La muerte de vacaciones
Sinopsis de la película
La muerte (Fredric March), cansada del rechazo de los humanos, decide transfigurarse en uno de ellos para descubrir el origen de ese temor y comprobar qué les aferra con tanta ansia a la vida. Basada en una obra de teatro de Alberto Casella que también inspiró Meet Joe Black (1998).
Detalles de la película
- Titulo Original: Death Takes a Holiday
- Año: 1934
- Duración: 79
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Opinión de la crítica
Película
6.7
43 valoraciones en total
La muerte (March), cansada del rechazo de los humanos, decide transfigurarse en uno de ellos para descubrir el origen de ese terror y ver qué les aferra con tanta ansia a la vida.
Pasa por ser una de las más originales películas del cine americano de los 30 y posiblemente sea el título más celebrado de la filmografía de Leisen. Muy romántica, necrofílica, es un melodrama de sesgo fantástico, elegante, sofisticado y calculado, precisamente por ello algo tocado por el paso del tiempo, con un March algo sobreactuado y una sensación de estar asistiendo a una película que tiene mucho cuerpo pero no la suficiente alma. Es buena, pero no memorable. Fotografía de Charles Lang. Basada en una obra de teatro de Alberto Casella, hay un desdichado remake de 1998, ¿Conoces a Joe Black? .
A los quince años visioné La muerte de vacaciones, en VOS, y me impactó de tal modo que se convirtió en una de mis películas favoritas. Tratada de forma bastante teatral, habla del amor y de la muerte de una manera natural y muy poco aterradora (personalmente, si te vas a encontrar a Fredric March en sus años mozos al final de tu vida, ¡bienvenido sea ese final!).
La película nos cuenta cómo la muerte tiene curiosidad por saber qué es lo que ata a la gente al mundo, conocer sus inquietudes: el dinero, el placer, la emoción… Para ello se permite tres días de descanso durante los cuales nadie muere (puesto que ella, encarnada en el genial Fredric March, se ha transmutado en el príncipe Sirki, un millonario venido de tierras lejanas). Durante el tiempo que pasa entre mortales se alojará en casa del duque Lambert y tratará de encontrar aquello que llena la vida de los mortales. Allí, cómo no, despertará el interés del resto de los invitados (especialmente mujeres) pues se trata de un personaje misterioso, desconocido y tremendamente atractivo. Sin embargo, él acaba por descubrir qué es lo más preciado de la vida en una persona: Grazia, la prometida de Lambert, de la que se enamora perdidamente. ¿La conseguirá encandilar? ¿Qué pasará al acabar el tercer día?
Se trata ésta de una película poco conocida de Fredric March que sin contar con grandes recursos estilísticos posee un buen guión que nos tiene en vilo hasta el final. Por supuesto que es recomendable especialmente para gente que guste del género romántico, aunque no se nos antoja lacrimógeno en ningún momento.
Fábula trágica en tres actos, obra teatral escrita en 1924 por Alberto Casella, famoso por esta obra que sería adaptada al cine diez años después por Michell Leisen para la Paramount. Al parecer, Leisen fue uno de los culpables para que el guionista Billy Wilder se pasara a la dirección, harto de que sus libretos no fueran filmados como él entendía que debían trasladarse a la pantalla. Pero por mucho que el genial Wilder, se lamentara indirectamente en su memorias sobre los directores que filmaban sus guiones, creo que Leisen fue un gran director en lo artístico con una elegancia suprema como demuestra en este film. Gracias a un excelente guión del gran Maxwell Anderson, una esmerada fotografía y unos decorados suntuosos, en el fondo, una profunda reflexión sobre la vida y la muerte, sobre la angustia existencial y el dolor.
El hedonismo y la algarabía de un grupo de aristócratas adinerados se ve interrumpido por la llegada inesperada de un siniestro invitado. El carpe diem se rebela tan fugaz aquí como el eco de una risa forzada. Estamos en las calles de Nápoles donde la nobleza se mezcla con la multitud y la alegría con la melodía de una tarantella, de madrugada se retiran a villa Felicitá (ironía del autor), morada del duque Lambert y sus invitados en lujosos vehículos a velocidad imprudente por una ruta sinuosa, hay un accidente sin gravedad pero la joven Grazia (Evelyn Venable) que es pretendida por Corrado, el joven que conducía, advierte la presencia de una sombra tras el automóvil siniestrado, pero más tarde en la villa lujosa como un palacio mientras suena un piano con la música de Chopin es cuando se manifiesta la llegada de la parca, como la caricia de una brisa gélida.
Para entonces, el cineasta ya ha tomado tras este prólogo, las características temáticas, tonales y atmosféricas del film, a las que hay que añadir la majestuosa e inquietante aparición de la muerte encarnada por el apuesto príncipe Sirki (Frederic March), un espectro cansado de ser mal recibido, del que todos huyen y aborrecen, decidido a no ejercer su función de segar vidas, para pasar unos días entre los vivos con el propósito de averiguar porqué es tan temido entre ellos. Esas características son el apunte sobre la fugacidad del instante, como que las mujeres alojadas en la villa se entreguen a una vanidosa competencia para saber quién tendrá más poder de seducción sobre la muerte-Sirki, como una extraña atracción de necrofilia no declarada.
Todo ello supone una crítica a la vanidad, reunir a todos los personajes dentro del mismo plano, sin duda con objeto de hacer de ellos una colectividad representativa del género humano, aunque sea sólo de la nobleza, mientras va reservando a Grazia para distinguirla de la colectividad, de acuerdo con el papel que le ha sido designado, la música como definidora de ambientes y expresión de sentimientos que alcanzan su punto más alto con el Vals triste de Jean Sibelius, es el juego de la seducción. El tono es ácido y fatalista, y la modulación es propia de un cuento triste y melancólico. Se trata pues, de una historia romántica y morbosa en el que una joven ha soñado y esperado su príncipe encantador que no es otro que el que todos tratamos de eludir. La muerte de vacaciones es una elegante rareza del cine fantástico norteamericano, construida en función de la mirada y la transgresión. Notable film del menospreciado Michell Leisen.
M. Leisen dirige una película con enorme capacidad de fabulación, mérito notable al tratarse de una película de 1934 de complejo argumento.
Aunque no consigue evitar esa actuación algo afectada característica de algunas producciones de aquellos años, la película posee aires de modernidad, de tránsito acelerado hacia la nueva forma de hacer cine y un equilibrio general de obra importante y solemne.
Cuando entra en materia resulta divertida, original y ocurrente porque un selecto humor negro se desliza en unos planos muy expresivos y la narrativa cinematográfica adquiere visos de gran sutileza.
Sobresaliente interpretación de los protagonistas.
Didáctica con suave moralina y pedagogía elegante.
No, no deja de serlo ver ejemplos de los resabios del cine mudo ya en el sonoro ni de encontrarse algo tan cargado de teatro. Da la sensación de ser una pieza teatral y como tal filmada. No deja de ser fascinante ver como la acción se centra en unos pocos personajes la enorme diferencia de como se hubiera planteado hoy, en este tiempo apocalíptico. Claro que Frederic March no es Brad Pitt, gracias a Dios. Curiosa e interesante casi más como arqueología del cine que como una película más.