La tregua
Sinopsis de la película
Martín Santomé es un hombre maduro que trata de reconciliarse con el pasado al sentir que su vida ha sido desperdiciada. Su condición de viudo lo hace sentirse muy solo, a pesar de que sus hijos adultos viven aún con él por problemas de dinero. Pero su existencia dará un giro de 360 grados al enamorarse de una mujer mucho más joven.
Detalles de la película
- Titulo Original: La tregua
- Año: 2003
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
4.2
70 valoraciones en total
Sí, puede ser una suerte de tregua la que cada tanto se nos concede en este complejo ejercicio de vivir, y el hado decide darnos un descanso, una suerte de suspensión de las hostilidades que, como en cadena, de pronto nos apalean por largo tiempo. Pero también puede ser que, algunas buenas acciones, van generando un acervo de positivos que, en la energía del universo, se compensan, no como una tregua acordada, sino como una porción de felicidad a la que nos hacemos merecedores según sea la calidad de lo que venimos haciendo.
Esto aplica perfectamente a Martín Santomé, el empleado que ve acercarse el tiempo de pensionarse y tan contento está su jefe con la labor que hasta ahora desempeña, que va a pedirle que se quede cuando menos por dos años más. Viudo y a cargo de tres hijos que todavía no toman un rumbo sólido, pareciera que la vida le tiene un gran regalo a Santomé cuando, como empleada a su cargo, llega Laura Avellaneda la singular muchacha a la que dobla en edad y que ‘tiene todas las condiciones para concurrir a su felicidad, mientras que él tiene muy pocas para concurrir a la suya’.
Es una historia de amor que pareciera imposible, y en ese miedo-ambiente que solemos padecer, pareciera una de esas dulces trampas que la vida les ha puesto a tantos otros, donde el olor a tragedia se presiente inevitablemente a la vuelta de la esquina y al paso de los días. También Santomé teme… y ve la infidelidad como una posibilidad que brota con cada anochecer. Por eso y porque presiente que ya no es el joven que puede ofrecer todo lo que una muchachita necesita, no se hace demasiadas ilusiones y vive la tregua-felicidad, como algo efímero que hoy o mañana puede desaparecer.
La tregua (1959) fue la segunda de siete novelas que publicara el prolífico poeta uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) y también es la mejor acogida por los críticos y lectores. Fue escrita como una suerte de diario que empieza un 11 de febrero y que termina el 28 del mismo mes, pero del año siguiente. En ese tiempo, Martín Santomé va a comprender que el cielo y el infierno pueden estar con nosotros incluso en un mismo día, se va a dar cuenta de que hay sentimientos que todavía no había aflorado y que es hora de ejercer, y quizás entienda que la paz es el resultado de alcanzar el estado de conciencia de que nada nos pertenece.
Alfonso Rosas Priego, como director y co-guionista, ha hecho una película que sigue de manera bastante ajustada la línea argumental de la novela, consigue varios momentos visualmente muy agradables, y entre sus intérpretes, me dejan particularmente satisfecho: Adriana Fonseca (Avellaneda), una chica con un rostro precioso y un carisma que enamora. Maité Embil, una cálida Blanca que da siempre lo mejor, aunque quizás el destino ponga en su camino alguna canallada. Y Rodolfo de Anda Jr. (Jaime), actor por el que sentí un espontáneo aprecio, ya que su padre y su linda madre, Patricia Conde, anduvieron muy presentes en mis años de niño cinéfilo.
Por otra parte, no conseguí digerir esa descuidada barba de ocho días que conserva Gonzalo Vega, pues además de que, en lo personal, me resulta impresentable, luce todo el tiempo –aún después de haberse enamorado- como un anciano enfermo, ‘cansado, resignado y sin ambiciones’ como le dijera su madura hija. Y por más atractivas que luzcan, tampoco apruebo el exceso de escenas, inexistentes en la novela, donde el voyerismo hace de las suyas sin mayor propósito que satisfacer el morbo anciano. De esta manera, la historia pierde peso y fácil se adivina que, en el director, se confunde el oportunismo con el criterio artístico.
Sin embargo, y aún sin haber podido acceder a la adaptación que, Sergio Renán, realizase en 1974, creo que esta versión de LA TREGUA vale la pena verse.