La tía Tula
Sinopsis de la película
A la muerte de su hermana Rosa, Tula recibe en su casa la compañía de su cuñado Ramiro. La convivencia entre Tula y su cuñado, al principio, no está exenta de roces y tensiones, sobre todo cuando Emilio, que desea casarse con Tula, pretende que Ramiro haga valer su influencia sobre ella para facilitarle sus planes de boda. Pero Ramiro se siente atraído por su cuñada, atracción que se ve favorecida por la vida en común.
Detalles de la película
- Titulo Original: La tía Tula
- Año: 1964
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
7.4
35 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Aurora Bautista
- Carlos Estrada
- Carlos Sánchez Jiménez
- Chir Bermejo
- Coral Pellicer
- Emilia Zambrano
- Enriqueta Carballeira
- Esmeralda Adam García
- Fanny Maral
- Irene Gutiérrez Caba
- José María Prada
- Juana Azorín
- Julia Delgado Caro
- Laly Soldevila
- Lola Gaos
- Lola Marquerie
- Margarita Calahorra
- Mari Loli Cobos
- María Hevia
- María Teresa Dressel
- Miguel Armario
- Montserrat Julió
- Paloma Lorena
- Paul Ellis
- Ricardo Díaz
Lúcido y osado drama que, centrando su punto de mira minuciosamente sobre la España profunda de los pueblos en los años sesenta, aborda de frente una temática escabrosa y subyaciente, con la virtud de un guión magníficamente adaptado de la novela homónima de Unamuno.
Con la fuerza punzante de un aguijón y la atmósfera enrarecida por pasiones a flor de piel, apenas reprimidas bajo la frágil superficie, Miguel Picazo trasladó al celuloide la esencia vital de los deseos y debilidades humanas enfrentados al muro del decoro y de la decencia impuestos por una sociedad de férreos principios religiosos y de observancia de las apariencias.
Tula, una mujer joven, bella y hacendosa que se hace cargo del cuidado de su cuñado y de sus sobrinos cuando su hermana muere, se irá encontrando progresivamente ante una tesitura insostenible. Ella, educada como cualquier mujer de casa decente, vive ciega a la existencia de ese universo oculto de los deseos carnales, que rechaza categóricamente. Representa la viva imagen de la virgen vestal, pura, casta y renegando del contacto amoroso con los hombres, así como del matrimonio. De carácter fuerte e intransigente, aterrorizada en el fondo por la idea de someterse a un hombre, realiza su labor de abnegada entrega a la familia de su hermana fallecida tratando de ignorar los indicios alarmantes. Su cuñado, hombre joven, atractivo y pasional, no tarda en dejar aflorar el deseo sexual que ella, inconscientemente e involuntariamente, le va despertando. Poco a poco, la situación se va haciendo irrespirable… Hasta que llega la inevitable crisis y Tula se encontrará ante una encrucijada en la que tendrá que tomar una decisión, no queriendo admitir aún que su ilusoria vida familiar no es más que un espejismo que puede quebrarse en cualquier instante. Ella, manteniéndose en su ciega obstinación, no quiere admitir que se encuentra en una posición falsa…
Mordiente, sutil y crudo análisis de la situación de una mujer cuya sexualidad ha sido sofocada de raíz por la sociedad de mediados de siglo, para la que el sexo y el amor apasionado era uno de los grandes temas tabúes. Tula es la abanderada de muchas mujeres que interiorizaron dicha represión y que se vieron sometidas a la doble moral de una cultura hipócrita y en exceso mojigata (que ha existido y seguirá existiendo en todas partes). Esa doble moral dictaba que las féminas debían ser castas de pensamiento, sumisas y abnegadas, dedicadas de lleno a su cometido de esposas y madres, mientras que los hombres, por ser hombres, estaban dotados de ciertos deseos inherentes al varón y sentían la necesidad de desfogarlos.
Hizo Miguel Picazo con La tía Tula , su primera y mejor película, un clásico para el cine español y un relato/adaptación de la novela homónima del gran Unamuno espléndido, magistral, que enseñaba al cine español nuevos caminos, luego bien poco trabajados.
La tía Tula es el retrato psicológico y social de la sociedad española de provincias, con personas como la tía Tula, un cúmulo de contradicciones poderosas e infranqueables: por un lado, una rigidez y rectitud espartanas, por otro lado, un volcán en plena ebullición, zarandeado por el deseo y la transgresión a poder derribar toda la monotonía que la envuelve. Aurora Bautista hace un trabajo memorable del personaje, de esa mujer/madre educadora y de poderosa personalidad, pero sumida en la mediocridad vital más absoluta.
Y la película es un dechado de precisión, de soberbia sobriedad, un trabajo poderoso y seco, una obra contundente y que deja una huella indiscutible.
Un documento sociológico incluso, más allá de su condición de clásico y de obra maestra del cine español. Y siento blasfemar si escribo que me parece incluso un poco mejor la película que la novela del adorado y adorable Unamuno.
Sin ser ningún experto, me parece que La tía Tula es una de las grandes películas españolas menos conocidas o valoradas por el gran público. Se suele enmarcar dentro del llamado Nuevo Cine español, tendencia representativa de los 60 que aborda la sociedad española del momento con realismo, con autores tan importantes como Víctor Erice o Carlos Saura. En el palmarés de la cinta figura el premio a la mejor dirección en el Festival de San Sebastián, en una edición en que la Concha de Oro fue para America, America de Elia Kazan.
Aurora Bautista, cambiando totalmente de registro respecto a sus interpretaciones más conocidas (Agustina de Aragón, Locura de amor), consigue transformarse por completo en ese personaje tan rico y contradictorio que es Tula, con una actuación que raya lo magistral. No hay más que ver el comienzo, con los títulos de crédito, el impresionante plano de ella sentada, aguantando estoicamente la cámara.
Es el alma matter de la obra: su dedicación exclusiva a sus sobrinos, Tulita y Ramirín, la realización de las labores domésticas y su tirante relación con su cuñado, un fenomenal Carlos Estrada, un niño grande, torpe, de poca sutileza que tiene la desgracia de enviudar demasiado pronto, muy joven.
La química entre ambos actores es total, tanto para las escenas cotidianas como para los momentos de gran tensión dramática (bastante fuertes para la época). Al parecer la película sufrió algún recorte por parte de la censura, algo más de cuatro minutos en total.
Picazo y sus ayudantes mantienen un gran cuidado por la técnica, regalándonos preciosos encuadres, grandes planos-secuencia y una dirección de actores portentosa.Aunque es una libre adaptación y el guión es magnífico, la película le debe mucho a la novela de Unamuno.
Picazo dibuja una radiografía moral de la España de entonces brillantemente. A pesar de que algunos no hayamos vivido en esa época, se imbuye al espectador en ese período y en ese lugar, la España de provincias o, más bien, provinciana, donde los cuchicheos o el qué dirán adquieren una relevancia extraordinaria. Pero la férrea moral de Tula es inquebrantable –en este sentido me parece genial la confesión con el cura, un gran José María Prada-.
En mi opinión, es de lo mejor del cine español, cercana a lo que llamamos obra maestra.
A pesar de la religiosidad que impregna muchas de las escenas de la película, podemos decir que La Tía Tula es una precursora de la emancipación femenina en una época claramente marcada por el poder de los hombres en este país, y más en esa época de franquismo, tardío ya, pero todavía intolerante contra las mujeres. En esta película los hombres aparecen como verdaderos depredadores sexuales dispuestos a dar caza a cualquier mujer que se cruce por su camino, sin ningún tipo de escrúpulo. Las escenas de Ramiro (Carlos Estrada), siguiendo con la mirada fija a Aurora Bautista, sediento de deseo, son estremecedoras y casi inquietantes. Por no decir la escena del asalto claro y flagrante que se produce de él hacia ella.
Se producen continuos choques de lucha de sexos, en los que el poder moral (sacerdotes, iglesia), defienden claramente los postulados que dicen que las mujeres se deben a sus hombres. Los dos niños se llaman igual que los dos protagonistas y nos hacen ver como son los dos sexos: el niño empieza a ver postales de mujeres desnudas, compra tabaco al padre, hace de rabiar a la niña, mostrándonos el poder del hombre sobre la mujer desde la infancia. Tula (Aurora Bautista) les espeta a los dos hombres de la casa , que la mujer es algo delicado y tierno y hay que cuidarla con respeto y amor. Un personaje claramente precursor del feminismo que se hacía valer ya en Europa y que tardaría algún tiempo en llegar a España. Y ahí radica la valentía de esta cinta, en la que la censura y el poder no podían tolerar la emancipación femenina bajo ningún concepto. El cura del film, que hace también de pseudo psicólogo, quita hierro al asunto cuando una de las mujeres le quiere contar un problema, y llama ñoñerías a sus asuntos. En la escena casi al final en la que un grupo de mujeres, bebe, baila y gasta bromas de índole sexual (inocentes todavía, pero algo era algo) en una fiesta privada. Sabemos de qué lado está el director.
Basada en una obra de Miguel de Unamuno y narrada al estilo del neorrealismo italiano y con algunos toques al estilo Murnau y al expresionismo alemán, La Tía Tula demuestra el talento interpretativo de Aurora Bautista haciendo de mujer orgullosa de sí misma y dispuesta a no dejar que ningún hombre la haga perder la dignidad. A medida que transcurre el film va cambiando de vestuario y de peinados haciéndose más abierta, moderna e incluso más bella. Gran película.
Cuando oigáis esta frase saliendo de la boca de una persona, podéis llegar a dos conclusiones:
1. No le gusta el cine.
2. No ha visto películas como ‘El Verdugo’, ‘Plácido’, ‘Los Santos Inocentes’, ‘Calle Mayor’, ‘El Sur’, ‘El Cebo’, ‘El Viaje a Ninguna Parte’, ‘Los Otros’, ‘El Nido’, Mar Adentro’, ‘Cría Cuervos’ o ‘La Tía Tula.
Hay muchas más, pero estos son buenos ejemplos de que el cine español ha gozado y goza de una estupenda salud. Además hay algo que une a la mayoría de obras maestras patrias, y es que son películas que solo pueden hacerse aquí, enraizadas a más no poder en la idiosincrasia de este país. Obviamente que se hacen muchas películas malas (como en el resto de países), pero lo peor de todo es que en muchas ocasiones son éstas las que más dinero recaudan y sus espectadores los que pronuncian la manida frase que da título a esta crítica. Claro, como les va a gustar el cine español si solo ven lo peor que puede ofrecer, normal que caigan en la generalización.
Centrándome ya en ‘La Tía Tula’, decir que es una película que retrata perfectamente la vida de provincias durante el franquismo en España, marcada por el qué dirán y por la enorme influencia de la religión en todos los ámbitos de la sociedad. En ese sentido me recuerda a ‘Calle Mayor’. La protagonista vive para los demás, olvidándose de ella misma y su felicidad, en gran medida influenciada por la educación recibida y los prejuicios impuestos por la misma. Aurora Bautista está impresionante y el director Miguel Picazo firma una opera prima portentosa, de una perfección que atendiendo a su corta filmografía no pudo volver a igualar. La utilización de los planos secuencia es extraordinaria, supongo que en parte influenciado por el maestro de los mismos, Luis García Berlanga.