La vida de Galileo
Sinopsis de la película
Galileo Galilei, un brillante matemático y astrónomo que nació en Pisa en el siglo XVI, contribuyó de manera decisiva al desarrollo científico. Sus teorías sobre el sistema solar le granjearon el rechazo de las poderosas autoridades eclesiásticas. Basada en una obra de Bertol Brecht, Galileo analiza el enfrentamiento de la Iglesia contra un hombre que cuestionó abiertamente el principio de autoridad sobre el que se había basado durante siglos el conocimiento humano.
Detalles de la película
- Titulo Original: Galileo
- Año: 1975
- Duración: 138
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Opinión de la crítica
Película
6.7
81 valoraciones en total
Obra dirigida por el Joseph Losey a partir de un guión realizado de acuerdo con la versión de Bertolt Bretch, con quien había colaborado en el montaje de la obra teatral en EEUU. El trabajo de Losey no se limita a una simple tranferencia del teatro al cine, sino que pretende ofrecer una atractiva recreación cinematográfica de una representación teatral. El vestuario, de época, destaca por la sobriedad de los colores y la exhuberancia de las formas. Los escenarios son amplios y abiertos, la estructura y la coloración de los mismos son sumamente discretas, destaca la magnificencia de los diálogos, que constiuyen la médula de una obra hecha no para entretener, sino para plantear interrogantes, suscitar dudas y movilizar el pensamiento. La banda sonora ofrece fragmentos musicales de fondo que acompañan suavemente las incidencias de la acción. Cada cuadro de la obra cuenta con una breve introducción a cargo de tres voce blancas que introducen al espectador en el contenido del mismo. La interpretación de Topol (Galileo) es magnífica y las breves intervenciones de John Gielgud (el viejo cardenal) y Edward Fox (el cardenal inquisidor) son excelentes. En su conjunto la película es una obra equilibrada, rica en contenido y matices, visualmente atractiva y sumamente sugerente.
La vida de Galileo, tal como es aquí contada, es una invitación a la reflexión sobre la lucha que el conocimiento científico ha tenido que librar contra los pre-juicios en que se sustentan las Instituciones, que hasta el siglo de las luces representó la Iglesia Católica.
La Tierra no podría girar en torno al Sol porque en la Biblia, era al Sol a quien Dios ordenaba que se detuviera, y Dios no podía equivocarse. Asi pués era acto de fé que la Tierra estaba en el centro de Universo, inmovil.
Siempre fue mi filósofo favorito Aristóteles, por eso acercarme a Galileo en esta película me obliga a olvidar prejuicios, algo imposible para aquellos teólogos que torpedearon hasta bien entrado el siglo XVIII el discurrir científico. Y es que este biopic se extrema en hacer girar la vida del matemático pisano en un continuo enfrentamiento con la Iglesia. Otros matices más domésticos de su recorrido vital no son ni apuntados, no interesan. Como tampoco interesa mucho más el resto de sus descubrimientos si no suponen un acto de reivindicación ante las instituciones.
Durante todo el desarrollo teatral del film, de decorado en decorado, son las ideas y las reflexiones idealistas las que gobiernan el discurso antes que la imagen. No obstante, a pesar de la importancia de la palabra, el uso de la iluminación, nuevamente muy teatral en algunas escenas, o la fuerza histriónica del rostro de Topol en algunos primeros planos, nos recuerdan que estamos viendo cine. Cine reivindicativo, propio de la época en que se rodó esa película, donde se ridiculiza la nobleza, se desprecia a los eclesiásticos y se critica a la universidad.
Se trata en suma de una película en formato de ensayo antes que de novela, donde se hace necesario cerrar el libro de cuando en cuando para reflexionar. Y ello sin perder contenido poético sobre, por ejemplo, la heroicidad de los hombres.
Sobra eso sí el ridículo y trasnochado numerito musical a mitad de película. Se compensa con los experimentos de Galileo, lástima que no haya más, tan divertidos como los de Flipy en el Hormiguero.
Notable adaptación de la obra de Bertolt Brecht, por parte de un director, Joseph Losey, algo desconocido para el gran público.
La representación teatral se muestra ante nuestros ojos, llevada no sólo con talento, sino con atractivo clásico. Destacan los escenarios, a veces austeros y a veces con muchos detalles, amplios, para dar cabida a atrevidos movimientos de cámara. El vestuario, de época, con una contención atenuada de colores.
Contundencia en cada palabra, en cada frase, en cada diálogo de los personajes. Cada episodio de la vida de Galileo esta separado por la aportación de un grupo de niños cantores, que, cuales trovadores populares, nos dan una idea de lo que va a acontecer.
Destaca la interpretación de Topol como Galileo, absolutamente perfecta desde el principio hasta el final.
Esta es una obra entretenida y alegre, con una lección que enseñar. El sacrificio no siempre significa no rendirse ante los deseos de los demás. A veces las cosas son complicadas, van por otros senderos y nos obligan a tomar decisiones dificiles de entender para los que nos conocen o nos quieren. Es en estos momentos donde los grandes hombres de aquellas épocas pasadas nos deben inspirar. He aquí una obra con todo ese espíritu, que llega más allá de lo que hayamos podido imaginar jamas.
La película intenta ser un homenaje a un científico tan magistral como poco reconocido. Pero no un homenaje donde todo son flores y parabienes, sino uno donde también afloren la crítica y las dudas. La propia crítica y las propias dudas que Galileo Galilei se hace a si mismo respecto a su incapacidad para haber aprovechado un momento único en el que había conseguido movilizar la voluntad del pueblo. De ese pueblo que se debatía entre la fe ( y con ella el dominio de la Iglesia) y la evidencia.
Aquel y sin embargo se mueve se me antoja tan explícito como insuficiente. Y por ello, me cuestiono que hubiese sucedido si el pueblo hubiese encontrado su mártir. Creo que ese es el gran acierto de Losey, que acabemos formulándonos esta pregunta. El resto son, magníficos complementos. Las actuaciones de Topol, Gielgud y Fox, francamente buenas. La ambientación y el vestuario absolutamente creíbles y logradas. Y supongo que las canciones del tiempo serían tan ilustrativas de la historia como armoniosas. Lo digo porque en la versión vista por mi no se subtitularon.
Me encantaron las luces y las sombras al más puro estilo expresionista alemán e incluso recordando los trabajos de Eisenstein y también los diálogos agudos e ingeniosos.
Siempre hay un pero, y es este: Está claro que Losey intentó deliberadamente que la película conservase un cierto aspecto teatral procedente de la etapa de representaciones anterior, tal vez para enfatizar determinados aspectos trágicos de la historia. Es una opción. Pero cuesta un tanto de asimilar.
Resumiendo, una obra magnífica, ciertamente poco popular como el propio personaje pero que inquieta.
¿Qué podría haber pasado? ¿Hubiese el papa publicado una encíclica aboliendo el cielo?