La mujer milagro
Sinopsis de la película
Tras la expulsión de su padre de la iglesia donde predicó muchos años, Florence Fallon se vuelve una amargada y pierde la fe. Consciente de su facilidad de palabra, se alía con un estafador y se dedica a realizar milagros falsos pero muy lucrativos. Pero quizá el amor y la confianza de un ciego la ayuden a recuperar su fe en Dios y en el prójimo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Miracle Woman
- Año: 1931
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.7
65 valoraciones en total
Siempre ando esperando un milagro. Una promesa bienaventurada que me llene de esperanza.
Dentro de mi mismo hay una Florence Fallon (Barbara Stanwyck) predicando un mensaje de optimismo, y paradójicamente en mí mismo coexiste un expiloto ciego (David Manners) que anhela el milagro de recuperar su vista. Dos tendencias en mí mismo recorren mis propios laberintos sin hallar en ello la dicha del sentido.
Ya me identifique con una de estas tendencias o la otra vivo la sensación de estar incompleto, no encuentro la plenitud y mi vida va desinflándose buscando a alguien que escuche mi mensaje de esperanza o bien a alguien que me llene de esta.
En esta ocasión Capra dirige en esta película estas dos tendencias incompletas hacía un encuentro trasformador que desbordándolas de dicha.
Este es el gran milagro que tengo oportunidad de rodar en sí mismo. Escuchar mi propio mensaje cansándolo con mi realidad en ese lugar del que me suelo olvidar y que siempre esta.
No se puede negar que Frank Capra ya enseñaba sus cartas desde el primer momento. La mujer milagro es una de sus primeras películas y en ella aparecen dos elementos absolutamente imprescindibles en un film de Capra que se precie de tal: La religión y la gente. La gente, en pequeñas dosis ó a grandes tragos. Pero gente…Buena gente…Viva la gente…
A pesar de que el tema central es la fe como negocio lucrativo y los predicadores que hacían su agosto allá por los años de la gran depresión, resulta muy fácil de entender incluso para las generaciones actuales, muy distantes de aquellos hechos y situaciones, porque en definitiva de lo que se trata es de principios, de coherencia, de verdad, de integridad personal y bueno también de amor, que nunca viene mal y al público le gusta. Es una declaración de intenciones de Frank Capra, como si estuviese anunciando su disposición a ser el cuenta cuentos maravilloso de los años 30 y 40.
Y como princesa, una veintiañera Barbara Stanwyck con momentos interpretativos estelares, como la secuencia inicial en que, llevada por todas las furias vestidas de falsedad e hipocresía, expulsa del templo a la gente-reptil, a la gente-gusano. La lástima es que la víbora mayor del reino ocupa el lugar que las fieras dejaron vacío…y colorín colorado este cuento ha empezado…
Pero la verdad resplandece, los milagros llegan vestidos de cotidianidad, de aparatos de radio, de muñecos de ventrílocuos ó de fuego purificador. Tal vez los doctores consigan devolver la vista a John Carson (David Manners) pero ese no será el milagro. El milagro ya está hecho. Está en la verdad que resplandece y en la justicia que impera. Capra lo hizo. Y lo volvió a hacer una y otra vez más… Por eso, hoy, casi un siglo después, sigue estando ahí. Ya saben. En lo más alto.
The Miracle Woman trata sobre la alianza y conflicto entre sinceridad y puesta en escena: el tabernáculo de la hermana Fallon como una metáfora de Hollywood. Un ciego de corazón puro encarna al espectador ideal, capaz de conectar de manera personal con la verdad que late en el fondo de la representación. Es más, él mismo recurre a otro tipo de puesta en escena (un muñeco que maneja como ventrílocuo) para avanzar en la expresión de sentimientos que el pudor tiende a mantener ocultos. La llama del amor se convierte aquí en un fuego purificador que arrasa todas las formas de hipocresía.
Aimee Elizabeth Kennedy (1890-1944), también conocida con los apellidos de sus dos maridos como Aimee Semple McPherson, fue una canadiense que logró gran reconocimiento como predicadora y, radicada en Los Ángeles, California, fundó la Iglesia del Evangelio Cuadrangular conocida como Angelus Temple. Éste tenía una capacidad para más de cinco mil personas y ella logró congregarlas todos los días de la semana en tres sesiones diarias. Lo frecuentaban artistas, literatos, grandes personalidades de la política, miembros del Ku Klux Klan que luego abandonaban sus tétricas capuchas… y sus ingresos eran tan exorbitantes que aparecían en la revista Variety en franca lid con los cantantes y actores mejor pagados del mundo.
Este singular personaje, que terminaría suicidándose con una sobredosis de barbitúricos, y de quien se dice que fue enterrada con un teléfono para que llamase en caso de que resucitara corporalmente, es el que ha motivado la película de Frank Capra LA MUJER MILAGRO, basada en la obra Bendice a tu Hermana de John Meehan y Robert Riskin.
Sin ser una película biográfica, pues el guión sólo soslaya algunos detalles de la vida de la hermana Aimee, el propósito de su historia, como se indica al comienzo, es cuestionar a aquellos que comercian con la fe en Dios sin más objetivo que llenarse de dinero. Sucedía desde los años cercanos a Jesús y en las tierras donde él mismo se movía, ocurrió en los EEUU en los años 20-30 del siglo veinte, y sigue ocurriendo con la proliferación de cientos de falsas iglesias que están aprovechando el merecido ocaso que viene teniendo la iglesia católica.
La película de Capra tiene, pues, plena vigencia, y está contada con vigor, con osadía y con objetividad. Pone el dedo en la llaga y dice verdades que, por sabidas, siempre se han callado. El sermón que lanza el personaje protagónico Florence Fallon tras la expulsión de su padre como predicador, no sólo tiene el vigor de una gran estrella que hace fuego con su arte, sino que impacta elocuentemente contra la hipocresía y la falsa religiosidad que tantos aparentan.
Después se transparentan los ardides, patrañas, y absoluta falta de escrúpulos, con que se sostiene una figura milagrosa que luego recaudará grandes sumas de dinero proveniente de sus ingenuos seguidores. Capra se centra en una mujer, más víctima de manipuladores, que convencida de traicionar su fe, pues, en el fondo ansía la transparencia de sus actos.
Entre todo este embrollo, sucederá una encantadora relación con un compositor invidente llamado John Carson, cuyo único amigo, si se exceptúa a la encantadora señora Higgins que lo asiste en su apartamento, es Al, un muñeco con el que hace ventriloquía y con el que logra fluir lo que conserva muy adentro.
Todo esto da para una película inolvidable.
Título para Latinoamérica: LA MUJER MILAGROSA
Frank Capra, Barbara Stanwyck y temas como la religión como negocio, la hipocresía, la pérdida de fe y por supuesto el amor son suficientes alicientes para visionar La mujer milagro.
Combina comedia y drama y contiene elementos premonitorios caprianos, aunque tiene parecidos en su recta final con la superior El fuego y la palabra (1960).
El mejor momento es cuando el propio Carson va a quitarse la vida tirándose por la ventana, pero allí enfrente, su vecina escucha en la radio los mensajes de Florence Fallon, que hacen que se produzca un milagro: el que quería suicidarse frena sus intenciones.
Es un melodrama, eso sí, habitual y nada sorprendente aunque merece acercarse a él por razones bastante obvias y que se trata de una película anterior al famoso código de producción ya que algunas secuencias de La mujer milagro no hubiese pasado (ni de milagro) algunos cortes de la censura.