La próxima piel
Sinopsis de la película
Un adolescente desaparecido regresa tras ocho años, cuando todos lo daban por muerto, y se incorpora a la vida familiar marcada por el misterio de su desaparición. Poco a poco surgirá la duda de si realmente se trata del niño desaparecido o de un impostor.
Detalles de la película
- Titulo Original: La propera pell
- Año: 2016
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
5.9
54 valoraciones en total
Hace ocho años ya que Gabriel desapareció. Su familia no ha dejado de buscarle, pero por fin le han encontrado en una casa de acogida francesa. Ahora él se hace llamar Leo y es un chaval problemático, como bien nos indican las primeras imágenes. Su madre (Emma Suárez) se lo llevará al pueblo, casi en los límites de España y Francia, y ambos tratarán de recuperar el tiempo perdido. ¿Pero será de verdad Leo su hijo perdido, o todo es una gran actuación? Aderezado, además, por un pasado oscuro en la familia, LA PRÓXIMA PIEL es una película que te ancla al asiento y no te deja ni respirar.
Isaki Lacuesta dirige este thriller, que bien podría ser más un drama familiar con tintes de tensión y suspense al alcance de unos pocos. Información en letra pequeña que el espectador ha de utilizar para componer sus propias conclusiones y desecharlas o mantenerlas hasta un clímax final que deja sin aliento. LA PRÓXIMA PIEL no es una película evidente, de las que dejan pistas obvias, sino que prefiere dejarnos pensar y mantenernos enganchados a ella de manera hipnótica. Y gran parte de ese magnetismo viene de la mano de sus protagonistas.
Emma Suárez brilla de nuevo, como ya hizo en Julieta (de Almodóvar y preseleccionada para los Oscar). Una madre atormentada y misteriosa, pero jovial, que quiere y a su vez se deja querer por un Álex Monner (Pulseras rojas) tremendo en cada escena, dejando bien claro que es uno de los actores más prometedores del panorama español. En ambas interpretaciones siempre nos dejan con un sabor de desconfianza y reflexión, ¿será su hijo de verdad?, ¿necesita que lo sea?. Ambos mantienen gran complicidad, incluso la sombra de la sospecha se evapora en ambos cuando quieren y son queridos. Sergi López es el secundario de lujo, el tío del chaval, receloso y celoso del chico que ha aparecido en la vida de ella. Todo alrededor de la familia es una gran nube gris.
Increíbles y bellos los parajes fronterizos, montañas nevadas, copos de nieve, dureza de un tiempo siempre teñido de blancos y grises, un pueblo pequeño y cerrado donde todo el mundo sabe lo que se cuece. Una sensación de aprisionamiento que se traslada hasta el espectador, lo que ayuda todavía más a tensar la cuerda de todo lo que sucede. ¿Es Gabriel el hijo de verdad o está ayudando a la que dice que es su madre a tejer una nueva realidad en la que ambos son felices y logran tapar el hueco de soledad insondable que les persigue desde hace ocho años? Esa pregunta campará a sus anchas durante toda la película, que además no nos ayuda gracias a unas escenas en las que cualquier mirada o gesto nos hacen desconfiar.
En definitiva, LA PRÓXIMA PIEL es una película más que interesante, con sello propio y unas interpretaciones tremendas por parte de Emma Suárez y Álex Monner. Además, también podemos aprender mucho del proceso de acogida en una familia, labor que hay que agradecer a educadores e integradores sociales y que, como podréis comprobar, un ensamblaje delicado de parte de dos realidades que desean ser una de nuevo.
Más allá de devaneos lingüísticos, me ha decepcionado esta premiada película de Isaki Lacuesta e Isa Campo, seguramente porque esperaba mucho de ella. La premisa de la que parte el argumento, que no es muy original, supone introducir de entrada un componente de tensión de mucho peso, que después no se mantiene con la debida solidez. Aunque el trabajo de los actores es solvente (especialmente, me quedo con Emma Suárez y Alex Monner), no he pasado de sentirme más o menos interesado por el enigma que la trama propone, pero sin llegar nunca a la sensación de intranquilidad que en principio debería generar esta película. Los directores hacen una apuesta difícil de sacar adelante, como es la de plantear escenas de creciente desasosiego, dosificando cicateramente la información que le llega al espectador. En varios momentos uno tiene una cierta sensación de bluff, de situaciones que prometen mucho y se quedan en nada. Es como si los guionistas quisiesen jugar al gato y al ratón y provocasen deliberadamente que el argumento no avanzase… Y el espectador puede terminarse por cansar de ese juego. El comportamiento de algunos personajes, como el del trabajador del centro de acogida o el interpretado por Sergi López, resulta cuestionable en algunas ocasiones. Uno puede comprender la incertidumbre en que se mueven los personajes, pero la película no me ha acabado de atrapar, y desde luego no me ha hecho reflexionar sobre temas tan trascendentes como la identidad, la culpa o el autoconvencimiento, que es lo que supuestamente se buscaba. Y todo ello hasta llegar a un desenlace que tampoco termina de aportar demasiado. Quizá esta película haya podido conmover a algunos, pero a mí sólo me ha entretenido a ratos. Desgraciadamente.
Puede parecer, a simple vista, que el aliciente de La propera pell reside en la ambigüedad, en la incógnita sobre la verdadera identidad de un adolescente que regresa a casa ocho años después de desaparecer en un pequeño pueblo de montaña. Es evidente que existe ese juego con el espectador. Pero reducir la película de Isaki Lacuesta e Isa Campo a un mero thriller, sin desmerecer el género, sería parcial y muy injusto. La cinta contiene tantas lecturas, todas ellas loables, que no sería descabellado situarla en lo más alto que nos ha brindado el cine español en lo que va de año.
La escalada de tensión que se va fraguando entre el tío y el joven reaparecido, plagada de sospechas, secretos y jugadas al despiste, es, sin duda, uno de los aciertos y buena parte del gancho que la promoción de la película ha explotado para llamar la atención del público. Pero en realidad lo que engrandece la película es su enorme sensibilidad, su detallismo, a la hora de reflejar sentimientos tan cotidianos como el despertar de la adolescencia, el microcosmos de una pequeña comunidad rural o el desarraigo. Aunque el que sin duda es el eje central de la cinta, el que la convierte en otro escalafón sobre un tema mil veces explorado en el cine, es el amor entre una madre y un hijo.
Tras una detallada descripción del retorno al hogar, de la desubicación del que busca recomponer su pasado, de la desorientación de su entorno, La propera pell alcanza su clímax en una escena de baile magistral, en la que todo se acelera y las cartas se colocan muy sutilmente encima de la mesa. La química entre una Emma Suárez exultante, aún más amplia en registros que en Julieta, y un Àlex Monner que borda los papeles de joven en conflicto se hace palpable en ese mágico instante en el que todo se sobreentiende. Sin necesidad de subrayados. Una obra pequeña pero muy intensa con un final lo suficientemente entreabierto como para no resultar ni demasiado alegórica ni demasiado maniquea. La representación perfecta de sentimientos imperfectos.
La próxima piel ( La propera pell , en su título original en catalán) es una película admirada por la crítica especializada que al fin se presenta ante el gran público. Llevado por las lecturas de estos expertos , por lo llamativo de su sinopsis y por la nota media que arrastraba en Filmaffinity (un 6,7, aunque con pocos votos, pero es mi web de referencia), decidí aprovechar La fiesta del cine para acudir a verla y darle una oportunidad: decepción mayúscula. En general, me esperaba otra cosa.
Cierto es que había tenido un duro día de trabajo, pero precisamente por ello pensé que me vendría bien desconectar y relajarme con una buena película. Bueno, volviendo al tema que nos atañe, digamos que el filme arranca. Ya de primeras, llama la atención el galimatías que se montan con tanto cambio de idioma (catalán, español, francés…). Así uno va intentando zambullirse en la historia. Cuesta. Al cuarto de hora casi me duermo (literal), pero consigo esforzarme y me reanimo. Mientras, la historia avanza y uno va apreciando algunos puntos interesantes, que se limitan a un paisaje precioso (aunque gélido) y a varios buenos diálogos. Sin embargo, ni las actuaciones ni el argumento parecen enganchar. Por otra parte, cuando termina la película, uno se da cuenta de que el guión es bastante tramposo, ya que parece concebido con el único objetivo de que el final deje una ambigüedad (ver spoiler).
En definitiva, esta obra naturalista no me convenció. Habrá gente a la que este estilo le guste y lo respeto, pero cada vez voy teniendo más claro que cuando hay unanimidad dentro de la crítica profesional es mejor salir corriendo del cine antes de entrar a ver alguna de estas obras. Por cierto, mención aparte merecen algunas escenas metidas con calzador que comento también en el spoiler.
Un thriller de múltiples lecturas y texturas. Un estudio sobre la memoria, la inseguridad, la supervivencia y la necesidad de olvido. Un retrato turbio y lacerante sobre la infancia, los paraísos perdidos y la búsqueda de la identidad. El suspense nace de forma orgánica de los propios personajes, que deambulan como juguetes rotos, ariscos y huraños, engullidos por un pasado que no saben si desentrañar o sepultar, si desvelar o sucumbir. La duda lo inunda todo, como un deshielo imposible que amenaza la seguridad, la evidencia y la filiación. Un drama intimista en perenne búsqueda de la esencia de las cosas, una lucha sin cuartel por sobrevivir más allá de certezas o ambigüedades, un rompecabezas fracturado cuyas piezas parecen no querer o poder encajar sin sembrar el dolor.
El desasosiego como marca indeleble del desarraigo, del destierro, de la huida de uno mismo, del afán por superar lo insalvable, por abrazar el amor incondicional y exhausto de una madre que se atormenta por todo lo que no hizo – por todo lo que no supo hacer – y que en los meandros del éxodo perdió a su único hijo, sangre de su sangre, sostén de sus desdichas, amuleto de sus desgracias, añorado edén truncado, ya por siempre pervertido en los recovecos del remordimiento y la culpa. La desdicha de no coger el toro por los cuernos y enfrentarse a la verdad. Y la terca nieve cubre el páramo yermo e infecundo de la inocencia extraviada. Escalar una montaña es descender al averno, duele el frío, hiere la hoguera del delirio desbocado, la ceguera como única forma de ver la realidad.
No hay respuestas sencillas ante preguntas complejas. La tragedia como réplica impotente ante los tropiezos y extravíos de la fortuna. Inmersos en un valle de lágrimas no hay horizonte de esperanza ni se atisba sendero alguno que nos indique una vía de escape al laberinto de la infamia y la derrota. Podemos huir pero no podemos negar. La mentira es una trampa, una quimera, un espejismo que nos devora y aniquila, que nos desborda y anula. La adolescencia es un vía crucis punzante y áspero cuando no sabemos qué queremos dejar atrás ni adónde queremos llegar. Damos patadas que son besos, buscamos labios que son hiel, nuestro cuerpo se vuelve cárcel y la mirada se nos nubla y ofusca, sin discernir entre amigos y rivales.
Potente relato sobre la búsqueda de certidumbres en el cenagal del hogar. Excelente Emma Suárez – que está en un momento portentoso – y desasosegante presencia de Àlex Monner, que borda un trabajo difícil y extremo, sorteando el abismo.