La vida es un milagro
Sinopsis de la película
Bosnia, 1992. Luka, un ingeniero serbio de Belgrado, se ha instalado en una casa aislada con su mujer Jadranka, cantante de ópera, y su hijo Milos. Luka está preparándose para construir una vía ferroviaria que hará de la región un paraíso turístico. Pero, cegado por su trabajo y por su natural optimismo, Luka no presta atención a los persistentes rumores de una guerra civil inminente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Zivot je cudo (La vie est un miracle)
- Año: 2004
- Duración: 155
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Opinión de la crítica
Película
7.3
25 valoraciones en total
Surrealista…. ¿? Lo que si resulta surrealista son las críticas que he podido leer sobre esta [excelente] película. Empezando por la comparación con El milagro de P. Tinto (ya puestos, Mortadelo y Filemón) o con… ¡¡ Largo domingo de noviazgo !! (animo al autor de tan excelsa crítica a deslumbrarnos con las concomitancias de ambos filmes… puede ser divertido ).
Sobre gustos, colores . Sabia frase que ha perdido buena parte de su significado. Me puede gustar la comida de Burger King, pero ello no implica que sea buena .
Tratar a Kusturica de pedante, eso sí es surrealista. Otra crítica dice que pinta a los bosnios como angelitos… bueno animaría a ver Grbavica , o a visitar Bosnia, para saber de primera mano las burradas que cometieron los chetnik serbios (empezando por la violación estratégica de mujeres musulmanas, sabiendo que serían repudiadas por sus familias, con la consiguiente ruptura generacional en Bosnia).
Hablando de la película. Kusturica NO ES cine de autor. Si el encefalograma de los espectadores (de todos, me incluyo) está intoxicado con ritmos narrativos USA (de videoclip MTV) e historias donde lo único importante es:
A) partirte la caja
B) ver palos a montones
C) que el Shyalalyan de turno te sorprenda con el final
D) algún susto de atracción de feria: buuuuuu!!!
E) omprobar que bonito es el amor , sobre todo entre actor+actriz monísimos
eso NO QUIERE DECIR que todo director que haga una película fuera de este esquema sea acusable de cine de autor (nótese el odio que se añade a este término).
Por eso, Kusturica no lo es. No es intelectual. No lo son sus bromas, gags… que tampoco son en absoluto suerrealistas: conozcan su vida y la de sus colaboradores y vean que, como en las increibles historias de García Márquez, la base real es enorme. Tiene su propio ritmo narrativo, que resulta prácticamente impecable. Porque Kusturica descubre, como Bergson, que la risa es el canal para decir las más dolorosas verdades, y cuanto más se roza la locura, más cerca se está de mostar la realidad.
La vida [fue] un milagro en ese destrozo de país, convertidas sus casas en gruyère. La expresividad de la historia no busca emocionar (¿qué es eso de que, si no fuera por la música, se lograría cierto clímax?, por favor… para llorar, véanse Philadelphia ), sino darnos a entender el caos, la mezcla irracional que era Yugoslavia. Por eso música, personajes, guión… son calculadamente caóticos, locos. Los personajes han perdido la cabeza, para poder vivir en un lugar donde La vida es un milagro .
Similar tema, con música sensiblera y rancia, lo toma Benigni (prestigioso director, de gran trayectoria posterior…jaja), añadiendo gags años 20 (slap stick de manual) y desata elogios de público y crítica. No importa que hacer coñas con un campo de concentración esté fuera de lugar. Ahora resulta que el raro , el surrealista , el que está fuera de lugar, es Emir Kusturica.
Si la vida es la guerra y la guerra es un drama, entonces,la vida es una comedia. Aunque sea una deducción disparatada para un filósofo, ésta, parece ser la conclusión voluntarista de la inusual lógica de Emir Kusturica. El director ¿bosnio? ¿serbio? ha firmado una ¿comedia? ¿drama? No hay forma de confirmar estas precisiones recorriendo los territorios de internet. Cierto es que nació en Sarajevo, en la actual Bosnia-Herzegovina, y la valoración de si el filme es una comedia ,drama o qué, dependerá, al final, de la mirada de cada espectador.
Parecido desconcierto o desacuerdo ha merecido para la crítica la llegada de la película a las pantallas. Algunos opinan que Kusturica se repite, que no aporta nada nuevo .Otros, a quienes me adhiero, reivindican este trabajo como una obra con fuerza y valor notables. Es verdad que hay elementos muy reconocibles que se asocian con la anterior filmografía del director, pero, ¿es eso un defecto? Cierta locura de los personajes, que albergan una entrañable comicidad, situar la acción en un escenario popular, con gente sencilla, la presencia importante de la música, son características que dibujan su firma inconfundible. La excentricidad que otorga este Fellini balcánico a sus criaturas – humanas y animales- en la película, podrá exasperar a algún espectador carente de sentido del humor, que creerá que Kusturica frivoliza al abordar así, el dramático conflicto de la antigua Yugoslavia. Pero alguien que, como él, ha nacido y vivido allí, está moralmente autorizado a tratar esos acontecimientos desde el tono anímico que quiera. Ya, hace algunos años, fue malinterpretado por unas declaraciones por las que se le adjudicó la etiqueta de proserbio, que en este contexto viene a ser sinónimo de fascista o nazi. Y no iban por ahí las cosas. Descifrando, por ejemplo, el discurso de la película de hoy, habrá que pensar que sus declaraciones irían más en el sentido de la canción de Jorge Drexler, cuya letra empieza así: Yo no se de donde soy, mi casa está en la frontera y las fronteras se mueven como las banderas…. .Además , quienes hayan visto otras películas de Kusturica como El tiempo de los gitanos, Underground, o Gato negro, gato blanco, tendrán la seguridad de que no es un nacionalista proserbio sino alguien que ama al ser humano por encima de las banderas, y que es un optimista incurable,. como Luka, uno de los protagonistas de La vida es un milagro. De todas formas, claro que choca ver una película así, si la comparamos con otras, tan sólidas y necesarias como Las flores de Harrison, que también penetraba en esa guerra todavía caliente. Pero de todo tiene que haber en la viña cinematográfica, la diversidad siempre enriquece. Por otra parte, La vida es un milagro cuenta, sobre todo, una gran historia de amor.
El serbio (él diría yugoslavo), Emir Kusturica ha realizado una obra que no se aparta lo más mínimo de aquello a los que no tiene acostumbrados este peculiar cineasta. Con La vida es un milagro, retoma su universo de personajes al borde de la locura, con una afición desmedida por el caos, el griterío, la fiesta, el jolgorio, el sexo en su versión más festiva y el contagioso efecto de la vida al límite, todo ello enmarcado, como siempre, en la reciente, (y desgraciada) historia de su país, que tanto le obsesiona, y de la que se permite aquí una visión muy crítica e irónica del tratamiento informativo hecho en el resto del mundo acerca de la guerra yugoslava, presentando a sus compatriotas como los malos , frente a los aparentemente angelitos bosnios.
Infravalorada película del siempre genial director serbio Emir Kusturica. Posiblemente la técnica del director sea poco apreciada, pero lo cierto es que es de los pocos directores que consiguen que la música sea otro personaje mas, aparte que las metáforas, simbolismos y subrealismo le acerca mucho al realismo mágico de algunos escritores. La película muy buena, visión cariñosa de los personajes que formaban la antigua Yugoslavia, y con momentos realmente divertidos, y otros muy angustiosos. Los personajes increíbles, tanto como el actor como la actriz, una autentica revelación para mi. El final fantástico, y lo dicho, tiene golpes realmente divertidos. kusturica en plena forma. la película es un poema a la vida. Nota importante: ver solamente en V.O, si no pierde la mayoría de las gracias y mucho ojo a la escena del partido de fútbol. a parte de sobrecogedora es una radiografía de los Balcanes.
Dirigida, coescrita y coproducida por Kusturica, codirector de la música, obtuvo el César a la mejor película de la UE. Fue nominada a la Palma de Oro (Cannes) y a la Espiga de Oro (Valladolid). Se rodó en Serbia, durante más de un año.
La acción se sitúa en Bosnia, en un lugar próximo a la fontera con Serbia, en 1992, poco antes y después del estallido de la guerra. Narra la historia del ingeniero Lukas, que llegó de Belgrado dos meses antes para la construcción de un ferrocarril que convertirá el lugar en un paraíso turístico. Le acompañan su mujer Jadranka, soprano y lectora de Ana Karenina, y el hijo de ambos, Milos. El inicio de la guerra cambiará muchas cosas. La acción se ambienta en un contexto bélico que no se ve: se oyen disparos, cañonazos, explosiones y se ven heridos, muertos, destrozos. La guerra se inserta en la cotidianeidad, forma parte de la normalidad diaria y, por ello, provoca mayor desazón. La narración adquiere un tono desmesurado: comen, beben, aman, odian, juegan al ajedrez y al fútbol, cantan y bailan exageradamente. El espectador es receptor de una cascada de palabras, golpes, colores, imágenes, detonaciones, explosiones y música, que le sumen en un caos sensorial. Se añaden elementos surrealistas, absurdos y excéntricos, que subrayan la sinrazón de la guerra, justifican la locura, invitan al suicidio e impulsan a huir de la realidad. La obra cuenta, con una rotundidad inusual, el drama de la vida que se abre camino entre el miedo, la brutalidad, el dolor y la muerte. La exaltación de la vida justifica la presencia de muchos animales (perros, gansos, gallinas, gatos, palomas, caballo blanco, la burra Melissa) y la mirada cariñosa dirigida al polluelo salido del huevo, las crías de la oca, el niño recién nacido de los Petrovitch. El rechazo de la guerra se personifica, también, en animales: los osos que matan a todo ser viviente , los buitres carroñeros. El humor recurre a gags blancos, surrealistas, negros y marrones. Los elementos dispersos del rompecabezas tienen en las vías del tren el eje que los amalgama. No se habla de culpables, sólo de víctimas. En la segunda parte del film se desarrolla una hermosa historia de amor, que trasmite ternura, bienestar y gozo, y endurece la crueldad de la guerra.
La música es parte fundamental de la obra. Mezcla ritmos gitanos, con influencias de Oriente y Occidente, a cargo de The No Smoking Orchestra . La fotografía ofrece escenas magníficas como la camilla que se desliza sin final, el baño junto a una cascada que inunda la pantalla de blanco, la caminata con la chica en brazos a través de la desolación de un campo nevado. La interpretación del protagonista Slavo Stimac (Lukas) y las de Natasa Solak (Sabaha) y Vesna Trivalic (Jadranka) son convincentes. La dirección otorga al film su reconocido estilo propio.
Combina comedia, drama y romance. Apela a la razón, sentimientos, imaginación y sentido del humor. Es un potente alegato contra el belicismo y por la paz.