La última mirada
Sinopsis de la película
Homero, un reconocido pintor español residente en México descubre, a los 48 años, que ha heredado de su padre una extraña ceguera que se caracteriza por perder paulatinamente los tres colores de la luz: el rojo, el verde y el azul para finalmente quedar sumergido en una ceguera blanca. Seguidor de un poema chino de destino titulado La nao de China, Homero entiende que el destino existe pero resiente el perder lo que ha dado sentido a su vida: el arte y la belleza. Al tratar de mantenerse conectado al mundo mientras su ceguera avanza, Homero adopta un perro callejero, frecuenta prostitutas y se enamora de Irma, una monja que lo ayuda a memorizar textos para fingir frente a su padre ciego que puede seguir leyendo. De manera paralela, Mei, una joven de 17 años, llega a una vieja estación de tren donde se ha establecido un burdel de traileros llamado La nao de China. Antes de partir a Estados Unidos, su madre le ha conseguido trabajo como sirvienta en el burdel a cambio de hospedaje y comida para ella y sus abuelos. Mei se hace amiga de las prostitutas del burdel y se enamora de un joven dependiente en una ciudad cercana. Por las noches Mei cría palomillas para recrearlas como pequeñas obras de arte de tul y encaje que vende a cambio de un poco de efectivo. Homero y Mei luchan por salir del destierro al que parecen haber sido condenados: uno en la ceguera y la otra en un prostíbulo mientras que sus vidas se tocan sin jamás cruzarse. Cuando Homero está a punto de quedar completamente ciego, un chofer de taxi le ofrece llevarlo a un prostíbulo de chinas donde las mujeres son algo excepcional. Así, por casualidad o destino, Homero llega hasta La nao de China y las vidas de Mei y Homero acaban por encontrarse en una habitación en el desierto mexicano…
Detalles de la película
- Titulo Original: La última mirada
- Año: 2006
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
6.5
41 valoraciones en total
Hay muchas maneras de contar una historia, aunque se trate de un drama. Se puede enfocar toda la filmación con un objetivo alegre o triste, idealista o realista, optimista o pesimista, etc. E incluso un mismo drama puede ser desarrollado como una tragedia o como una comedia.
En este caso la directora ha optado por contarnos una especie de cuento lleno de sordidez y de amargura. Ha querido dulcificarlo con un tinte poético de color rojo. Pero el mensaje de poesía no llega a calar porque tarda mucho en llegar. Durante casi toda la proyección no ves más que un color irreal que se proyecta sobre una historia triste, muy triste en todas sus ramificaciones.
Y además, para colmo, la acción es lenta y, por consiguiente, se hace aburrida.
Con la fortuna de presentarme a una de las diferentes salas que promovieron el día del Cine Mexicano, encontré una obra que roba la atención y la libera hasta el último cuadro. Producción nacional de poca difusión y relegada a la indiferencia de las masas, se retoma este día para que podamos apreciar su encantadora lírica y visión costumbrista de las comunidades en la provincia de nuestro país, desde el punto de vista de dos personajes distantes por experiencia, pero afines por perseverancia, sensibilidad, firmeza y creatividad.
La última mirada marca el latente desencanto que vivimos hoy en día de manera sutil, es afrontar el caos con el arte, es el encuentro con la soledad y la búsqueda del sentimiento, es el preámbulo del encuentro entre Homero y Mei y a su vez saldar un destino nada alentador. Los últimos destellos del color en la visión de Homero son el contraste en el espectro visual, así como también en significado, depresión (azul) y exaltación (rojo) le permiten a Homero el comienzo de una nueva forma percepción del amor en estado puro, a partir del tacto, olfato, gusto y auditivo, que suprime la desilusión. Por otro lado Mei, mujer de convicciones y amplia visión, desafía su designio y encuentra la tranquilidad deseada.
La historia de la joven sirvienta y el pintor de ceguera clara, me resulta contundente, lejana a las tramas inspiradas por la desaparecida Yolanda Vargas Dulché, especializada en victimizar a sus protagonistas femeninas, quien les omite sentimientos humanos reales (rencor o venganza) y les crea historias espinosas con antagonistas dominadas por el capricho y no por motivos reales. Arriaga supera este tópico y centra su historia en gente común y corriente de provincia, dispuestos a afrontar las disyuntivas presentes.
Extrañaba una evaluación en categoría de excelente para el cine de mi país, por desfortuna las supuestas opciones independientes y alternativas van en aumento, que me crean ciertas reservas y que las valué por debajo de la media. La última mirada es de esos resplandores en la oscuridad, de una industria tachada en declive.
Gracias por el resultado.
Pocas veces me ha pasado que he salido de una sala con gran satisfacción y más cuando se trata de cine mexicano tengo que agradecerle personalmente a quien me recomendó semejante logro, y que mejor que tratando de hacerle un pequeño homenaje.
La última mirada es todo lo que muchos directores de México (Carlos Reygadas por ejemplo, o al menos hasta que vea Luz Silenciosa) ya quisieran, un excelente filme que, pese a que carga una gran reflexión filosófica en ningún momento se siente alguna pretensión artística por parte de la directora Patricia Arriaga, quien hace, un trabajo soberbio.
Pero no sólo eso. Patricia bien pudo optar por tomar el camino fácil y llevar su filme a cuantos tópicos, clichés y convencionalismos que se repiten una y otra ves en filmes mexicanos, tan manipuladores como poco o nada originales resultan ser. Pero Arriaga no sólo elude excelentemente todo ello, somete su historia (mas bien sus dos historias) como el perfecto equilibrio entre lo que son los obstáculos en la vida y la aceptación a una terrible realidad.
Las actuaciones por otra parte son fantásticas tanto Mei (Marisol Centeno) quien sorprende y conmueve, como Homero (Sergi Mateu) que lo hace de una manera terriblemente efectista en su papel de un pintor quien su visión se va deteriorando lentamente.
Es interesantísima la metáfora que carga el título de la película con la historia, sobretodo cuando los personajes principales del filme están condenados a sufrir terribles destinos, pero no sólo por ello, La última mirada tiene que ver muchísimo con su famoso cortometraje de Arriaga La Nao de China, sobretodo porque es crucial (observar bien quienes la vean de favor) cuando las dos historias se juntan.
En conclusión una soberbia película, paso bastante tiempo para que una película mexicana no me conmoviera tanto, sin duda un gran logro.
También, gracias por el resultado.