La edad de oro
Sinopsis de la película
Después de un prólogo documental sobre las costumbres del alacrán, unos bandidos descubren a un grupo de arzobispos orando en un acantilado. La fundación de la Imperial Roma, celebrada en el sitio donde oraban los clérigos, se ve interrumpida por los lances amorosos de una pareja que es separada. El hombre es conducido a prisión pero logra escapar y se refugia en casa de su amada. Durante una fiesta, la pareja intenta consumar su pasión sin éxito. Finalmente, los sobrevivientes de una criminal orgía, entre los que se encuentra el duque de Blangis, salen del castillo de Selliny.
Detalles de la película
- Titulo Original: LÂge dor (La edad de oro)
- Año: 1930
- Duración: 62
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Opinión de la crítica
7.2
31 valoraciones en total
Buñuel se despacha a gusto en esta baratísima cinta con el clero, la burguesía, el poder, la patria, la familia… Es un auténtico manifiesto surrealista de controvertido resultado que en su día debió causar pesadillas por sus referencias acerca de la iglesia, la forma de vivir el amor por encima de otros condicionantes, las castradoras formas a mantener en las relaciones sociales, las referencias sexuales, fetichistas etc.
Nuestra cultura es zarandeada por Buñuel y Dalí de una forma despiadada. Quizás a un espectador actual no le parezca tan escandalosa pero ¡es de 1930!. En todo caso, y siempre según el propio Buñuel, la colaboración entre el director y el pintor no fue en esta ocasión tan estrecha como en Un perro…, al parecer la excesiva influencia de Gala en el pintor y su tendencia a un exagerado esteticismo provocó que Buñuel escribiera el guión y que Dalí contribuyera con ideas sueltas al mismo.
Para esta película Buñuel no siguió exactamente el mismo sistema de asociación de ideas que para Un perro…, no basta aquí con hacer surgir imágenes irracionales sino que en la Edad… hay un hilo conductor que va uniendo escenas a través de detalles y la crítica social aparece de forma más evidente (o aparece a secas, ya que Buñuel insistió mucho en que Un perro andaluz no tenía tal crítica social y que debía disfrutarse desde la perspectiva del poder de las imágenes, sin interpretaciones).
La película tiene hallazgos visualmente importantes, pero no todos tienen un sentido concreto, muchos son simplemente ideas que por sí mismas debían provocar efecto en el espectador.
La cinta fue financiada por una familia aristócrata muy liberal que tuvo serios problemas (con la iglesia por supuesto) una vez la película fue proyectada, con un grupo de ultraderecha asaltando uno de los cines en que se exhibió. Está claro que en aquella época se escandalizaba con poquito pero, aún así, la audacia de Buñuel está fuera de toda duda.
Nada más que recalcar lo que ya han dicho Kingo y Leon Newman. Es una constante en las valoraciones de toda película previa a 1935-1940, todas son obras maestras. Parece como si resultara indecente o una bajeza reconocer que algunas son normalitas, bien por que siempre lo fueron, bien por que el paso del tiempo las ha destrozado. No sé, sería algo similar a decir que una palloza celta es mejor que cualquier trabajo de Tadao Ando o una pintura rupestre mejor que el Guernica. A nadie se le ocurre. En este sentido creo que el cine es el único arte en el que se da este acomplejamiento tipo todo tiempo pasado fue mejor.
Un breve vistazo a los puntuaciones y veréis que de 1970 en adelante hay un salto abajo, para mí, inexplicable. ¡Incluso dentro de la filmografía de un mismo director!. Veamos el propio Buñuel: La edad de oro (7,7), El discreto encanto del a burguesía (7,7) ¡a la gente les han gustado igual!, sinceramente no me lo creo.
P.D.:El resultado general viene siendo:
1- 1900-1930: obra maestra (lo cual lleva a que, si ves que una película tiene menos de un 8,5 bodrio seguro)
2- 1940-1950: notable alto, incluyendo las mejores películas de la historia pero aceptando también que se hizo alguna que otra regular. Pese a ello sigue sin haber opiniones contrapuestas.
3- 1970-…: llega la democracia al cine, aquí comienza a no resultar vergonzoso criticar una película supuestamente buena. Desaparece la unanimidad lo que lleva las puntuaciones a un lugar más real y lógicamente, más bajo. Ya no es pecado criticar un ritmo que nadie se atrevería a comentar en, por ejemplo, Dreyer
A ratos apasionate, a ratos incomprensible. A ratos hipnótica, a ratos aburrida. Surrealista obra de Buñuel (con la colaboración de Dalí), en la que no faltan la crítica y los simbolismos. Resultado irregular, con momentos memorables (el incidente en la casa de los ricos), y con otros que no lo son tanto. Es el riesgo de hacer una obra tan personal.
Después de leer el resto de críticas de esta película parece evidente que no hay una sola manera de valorarla. Desde un punto de vista convencional, narrativo y, básicamente, actual, parece evidente que esta película en un sinsentido difícil de soportar, una colección de imágenes y metáforas visuales más o menos acertadas. Para aquellos, por contra, que el cine es algo más que contar una historia , La edad de oro es una película sorprendente, imaginativa y (esto, en realidad, lo piensan todos) diferente.
Esta Diferencia esencial y con mayúsculas es la que provoca las reacciones (o puntuaciones) radicales de unos y otros. ¿Por qué le pongo yo un 5? ¿Es que quiero quedar bien con todos? ¿O acaso me creo más inteligente que aquellos que argumentan desde los extremos y por eso me quedo en medio? En realidad, es al contrario. Le pongo un 5 porque, como amante del cine narrativo en el que se explica algo y pasan cosas le pondría un 0. Pero como amante, también, de la provocación, la metáfora y, si me apuran, el cachondeo, le pondría un 10. Aunque lo cierto es que yo a esta película no soy capaz de ponerle ni un 0 ni un 10. Pero es que tampoco un 5.
Y si alguien me pregunta ¿Es La edad de oro una película recomendable? mi respuesta sería No tengo ni pajolera idea . Y lo mismo diría si me preguntan Pero, ¿te ha gustado o no? . Pues no lo sé.
En fin, que hay muchos cines y yo sólo sé de cine… y tampoco mucho.
Tras el éxito de Un perro andaluz en los círculos artísticos parisinos, el vizconde de Noailles puso los francos para otra película surrealista.
Buñuel no quería hacer arte sino realizar una cinta romántica con frenesí surrealista. O sea, la escenificación filmada de l’amour fou, canon erótico de Breton y su grupo.
A diferencia de la salvaje eclosión de la obra precedente, La edad de oro tiene episodios en progresión narrativa, unas veinte ideas-gag (y de todas ellas sólo una del borrado Dalí, la del gorro de piedra).
Tras una exposición documental de la vida de los escorpiones, en la dimensión humana son presentados unos obispos, en el pelado roquedal del Cabo Creus, y una banda de guerrilleros enfermos, con cachirulo. En el lugar desembarca una comitiva de autoridades mallorquinas para una ceremonia fundacional, junto a los esqueletos de los obispos: la primera piedra de la Roma imperial y vaticana, con discurso de un bigotudo exaltando la propiedad. El discurso es cortado por las sonoras efusiones de una pareja que en plena cópula se revuelca en el fango, un fango tratado con sugerencias escatológicas. Por separado, unas monjas se llevan a la joven y dos policías al hombre, quien lleno de frustración dará patadas a perros y pisoteará escarabajos. En adelante, los amantes lucharán por reencontrarse y, contra viento y marea, continuar sus revolcones.
El afán de ese amor ‘fou’ por zafarse de los guardianes de la moral que se les interponen dará varias escenas a la historia del cine:
-La vaca en la cama del suntuoso dormitorio.
-El espejo que no refleja a la mujer sino una sonora tormenta de nubarrones.
-La patada del violento amante frustrado a un ciego.
-Un carromato de arrieros cruza un salón palatino.
-Un guarda jurado y un niño que le estorba el fumar.
-Los amantes ruedan por el jardín entre estatuas y sones de Wagner.
-El ministro del Interior al teléfono.
-El amante iracundo arroja todo por la ventana: un árbol en llamas, un arado, un obispo, una jirafa…
En el final episodio sadiano, a partir de las 120 jornadas, un tanto descolgado, unos libertinos abandonan el castillo de Sellini tras una de sus extenuantes orgías.
Junto a la exaltación del amor sensual e impulsivo, Buñuel incrementa aquí sus proverbiales arremetidas antirreligiosas. Las referencias directas a símbolos cristianos provocaron gran escándalo. El gobierno secuestró la película y prohibió su exhibición.
La medida, esperable tratándose de un film vocacionalmente subversivo, estuvo vigente en Francia hasta 1981.