La tierra de la gran promesa
Sinopsis de la película
A finales del siglo XIX, la ciudad de Lodz se ha convertido en el epicentro de la industria textil, con la consiguiente necesidad de mano de obra inmigrante. Tres jóvenes estudiantes de Riga: un polaco católico, hijo de nobles terratenientes, un ambicioso judío y un alemán luterano deciden abrir una fábrica en esa ciudad para hacer fortuna y, sin escrúpulos ni prejuicios, se lanzan a acumular dinero y poder.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ziemia obiecana
- Año: 1975
- Duración: 168
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Opinión de la crítica
Película
7.2
38 valoraciones en total
Magnífico fresco naturalista. El guión bien lo podía haber firmado Zola. Hay también un poco de Dickens y otro tanto de Victor Hugo. Imprescindible para comprender el capitalismo salvaje del finales del XIX. Me recuerda la Barcelona de La ciudad de los prodigios , el libro, no la película. Algunos fotogramas son pura belleza visual, sin duda inspirados en la pintura de la época. En ciertos momentos roza el docudrama. En la versión original, se disfruta del galimatias lingüístico de la zona: cada cual se expresa en su idioma y los otros lo entienden: alemán, polaco, yiddish. No hay buenos ni malos. Hay pasiones, bajas y altas. Ansias de poder, de gozar, de sobrevivir, de libertad, de justicia. Hay vida, cine en estado puro.
Wajda nos muestra una época de la historia polaca donde una gran parte de la población intenta simplemente sobrevivir mientras otros se embarcan en un desarrollismo industrial en el que lo único que importa es la producción. El beneficio por encima de las vidas humanas. Incluso el amor queda supeditado al interés.
A destacar la crudeza con que Wajda nos muestra la muerte en un entorno de religiones encontradas, de rezos y usuras, de palacios y hambre.
La fotografía, magnífica, y la música, son dignos complementos de la mano maestra de Andrzej Wajda.
El film es una de las obras cumbre de la cinematografía polaca, y adapta una obra de Wladyslaw Stanislaw Reymont. La trama transcurre en Lodtz, corazón de la industria textil polaca, y describe sin tapujos las diferencias sociales y el modo inhumano en que son tratados los trabajadores.
El film centra su atención en tres jóvenes amigos acomodados, Karol (Daniel Olbrychski) un polaco, Maks (Andrzej Seweryn) un alemán y Moryc (Wojciech Pszoniak) un judío, que desean prosperar en los nuevos tiempos poniendo en marcha una nueva fábrica.
La película describe con enorme fuerza, la falta de escrúpulos de los personajes, como dejan la moral a un lado, también sus aventuras amorosos, una actitud que acabará volviéndose en su contra, pese a lo cual no aprenderán.
La película presenta que estos tres jóvenes amigos se necesitan para poder llevar a cabo la empresa a buen fin, a pesar de que son alertados sobre la falta de escrúpulos y ambición desmedida.
La agitada vida amorosa de un de ellos, no sólo afecta su amistad sino que resulta decisivo para la explosión de otros problemas tanto personales como sociales.
El film recibió una nominación al Oscar, como mejor película extranjera, además gano una medalla de oro en el Moscow International Film Festival, cuatro premios en el Polish Film Festival y la Espiga de Oro en el Valladolid International Film Festival.
El sólido cine de Wajda desborda el canon del realismo socialista.
Una doble formación de pintor y cineasta le permite dar a sus películas una estética envolvente, gracias a la calidad del encuadre y al tratamiento refinado de la imagen (interiores elaborados, minucioso vestuario de época, paisajes).
Wajda adapta en sus films novelas históricas polacas, buscando ahondar en las raíces nacionales. Los tres jóvenes protagonistas de La tierra de la gran promesa , amigos que se asocian para crear una fábrica, las sintetizan: un judío, un polaco católico y un alemán protestante.
El relato de la ambiciosa aventura fundacional que emprenden permite analizar y describir a fondo, y con gran intensidad dramática, la lógica darwinista de la burguesía industrial de Lodz: la ganancia y acumulación a toda costa.
Esa lógica incluye, junto al ideal del progreso y la riqueza, el trato inhumano a los obreros de las fábricas, la ostentación de lo atesorado, la conversión del amor en herramienta de escalada social, el sometimiento de la nobleza declinante…
Que prevalezca la amistad en semejante lógica resulta impensable.
Entre las interpretaciones, formidables la mayoría, destaca la de Daniel Olbrychski, soberbia. (Fue el actor insignia de Wajda, como J.P. Léaud lo fue de Truffaut, o M. Vitti de Antonioni.)
El fresco histórico condensa vigorosamente claves de la historia polaca justo anteriores a la aparición de la bandera roja en el horizonte, claves generalizables a la historia europea.
(8,5)
Espléndido reflejo del nacimiento de un capitalismo atroz y sin escrúpulos en Polonia y de cómo se exacerban las diferencias de clases y el conflicto social.
Excelentemente filmada, formalmente cuidadísima, prodigiosa en sus encuadres, los contrastes de color y en su ritmo narrativo, Wajda logra comunicar una amplísima polivalencia de contenidos en cada fotograma, explotando al máximo las posibilidades significativas y connotativas que sólo los grandes maestros son capaces de extraer del lenguaje cinematográfico, para conseguir que los propios espectadores sean intérpretes y no sólo meros receptores de lo que observan. Wajda articula así un mensaje poderoso, cuasiexpresionista, en ocasiones delirante y paródico, en otras seco, duro y crudo, fiel reflejo de la deshumanización de las relaciones sociales y de la consiguiente pérdida de valores humanitarios en la sociedad de las máquinas y la producción masiva. Al mismo tiempo, logra una magistral, dolorosa y ofensiva contraposición entre el lujo y la miseria, una atroz demostración de la incultura y la memez de los grandes peces gordos (gloriosa la orgiástica escena del teatro) y una contundente demostración del cinismo, la avaricia, la maquinación, la explotación, los abusos de poder, etc, que subyacen bajo tanto oropel y apariencia.
En definitiva, espectáculo cinematográfico de muchísimos quilates y totalmente recomendable, sustentado además por otra de las espectaculares BSO de Wojciech Kilar. Imprescindible.