La maté porque era mía (Tango)
Sinopsis de la película
Paul, un hombre mujeriego, enamorado de su mujer pero cansado de los conflictos que supone su relación, decide, por consejo de su tío, acabar con su esposa. Para ello busca a una tercera persona que cometa el crimen.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tango aka
- Año: 1993
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
Película
6.1
76 valoraciones en total
Entretenida comedia, un poco alocada y sin sentido pero a la vez graciosa y agradable.
Aquí Leconte cuenta otra historia de las suyas pasadas de madre y como en El marido de la peluquera algo surrealista.
Contiene un lujoso reparto, a destacar el pequeño papel que hace Jean Rochefort de marido que no da la talla.
Tengo que admitir que Leconte tiene una forma extraordinaria de hacer ver una historia, a la vez que es clásico es vanguardista y hace que el cine francés salga de lo cotidiano.
Aunque el argumento sea machista hasta la médula, y te quepan dudas de si realmente lo es por tratarse de una comedia, o porque Leconte es así (ya que cada una de sus películas es de dudoso carácter equitativo), el film realmente es divertido en grado sumo.
Tres años después de su gran éxito, Leconte mejora su forma de rodar y logra una película que, ni tiene las lagunas narrativas de la susodicha, ni abusa del protagonista por incapacidad del resto (de hecho Jean Rochefort, aquí, se ciñe a un papel de cameo). Se juntan aquí, tres actores que han mostrado un buen nivel a lo largo de sus carreras, y sale perdiendo Lhermitte, que se ve absorbido por las barbaridades de Noiret y la voz rasgada y profunda de Bohringer (con mucho amor por dar).
Básicamente, con un guión simple y claro, un buen elenco y Miou-Miou se hace este film que no sería un borrón en la carrera de ningún director, por excelente que se precie.
No recomiendo para nada esta película, a la cual el paso del tiempo ha dejado en un estado lamentable. Se supone que es una comedia negra sobre tres tipos que quieren matar a la esposa de uno de ellos porque esta, harta de los coqueteos extramatrimoniales de su marido, decide darle un escarmiento y luego abandonarle. Por lo visto, el pobrecito no soporta que ella pueda rehacer su vida lejos de él.
Al principio de la película sale un texto infame que parodia una encuesta (o tal vez sea real, en cuyo caso es todavía peor) en el que se asegura que hay tropecientos hombres casados que son infelices en su matrimonio… ¡¡¡ pero solo X han pensado en matar a su mujer !!!!… y de estos tan solo 122 lo han hecho. O sea, que si no eres feliz con tu mujer, la culpa es de ella, y lo que pase después… bien merecido se lo tiene. El resto de la película destila la misma caspa rancia con olor a podrido de no hace tantos años, que justifica aquello de los crímenes pasionales , en los cuales el marido ofendido tiene carta blanca para matar a la mujer (con una sentencia livianísima), mientras que si es ella la cornuda, ha de aguantar estoicamente lo que se le venga encima con la mejor cara, porque en el fondo él la ama de veras.
Los personajes son típicos de este tipo de comedias francesas infames: ellos, pobres diablos heridos que solo buscan el amor que sin duda merecen, ellas, chicas monísimas y jovencitas (faltaría más, una fea no merece ni ser mirada en este tipo de películas) que hacen siempre el mismo papel: o bien golfillas con el cerebro de un mosquito, o bien santas con vocación de madre perdonalotodo que se resigna en el hogar.
Lo peor es que ni siquera es una parodia, es una guerra de sexos absurda que ya quedaba rancia en 1993. En cuanto a la historia en sí, ni siquiera es entretenida y/o divertida, se hace pesadísima de ver.
Comedia dramática pasional y tanguera, aérea y de hecho algo volátil, dirigida por Patrice Leconte en 1993.
Lo primero que me llama la atención de ella es que difícilmente se podría hacer hoy, tan sensibles como están los ánimos en lo que respecta a la violencia de género. Es verdad que los misóginos protagonistas (Philippe Noiret, Thierry Lhermitte y Richard Bohringer) no se presentan precisamente como héroes o como modelos a seguir, pero aún así, y a pesar del tono eminentemente burlesco, mal se recibirían hoy frases como para mí un hombre que mata a su mujer no es un asesino (Noiret dixit).
Al margen de esto, me parece muy entretenida esta road movie masculina sobre el amor y sus cadenas, con algunas reflexiones interesantes (el provocar una forzada ausencia le confiere aún más presencia a la persona que se quiere perder de vista) y diálogos fluídos y bastante divertidos, sobre todo en boca de Noiret, que está magnífico:
Es típico de los hombres creer que de no haberse casado follarían sin parar. Pura fantasía.
O Médicos sin fronteras, enfermeras sin bragas (cuando quiere convencer a Lhermitte de que su mujer, que se ha ido a África en labor humanitaria, se la estará pegando con todo quisqui).
Aquí las mujeres tienen papeles episódicos, pero memorables en su pequeñez al correr a cargo de actrices tan estupendas, elegantes y magnéticas como Judith Godrèche, Carole Bouquet y Miou-Miou en el papel de la mujer a eliminar.