La entrega (The Drop)
Sinopsis de la película
En Brooklyn, un solitario camarero rescata a un cachorro de un cubo de basura. Sus problemas empiezan cuando aparece el dueño del animal, un hombre con problemas mentales que, además, está involucrado en una conspiración criminal que se planea en el bar en el que trabaja el camarero.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Drop aka
- Año: 2014
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
6.4
36 valoraciones en total
The Drop es la historia de su protagonista. Desde el inicio del film, Bob parece abobado, su nombre le viene que ni pintado, da la impresión de tiene cierto retraso, el trato lejano que tiene con la gente… Algo esconde y poco a poco nos van dando pistas de qué es lo que Bob esconde. La película puede pecar de lentitud, podría haberse resumido en media hora dado a su escaso argumento, pero es lo que hay, de todas formas tampoco se hace excesivamente pesada.
La escena final parece un guiño a Los Soprano y a James Gandolfini, puede que incluso sea lo que más me ha gustado de la película.
Con ritmo lento, casi diría que pesado, la película comienza narrando una historia anecdótica y presentando a un protagonista de personalidad sencilla y honesta. Ya desde el principio cobra especial importancia la actuación de Tom Hardy (recomiendo su visionado en versión original, fundamental), quien transmite exactamente a mi juicio la personalidad del protagonista, y su relación con el personaje interpretado por Gandolfini, que parece casi diseñado a su medida. Este cuenta con un par de frases muy en el estilo en el que estamos acostumbrados a verle, cosa que además se agradece.
Sí que es cierto que no aporta nada nuevo al género, pero también es cierto que le es fiel , y al que le guste el thriller con toques de cine negro sin duda lo va a disfrutar. No es perfecta, hubo momentos en que la fuerza narrativa perdía algo de fuelle y el espectador puede que desconecte momentáneamente, pero enseguida vuelve a engancharte. Pero lo que más me ha gustado (aparte del perro) ha sido la evolución de la trama, la casi perfecta descripción (o interpretación) de los personajes, y que todo esto lleve a un desenlace brutal y a la vez contenido, cómico y dramático. Realmente bueno.
Lo de Michael R. Roskam con Bullhead significó la llegada de un nuevo narrador con nervio al terreno del thriller, moldeando un neo noir con intensidad, capacidad para facturar imágenes fascinantes y explotar el talento de sus actores. Reconociendo esto, no obstante, no es una película que recuerde con tanto agrado en todo lo demás, moviéndose de forma rutinaria por una trama con apenas interés. En The Drop atina bastante mejor porque el guión es decididamente superior, pero a cambio tenemos una realización más rutinaria. Curioso que una cosa anule la otra, si bien tampoco se puede hablar de un film sin ningún valor añadido en la parte puramente técnica. Roskam sabe cómo crear imágenes perdurables, aunque aquí pareciera estar la mayor parte del tiempo siguiendo un piloto automático -imagino- impuesto por productores para no asustar al público potencial..
No es que la película sea de las de alejar a la gente, todo lo contario, pero su factura es algo plana: falta voluntad de estilo (lo que en Bullhead tenía de sobra), aunque lo compensa con el mejor efecto especial posible: Tom Hardy. Una vez más el actor sorprende con una composición diferente a lo habitual, modulando de nuevo la voz, mostrando cierta timidez y fragilidad para levantar a un protagonista fantástico. Junto a él, el resto del reparto hace muy bien su trabajo aunque todas las miradas recaigan sobre James Gandolfini, que está -como siempre en estos papeles- espectacular. Tiene algunas frases hechas por y para aumentar su leyenda. The Drop funciona, pues, como un thriller de perfil medio en la línea de los que han hecho otros realizadores como Antoine Fuqua (puede recordar algo a Los amos de Brooklyn en cuanto a tratamiento), un film que se lo juega todo a la mano del tercer acto, eléctrico, notablemente clausurado, aunque como decía antes se habría echado en falta una dirección algo más visible, personal. Aun con todo, merece la pena.
Todos los años se suele estrenar un tipo de thriller que, a pesar de que no aporte nada nuevo al género, es recibido, al menos por mí, con agrado, como por ejemplo Killing Them Softly (2012) y Prisoners (2013) , independientemente de lo que, finalmente, me guste la película.
Así, este año, es el turno de The Drop, que cumple con las mencionadas características, pues es un thriller con toques neo-noir, fotografiado con maestría glacial, interpretado por buenos actores, con una manida, pero solvente, trama que entretiene unos 100 minutos y que, a pesar de no aportar grandes novedades al género, yo, personalmente, estaba deseando ver.
El director Roskam mejora con respecto a su interesante, aunque irregular, anterior película, Bullhead (2011), pues deja en manos ajenas lo más endeble de su anterior trabajo, el guión (en este caso de una institución de la novela negra actual, el Sr. Lehane), pero mantiene el pulso firme a la hora de narrar, así como la ya mencionada fotografía fría, pero impolutamente técnica.
A su vez, se ve a apoyado en un magnífico elenco de actores donde destaca, como viene siendo habitual, Tom Hardy, regalándonos una gran interpretación y un magnífico personaje que lleva su sello de calidad, pues lo dignifica y humaniza como quizá pocos hubieran podido. Encima, como colofón, le da la réplica un gran James Gandolfini en lo que desgraciadamente es su última interpretación.
Estamos ante un estudio caracterológico de cierto comportamiento humano – digamos que extremo o psicopático – dentro de un ambiente marginal y pre-mafioso o abiertamente delictivo. En una comunidad de los arrabales portuarios de Brooklyn, impregnado de crimen organizado, extorsión y poco respeto por la integridad física o material, cada gesto está encaminado a demostrar quién es el amo del cotarro y quién debe de seguir las órdenes del capo de turno. Aquellos que se salen del guión preestablecido corren el riesgo de sucumbir a un ajuste de cuentas o a tener que justificarse con dinero, dolor o aniquilación. Es la ley del más fuerte, del más diestro en el manejo de las armas, el expolio y la venganza.
La sabiduría popular lo afirma: ‘perro ladrador, poco mordedor’. Porque no se trata de alzar la voz o de parlotear de más o de meter bulla y llamar la atención. Sólo se requiere un objetivo claro, voluntad de alcanzarlo, determinación en conseguirlo, contundencia al llevarlo a cabo – y pasar página. Porque la vida no es bravuconada palabrera, sino acción. Quien sólo amaga está condenado al fracaso. Limitarse a ejercer la violencia con la novia o con el cachorro ocasional, tiene una espada de Damocles rondándole el pescuezo. Este es el marco en el que se desenvuelve este thriller del hampa de barriada, donde las pequeñas metas son premonición de la tumba que nos estamos o nos están cavando, sin remisión.
La puesta en escena es sobria, casi espartana, y el espectador deberá hilar los cabos de una tenue trama de gestos, insinuaciones, sobreentendidos y chanchullos que parecen abocados al fracaso o la parodia, pero que va muy en serio. El que se mueve o desentone o llame la atención no sale en la foto. Por ello es importante saber quién es quién y conocer sus historias, porque atar cabos, sacar conclusiones certeras, es parte de la supervivencia cotidiana cuando no hay policía que te proteja ni familiar que te ampare. El vaivén cotidiano parece nublarnos las entendederas cuando no somos capaces de entresacar lo relevante y descartar la artimaña zalamera. Sobrevivir es ser minucioso y paciente.
No es una película de acción trepidante, ni de persecuciones, ni de escenas de impacto. Pero es un soberbio thriller que en su atmosférico guión minimalista (de Dennis Lehane) ofrece un afilado retrato del crimen barriobajero, cortante y sibilino, tajante y letal. Excelente obra que presenta a un Tom Hardy pletórico y despide a un añorado James Gandolfini.