La muerte y la doncella
Sinopsis de la película
En un país imaginario que acaba de sufrir una terrible dictadura, viven Paulina Escobar y su marido Gerardo, un prestigioso abogado. Una noche, Gerardo tiene una avería con su coche, pero un hombre se ofrece a ayudarle…
Detalles de la película
- Titulo Original: Death and the Maiden
- Año: 1994
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
7.3
54 valoraciones en total
Adaptación al cine de la obra teatral homónima (1991) de Ariel Dorfman. Realizada por Roman Polanski, se rodó en Valdoviño (A Coruña), Meiras (El Ferrol) y Phenix Studios (Billancourt, Francia). Obtuvo 2 nominaciones: al mejor film en el International Fantasy Film Festival y al mejor director en el Independent Spirit Festival.
La acción tiene lugar en Chile en 1992/93. Narra la historia de Paulina Escobar (Sigourney Weaver), casada con un prestigioso abogado, Gerardo (Stuart Wilson), que acaba de ser nombrado para un importante cargo por el presidente Romero, elegido tras la caída de la dictadura militar. Un día de intensa lluvia Gerardo llega a su casa de campo en el coche de Roberto Miranda (Ben Kingsley), médico, que le ha recogido en el camino, al haber quedado varado su coche en la carretera. Por la voz, la manera de respirar y otros indicios, Paulina reconoce en él a quien la torturó y violó durante su detención, en 1977, como sospechosa de activismo democrático.
La película enfrenta a la víctima y al presunto verdugo en un ambiente cerrado y aislado en el que Paulina, presa de un fuerte estrés emocional, recuerda sus sufrimientos de hace 15 años, mientras trata de arrancar de Miranda una confesión. Entre Paulina y Miranda se entabla una lucha feroz y violenta, en la que ella va ganando posiciones, ante la mirada atónita del marido. Miranda lo niega todo, como hizo ella durante su detención, juega sus coartadas, que convencen al marido, pero ella no las acepta al ver que son fruto de un montaje, trata de huir, pero ella lo inmoviliza. El antiguo verdugo convertido en presa y la antigua víctima en disposición de imponer su voluntad crean una situación cada vez más tensa, que evoca la trágica transformación de las víctimas en verdugos (tratada en films anteriores ( Repulsión , Lunas de hiel ) y la necesidad personal de olvidar y ampararse en la Justicia. El castigo es competencia exclusiva de los Tribunales.
La música recuerda la que acompañaba a Paulina durante su tortura, el opus para cuarteto de cuerdas de Schubert La muerte y la doncella . La partitura original de Vojcieh Kilar intercala pasajes de gran melancolía (sentimientos de Paulina), con marchas marciales amenazantes. La fotografía, del gran Tonino delli Colli resalta los contrastes entre claros y oscuros, luces y sombras, en una atmósfera sombría, con predominio de formas geométricas, evocadoras de una prisión. El guión contiene unos diálogos fluídos y tensos, que dan paso a un desarrollo argumental muy cinematográfico, pese a su raíz teatral. La interpretación de los 3 protagonistas es magistral, especialmente la de Weaver. La dirección se recrea en la exploración de los orígenes de la violencia y en el síndrome que tiende a convertir las víctimas en verdugos.
Dirigida con maestría, la película aporta emoción, tensión y una acertada reflexión sobre la inconveniencia de la venganza personal.
El horror. El mal, la locura, el miedo, la tristeza, la angustia, la soledad… todas esas sensaciones se hayan unidas por el eje común del horror. Y Polanski conoce muy bien ese eje, y es más, sabe interpretarlo. Imagino que la tenebrosa causa de ese talento se haya en que él lo conoce muy bien. En la memoria de Polanski tiene que haber múltiples cicatrices que jamás desaparecerán. Por ello, su plasmación en la pantalla del horror no puede ser más escalofriante y brutal.
La muerte y la doncella se trata de un relato profundamente desolador cuyos protagonistas se hallan atrapados por un tenebroso pasado que les oprime y no los suelta. En este pasado tortuoso hubo una víctima, y consecuentemente, un verdugo, y ahora, en el presente, aquella víctima superviviente cree encontrarse con ese verdugo. La voz de éste, su risa, su olor, una cinta de Schubert, expresiones y detalles, pistas sobre las que el sufrido cerebro de aquella víctima relaciona al diabólico verdugo que la torturo, tejiendo acto seguido una venganza para exorcizar sus demonios internos. Hay un tercero, el marido de la víctima, convertida ahora en verdugo, unido a ella por amor, y al otro por el sentido cívico.
A partir de ahí, Polanski nos guía por un aterrador viaje al lado oscuro del ser humano, a sus instintos más míseros y primitivos. Un guión magistral que Polanski da forma con su incomparable genio y su insuperable sentido del suspense, ayudado inestimablemente por unos intérpretes prodigiosos a los que se debe gran parte del film.
Todo funciona a la perfección en esta tela de araña, tejida con la lúcida y desequilibrada fibra de la venganza, el poder, del horror. Con esta película me he visto sumergido en un universo aterrador que cuando se muestra en carne viva es terriblemente doloroso, el de la maldad del ser humano, involuntaria o no, siempre espeluznante. Obra maestra absoluta.
La sensación de poder saca a la luz los comportamientos más oscuros del hombre. Esta historia de intimismo tenebroso, simple en el fondo pero bien construida, le permite a un Polanski inspirado y experto en este tipo de producciones de bajo presupuesto (véanse El cuchillo en el agua y Callejón sin salida ) tensar los músculos del espectador, crear una incertidumbre que se mantiene hasta los últimos minutos. El estremecedor epílogo en pleno concierto era opcional.
Chapó para los actores, aunque eso ya se ha comentado en todas las críticas anteriores.
PD: Amigos cineastas españoles, ya veis que con tres actores y una casa (bueno, y cámaras, y luces, y… pero tampoco es que se os exija la perfección técnica de esta película) se pueden hacer cosillas muy interesantes. Pero para eso hay que trabajar duro de verdad, sobre todo en la elaboración del guión.
El maestro de la tensión. Una tensión que en el mismo momento en el que hace su presencia, no abandona la película hasta que no finalizan los títulos de crédito. Porque la tensión en el cine de Polanski debería considerarse un género aparte. Se te mete en las venas. Alejado del terror, los sustos y giros inesperados que tanto abundan actualmente, Polanski va directo y sin trampas. En esta película la gran mayoría hubiera utilizado el flash back como forma de narración para volver al pasado de la protagonista. Polanski no. Huye de artificios.
Sigourney Weaver nos relata lo ocurrido para conocer su pasado. El cine es lo que no se ve, y Polanski lo sabe. Como el mecanismo de un reloj, el tempo está perfectamente medido. Las pausas causan desasosiego y los silencios se convierten en un imán hacia la pantalla.
Venganza, justicia…si es que existe la justicia y la venganza sirve realmente de algo.
Devastador retrato del ser humano, aquel que tiene todo el poder y abusa de el.
Una historia llena de contenido y reflexión contada de la manera más sencilla y cerrada con el broche perfecto donde hasta Schubert resulta asfixiante.
De las mejores películas que he visto sobre algo tan horroroso como las consecuencias de la tortura, sobre las marcas espantosas que deja en la psique y por la manera en que relata los detalles de la tortura en sí.
La filmación enfrenta a la víctima torturada con el cabrón torturador y añade a un testigo de ese encuentro que viene a representar a cada uno de los espectadores, por momentos identificándose con una de las partes y por instantes con la otra. En ese cara a cara de abusador y abusado, se nos va revelando psicológicamente qué anida en las mentes del que ha sido un torturador y de quien ha sido un torturado.
Terrible, sorprendente, impresionante. Un film que casi nos paraliza e hiela las venas frente a la pantalla. Imposible sustraerse al sobrecogedor guión convertido en imágenes de cine: el arte de afectarnos el ánimo hasta dejarnos atónitos.
Muy buena película, rodada de forma muy económica, en apenas una casa y con un poco de exteriores compuestos por un faro y sus proximidades de costa acantilada. Sin duda, Roman Polanski, una vez más, deja patente de su talento como director de cine. Sencillamente magistral.
Fej Delvahe