadero reto de Assembly reside en la pericia de Feng Xiaogang, su director, al recorrer con habilidad el campo de minas ideológico de un tema considerado extremadamente delicado en China.
Xiaogang Feng está considerado el Spielberg asiático por algo, y en Assembly queda clara la razón. Es un director capaz de realizar secuencias sublimes y otras bastante mediocres, y empapar una historia de crudeza, hacerla visceral y a la vez moralista y ñoña. Es el amigo Steven, pero con ojos rasgados. El problema es que en Assembly intenta ser el Stanley Kubrick de La chaqueta metálica y la cosa no le sale del todo bien.
La película se divide en dos partes diferenciadas: la primera, puramente bélica y desarrollada en 1948 en varias localizaciones en las que seguimos las andanzas de un pelotón del ejército chino. Todo este tramo –abarcado en la primera hora- es, simplemente, sublime. Rodado de maravilla, con unas secuencias para el recuerdo y unas interpretaciones increíbles. Es una cumbre en el cine bélico totalmente equiparable en espectacularidad y crudeza con las grandes del género.
El problema es que su segunda hora, que viene a mostrarnos la post-guerra por así decirlo, es bastante desaliñada y llega a hacerse algo aburrida. No tiene culpa de ello el reparto, que lo hace bien, ni el director, que mantiene el pulso. El problema es el guión, centrado en cosas que no están demasiado bien tratadas y acaba tirando por el lado lacrimógeno y emotivo en lugar de mantener el nivel de todo lo anterior. No es malo, ni mucho menos… pero siendo los primeros 60 minutos una auténtica maravilla, si que desentona que lo que sigue detrás sea así.
Pese a todo, tratándola como un bloque completo, Assembly merece la pena por muchas razones que ya han sido enumeradas: desde su buena dirección, pasando por unas interpretaciones de lujo, unos efectos especiales que quitan el hipo y una primera hora sencillamente fantástica. Cine de evasión con poso y fondo, que no se olvida a la primera de cambio, y que entraría en la élite del cine bélico si no fuese tan irregular en conjunto. Lástima que sólo haya un Stanley Kubrick, un Clint Eastwood o un Terrence Malick. Pese a todo, lo dicho: merece la pena.
Obra épica de gran presupuesto (el más caro hasta la fecha para una película de producción exclusivamente china), que trascurre en la Guerra Civil que siguió a la Segunda Guerra Mundial.
Con 130 minutos de duración, comienza en 1948 durante la campaña militar de Huaihai, al norte de China, y está dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera mitad es una espectacular película bélica que derrocha escenas de acción y efectos especiales, una cinta desgarradora y sangrienta que resulta un prodigio de fotografía, montaje y puesta en escena a pie de batalla, con el impresionante paisaje de invierno de la China profunda como telón de fondo, que hará las delicias de los amantes del género.
Sin embargo, en el ecuador de la película se produce un punto de inflexión para dar un giro de 180 grados al derroche verista bélico que hasta ese momento ha sido un sin cesar de secuencias a cual más bellamente elaborada. A partir de aquí, finalizada la Guerra Civil, nos situamos en 1956, la guerra ha terminado y el protagonista se adentra en una lucha personal contra la burocracia del Ejército Rojo para restaurar el honor de sus compañeros fallecidos en combate y, al tiempo, encontrar su propia redención.
Si bien las trazas de esta película no tienen nada que envidiar a superproducciones como Salvar al soldado Ryan o la coreana Lazos de guerra, reproduciendo de manera fidedigna los terribles avatares de la guerra, una ambientación brutal e interpretaciones más que correctas, la película quiere ser un homenaje a los caídos en la Guerra Civil China y adopta unos tintes entre lo humanista y lo oficialista reveladores de la actual política gubernamental china, que en unos años ha pasado del estricto centralismo democrático al humanismo individualista tan característico de la cara B de una filosofía que, desde los aparatos de Estado, se potencia en las economías de mercado occidentales.
A pesar de ello, la película no deja de ser interesante. Los amantes del cine de acción, bélico e histórico podrán deleitarse con una primera parte muy lograda y cuidada que reproduce y transporta al espectador a caóticas y descorazonadoras batallas de modo muy realista. La segunda parte, mucho más contextualizada y propagandista, tiene como objetivo un mensaje antibelicista que muestra las siempre negativas consecuencias de la guerra pero que, al tiempo, no sólo no cuestiona sino que enaltece el protagonismo y el papel del ejército en China.
En definitiva, una perfecta vuelta de tortilla con mensaje de la que debería aprender más de un director occidental oficialista. Porque esto es propaganda gubernamental bien hecha, señores: humanismo antibélico y patriótico con patrocinio del Oficial Bank of Beijing.
La película con la que se inauguró el BAFF de este año es, en cierta manera, un reflejo de los cambios en la sociedad china tan bueno como cualquier película de Jia Zhangke. Las películas de éste último señalan una modernización brutal, una occidentalización que aplasta a las tradiciones y al individuo. Assembly es un producto de este proceso, una superproducción bélica de estructura similar a la mayoría de películas americanas del mismo género. Si el cine es el arte comercial por excelencia, y por lo tanto, todas sus obras tienen que situarse en el eje que existe entre el arte puro y la mercancía pura, entonces Assembly está más cerca de la mercancía. Muchas veces la crítica olvida, ante el cine oriental, que éste también puede tener pretensiones comerciales. La cinta está dividida en dos mitades bien diferenciadas: la primera está formada por una serie de secuencias de acción bélica, rodadas de una manera excesivamente dinámica y convulsa, con un estilo que recuerda al de Michael Bay. La segunda es una narración de un carácter que podríamos calificar como ético-patriótico: el capitán Guzidi intenta que su Compañía sea rehabilitada ante la Historia después de haber dado su vida por la patria. El conjunto resulta más o menos satisfactorio según las esperanzas que hubiera depositado el espectador, pero después de largometrajes que ya habían explotado los mismos recursos —la comparación con el Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998) resulta inevitable—, difícilmente podemos calificarla como de visionado obligatorio.