El difunto protesta
Sinopsis de la película
Joe Pendleton (Robert Montgomery) es un boxeador que iba a luchar por el campeonato mundial pero antes muere en un accidente de avión. Por desgracia para Joe, él no estaba destinado a morir, pero sube al cielo antes de tiempo por culpa de un ángel demasiado eficiente (Edward Everett Horton). Ahora es cosa del jefe del ángel, Mr. Jordan (Claude Rains), encontrar un nuevo cuerpo para Joe y darle otra oportunidad de luchar por el título. Mientras le buscan un nuevo hogar, Joe conoce a una joven idealista (Evelyn Keyes) de la que se enamora locamente, y lo que le da una razón para vivir, aparte de para poder pelear por el título… Adaptación de la obra teatral El cielo puede esperar , que en 1978 también fue adaptada por Warren Beatty.
Detalles de la película
- Titulo Original: Here Comes Mr. Jordan
- Año: 1941
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
6.9
67 valoraciones en total
Joe, un boxeador, en tránsito hacia el cielo protesta por su repentina muerte y al llevar la razón, el responsable de recibirle no le queda más remedio que buscarle un cuerpo para que siga con su vida terrenal.
La solución corporal al regreso a la vida del fallecido se explica durante el incio con persistencia de tal manera que se sigue la trama con agrado.
Con el mismo guión, treinta y tantos años después se hizo El cielo puede esperar, con Warren Beaty, pero haciendo mucho más hincapié en los gags para hacerla más humorística.
El difunto protesta es una comedia romántica que pretende enseñar que el amor puede encontrar señales más allá del aspecto físico de una persona, y que su condición económica tampoco es inconveniente.
Ha sido toda un experiencia volver a ver una película que se emitía con regularidad por televisión en los años 80, en concreto me ha hecho recordar el ciclo de comedías que se programó con el título de esta crítica.
El difunto protesta parte de un guión sólido, excelente, ganador de un Oscar. Copiado en innumerables películas o secuencias con corte fantástico o de comedia. Tuvo una versión inferior con el título original de la obra El cielo puede esperar .
Como comedía sigue funcionando, el corte fantástico se aporta con sencillez y originalidad por lo que el tiempo no es un problema para apreciarla. El casting es competente, los actores principales algo simplones pero el elenco de secundarios es de auténtico lujo, tanto Claude Rains como el siempre divertido Edward Everett Horton. La dirección, en cambio, es lo que más pesa, no tiene la mano de un maestro y se nota. Esto en manos de Lubitsch, Capra o Wilder sería un clásico imperecedero, en cambio ahora es una pequeña joya difícil de conseguir.
Comedia romántica (romántica/fantástica) basada en la obra El cielo puede esperar de Harry Segall.
Ritmo armónico, buen montaje y metraje apropiado. Diálogos ágiles y ocurrentes, algunos de ellos para guardar. Dirección e interpretaciones irreprochables.
Película estimulante del año 1941, si todavía no la ha visto… véala, si la ha visto… repita.
Maravillosa y divertida comedia, que parte de una premisa muy peculiar a pesar de ser un tema tratado muchas veces en el cine (eso de los fantasmas en la tierra), sin embargo resulta original el modo de relatar el argumento, y aunque a muchos puede que le resulte poco creíble las situaciones que se presentan acá, debemos recordar que ante todo es un film de fantasía.
El tratamiento de la historia es grandioso, la forma como el guión va creando los nexos de cada situación con la siguiente es para destacar, sobre todo porque no pierde en ningún momento su vertiginoso ritmo y su gran capacidad de intrigar en cada aspecto de la trama. Ganó los Oscar de Mejor Guión y Mejor Historia, está claro que su punto fuerte es el argumento.
Su desplazamiento por la comedia es tremendamente hilarante, al menos yo me lo he pasado a carcajada suelta. Y Cuando se trata de manejar los tonos dramáticos también sabe como enfatizar cada aspecto de la historia con las distintas gammas emocionales. Sin duda es una de las grandes películas clásicas a reivindicar de la década de los 40.
Alexander Hall fue nominado en la categoría de mejor director, y no me extraña, pese a la gran competencia y los grandes nombres que se barajaban ese año, creo que Here Comes Mr. Jordan dejó su huella en 1941.
En cuanto a su reparto (otro de sus puntos fuertes), absolutamente magistral, quizá no tenga nombres tan reconocidos (aunque algunos los saco del reparto de Arsénico por Compasión) pero es un casting de lujo, todos rebosan de una capacidad interpretativa abrumadora, pero hay uno que se sale de la pantalla, ese es James Gleason, ¡que portentosa y apoteósica interpretación!, !grande, gigante, enorme, magistral!, nominado al Oscar en la categoría de secundario, su protagonista Robert Montgomery también merece una mención especial, y sin dejar de mencionar el siempre eficiente Claude Rains, un pequeño pero divertido papel de Edward Everett Horton y una absolutamente adorable Evelyn Keyes.
Técnicamente es muy destacable, sobre todo su fotografía.
Extraordinaria película para reivindicar. Obra maestra del género
Las comedias son un género que impacta menos en el espectador que las películas dramáticas. Eso hace que de alguna manera se tienda a minimizarlas, especialmente si, como en este caso, si se ven por primera vez desde que haya pasado toda una vida (66 años del 1941 al 2007).
Esto que, siempre es injusto, en este caso sería más injusto si cabe. Porque El difunto protesta es una película magistral en todos los sentidos.
Partiendo de una historia sólida (El cielo puede esperar de Harry Segall), que también sería nuevamente llevada al cine con Warren Beatty, Buchman y Miller construyen un guión perfecto. Solidez y perfección que serían galardonadas con sendos Oscar en 1941. Y estos premios se revalorizan si tenemos en consideración que compitió con guionistas de la categoría de Philip Dunne con ¡Que verde era mi valle!, Lillian Hellman con La loba y hasta con el propio Billy Wilder colaborando en el guión de Si no amaneciera.
Por si todo esto no fuera ya bastante, tuvo 7 nominaciones, incluidas mejor película y mejor director, claro que, por allí andaba un tal John Ford con ¡Que verde era mi valle!.
Mención especial para dos secundarios de auténtico lujo: Edward Everett Horton y James Gleason. Éste último también fue nominado a Mejor actor de reparto pero acabó arrasado por la onda expansiva de la gran película de Ford (el ganador fue Donald Crisp, padre de la familia minera). Pero el hecho de no conseguir el premio magno de la Academia no obsta para que reconozcamos el papelazo de James Gleason.
Y por si no tuviesen bastante con todo esto, súmenle a Claude Rains, a Robert Montgomery (también nominado a mejor actor principal), a Donald MacBride (en su papel de policía)… Vamos, un fenomenal reparto a las ordenes de un excelente director como Alexander Hall