Verano del 42
Sinopsis de la película
Hermie (Gary Grimes), Oscy (Jerry Houser) y Benji (Oliver Conant) son tres amigos adolescentes que ahora pasan sus vacaciones de verano en una isla de Nueva Inglaterra. Hermie es un chico apuesto pero muy tímido, Oscy es más aguerrido y aventajado con las chicas y Benji es… bueno, mejor conocerlo. Su amistad, sus travesuras, sus experiencias con las chicas van a tener aquí lugar, y una experiencia inolvidable quizás ocurra cuando a la isla llegue Dorothy (Jennifer ONeill), una hermosa muchacha cuyo marido se ha enrolado en el ejército… y creo que nadie podrá olvidar aquel verano del 42.
Detalles de la película
- Titulo Original: Summer of 42
- Año: 1971
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
7.1
62 valoraciones en total
Evocadora de un tiempo que siempre resulta intemporal. Los primeros amores, aquellos amigos de infancia incondicionales que entonces piensas siempre estarán a tu lado. La familia, los primeros besos, encuentros… y esa persona que marca una etapa en tu vida que jamás olvidarás. Esto es Verano del 42. Una deliciosa película que siempre, a retazos, permanece en el recuerdo, por mucho tiempo que pase. Seguro que te gustará.
Si hay una película que refleja mejor que ninguna la nostalgia de la adolescencia esa es Verano del 42 . Si alguien quiere saber porqué que la vea o que sepa que está dirigida por Robert Mulligan o que la música o el libro han ganado millones de premios… pero sobre todo que se deje mecer durante un rato por ella. Una experiencia única
Esta es de esas películas que más recuerdos me suscitan, sobre todo de aquel tiempo vivido que fue la adolescencia. Todo el film es delicadeza, sensibilidad, enamoramiento, encantación, tal y como suele ocurrirnos a los muchachos en la etapa de la vida donde solemos enamorarnos de una prima, una amiga, una maestra o una vecina, casi siempre unos años mayor, bien formada y que nos atrae la naturaleza sexual masculina que ya empieza a despuntar en los jóvenes hombres, es decir, esa etapa de la vida donde pasamos de niños a adolescentes y cuando en el cuerpo empiezan a emerger unas pulsiones, unas necesidades y unas ganas de hembras que antes no habíamos sentido. Todo esto y más, está finamente rodado y contado por Robert Mulligan y estupendamente interpretado por los actores Jennifer ONeil y Gary Grimes, con una banda sonora que obtuvo el oscar de aquel año con todo merecimiento, pues es una música mágica que se graba de imediato en la mente y nos transporta con profunda añoranza, a un tiempo sensacional de recuerdos, entre los que destacan el descubrir de la sexualidad, los cuales forman parte de lo que fuimos y ya no volveremos a ser, por suerte o por desgracia, ¡¡¡cualquiera sabe!!!
Película de enorme hermosura, nostalgia y melancolía. Arte cinematográfico de la mejor calidad.
Fej Delvahe
Han pasado muchos años desde que Hernie pasó sus vacaciones junto a Oscy y Benji en una isla frente a la costa de los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial pero en un ambiente de tranquilidad. Mientras sus dos compañeros se interesan por las chicas de su edad y por jugar, Hermie se enamora de una mujer joven, Dorothy, casada con un piloto militar. Cuando el piloto vuelve a la guerra después de un permiso, Hermie le brinda a Dorothy su amistad. Más tarde, cuando su marido resulte muerto en combate, sólo Henrie sabrá darle a Dorothy el consuelo que necesita.
Robert Mulligan fue uno de esos directores que ha dado al cine verdaderas obras maestras como Matar a un ruiseñor (una de mis películas favoritas), o esta maravillosa Verano del 42, pero que luego no se suelen recordar. La historia es bien simple, pero ahí reside su encanto: Un hombre recuerda un verano maravilloso, el del 42. Las aventuras en la playa con sus dos amigos, sus ligues con adolescentes no muy agraciadas, las sesiones de cine, los libros de adultos… Pero todo se desvanece cuando la ve a ella, la misteriosa y bella mujer cuyo marido parte hacia el frente.
Una película sobre la pérdida de la inocencia, del primera amor, de la nostalgia, que sigue la estética de la época, por lo que a veces recuerda a La última película (Peter Bogdanovich, 1971). Mientras que actualmente el tema del descubrimiento del sexo y el amor en el grupo de amigos da como resultado American Pie y similares, aquí destaca la curiosa combinación de la ingenuidad que muestran los muchachos con su sentido común, con esos comentarios (por ejemplo, la conversación que tiene lugar cuando Oscy y Hermie quieren copiar el libro de los padres de Benji) que, siendo tan inocentes, esconden una sabiduría muy poco común. La secuencia de la farmacia, aunque excesivamente larga, es uno de los momentos más divertidos de la película: simplemente memorable y encantadora.
La última recta del filme es de una belleza incontenible, subrayada por una Jennifer O´Neill de la que la mitad de los espectadores se enamoraron, y de la oscarizada música de Michel Legrand, una dulzona y pegadiza melodía que inmortalizó el recuerdo del protagonista.
Verano del 42 es una película sencilla, de una previsibilidad que nunca ha sido tan acertada, directa a las emociones, con dulzura pero sin sensiblería barata, melancólica, sobre el paso a la madurez y la pérdida de la inocencia.
Cuando se tienen quince años (casi dieciséis) las vacaciones, y en general la vida, transcurren agigantadas delante de nuestros ojos o bajo la perspectiva que da la levitación. Porque si no flotas a esa edad, si no sueñas despierto, si tu corazón no bombea más, y más rápido, si el amor, sobre todo el platónico, no te hace llorar, si no pides a la tierra que te trague, al menos cinco veces al día…….. es que tienes que hacértelo mirar. Esta bendita enfermedad (los que ponen nombre a todo la llaman adolescencia), que se suele ver desde fuera como una etapa de pavitos torpes e insoportables, es el momento de la eclosión de las emociones más sinceras, y aunque los más adultos sabemos que suelen venir con fecha de caducidad, e incluso con cargas detonantes a medio plazo, nadie puede abstraerse a la ilusionante energía que desencadena.
Este discursillo inicial, digno de cualquier rey tartamudo, es para enmarcar esta romántica crónica de un lejano verano del 42, que hace más de cuarenta años con buen pulso y acierto capturó Robert Mulligan, ayudándose de la pluma del guionista Herman Raucher. Y aunque nosotros, los de antes, ya no seamos los mismos no es difícil reencarnarnos en las pieles amelocotonadas y granujientas de nuestros hijos, sobrinos o nietos para volver a sentir la tragedia más amable de nuestra existencia: el primer gran amor.