La cura del bienestar
Sinopsis de la película
Un joven y ambicioso ejecutivo de empresa (Dane DeHaan) es enviado para traer de vuelta al CEO de su compañía, que se encuentra en un idílico pero misterioso centro de bienestar , situado en un lugar remoto de los Alpes suizos. El joven pronto sospecha que los tratamientos milagrosos del centro no son lo que parecen. Cuando empieza a desentrañar sus terribles secretos, su cordura será puesta a prueba, pues de repente se encontrará diagnosticado con la misma y curiosa enfermedad que mantiene allí a todos los huéspedes, deseosos de encontrar una cura.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Cure for Wellness
- Año: 2016
- Duración: 146
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Opinión de la crítica
5.6
90 valoraciones en total
En el inicio, una nana infantil resuena entre imponentes edificios de oficinas, a modo de réquiem por los pobres trabajadores que siguen delante del ordenador, ajenos al sueño y los horarios naturales.
Una colección de empleados del mes cuelga de la pared recordando a los que sacrificaron todo por la última negociación, negándose el último suspiro, como homenajes sonrientes de una felicidad nunca disfrutada.
Y somos testigos del derrumbamiento existencial del trabajador común, que yace en el infinito cementerio de pantallas iridiscentes que ha sido su único hogar.
Después de eso habrá gente que diga que esta película no cuenta nada, claro que no, pero permítanme recomendar un diagnóstico: váyanse a la mierda, críticos mediocres y espectadores con déficit de atención.
Con La Cura del Bienestar Gore Verbinski se ha enfrentado al mismo panorama ranciete que está dejando la falta de cultura y el ansia de inmediatez: ha señalado a la luna, y muchos tontos se han quejado de que solo ven el dedo.
El misterio es una mierda , como si a Verbinski le importara una conclusión normalita, y no un viaje increíble.
¡No da miedo! , como si fuera culpa de Verbinski que a muchísimos espectadores se les haya fundido el gusto por la atmósfera y la sugestión.
Es que me da asco, y no la entiendo , a muchos se les van a freír las neuronas por unir dos puntos argumentales sin un montaje que se lo dé mascadito, mientras se desmayan porque no encuentran el mismo gore light que prolifera en el género.
Gore Verbinski ha querido incomodarnos, mandarnos sin billete de vuelta a un viaje jodido, recordarnos una sensación de locura y espanto con algo nunca visto… pero meh, demasiado darle a la neurona (que encima tampoco es tanto), vamos a encumbrar el enésimo remake precuela reboot de 200 millones que no nos haga pensar demasiado.
Para los que lo quieran y busquen, allá que ha concebido Verbinski este milagro: una película con cierta ambición de medios, rodada como dios, que no pide disculpas por asquearte o provocarte, y que, mientras juguetea con la serie B, no tiene ningún problema en hablar seriamente de esa enfermedad que a todos nos aqueja.
Una enfermedad que el joven oficinista Lockhart empieza a advertir, cuando lee la carta de su jefe Pembroke enviada desde un asilo en los alpes suizos, en donde dice que la mente se engaña, mientras el cuerpo dice basta .
Un sentimiento demasiado familiar en su vida dedicada a su carrera en alza, reconocido también en las pétreas caras de sus elegantes y manipuladores jefes, e incrustado en el mismo corazón de una sociedad dedicada al beneficio más inmediato que puedan obtener.
Pero todo eso está ausente en el asilo al que va a buscar a su jefe.
Allí flota un sentimiento de paz senil, entre ricos trabajadores que han adoptado el pijama perpetuo y el olvido del mundo exterior. El agua, símbolo de pureza y limpieza, domina el ambiente como la medicina oficial para las dolencias del espíritu.
Todos estamos enfermos, y lo notamos, pero allí se permite ser felices.
No hay un vuelo que coger, no hay una reunión que adelantar: el infernal ritmo de vida contemporáneo se detiene en los muros erigidos por un marqués visionario, que han elegido sostener médicos intachables como el Doctor Volmer.
Verbinski no juega demasiado al despiste: algo no cuadra en ese ambiente idílico.
El personal médico no podría estirar más el gesto en una mueca de falsa amabilidad, mientras se acumulan los misterios a plena vista, apenas señalados por una figura misteriosa al fondo de una sauna nublada o ruiditos insistentes que mordisquean nuestros nervios como zumbido de mosquito.
El aséptico ambiente de hospital busca tranquilizarnos, pero la aterradora colección de barbaridades que presenciamos nos recuerda nuestra enfermedad: abortos animales, dientes taladrados, gastados cuerpos ancianos, perversiones masturbatorias… casi empezamos a creer al Doctor Volmer, cuando recalca que somos pacientes, que no estamos bien, que necesitamos la milagrosa cura.
Este mundo enfermo no nos dejará parar de pedirla.
Y Lockhart, joven paciente de avanzados síntomas, se da cuenta de que esa es la razón por la que avejentados poderosos renuncian a extensos imperios: porque, por mucho pisoteo progresivo y corporativo, nunca podrán quitarse el recuerdo de sus vidas sin sentido ni rumbo.
Si en el sanatorio eso no existe, ¿por qué alguien querría abandonarlo?
Bravo por Gore Verbinski, por su poca vergüenza para mezclar influencias, y por su mucha maestría para convertirlas en una fascinante inmersión a la oscuridad de nuestra pérdida espiritual.
Porque estoy enfermo de películas que saben a lo mismo, que me dan lo de siempre y ni se molestan en ocultarlo.
Y, por esta vez, he sentido que me han curado.
La cura del Bienestar es una película que tenía mucho potencial, una película de misterio en un hospital de aguas termales. No obstante, sus 2 horas y media de película se hacen largas y al final a Verbinski se le va la pinza, pero comencemos por el principio. La primera hora y media logra crear expectación, meternos de lleno en la historia, gracias a la genial fotografía, y la genial interpretación de Dane DeHaan. No obstante, se cae en el cliché más absoluto en demasiadas partes en la película, y el guión tiene más sinsentidos y agujeros que un queso Gruyere. Se puede permitir una pequeña trampa de ve en cuando, pero no cuando despues de esa hora y media, la película cae en los ridículos. Como bien decían mis compañeros en el cine Al director se le ha ido completamente la pinza . No sabe si al final quiere contar una thriller psicológico, un culebrón con aires a El Internado o una película de ciencia ficción. Además, le gusta incluir escenas que no aportan nada y que rallan en lo desagradable, de manera innecesaria (y creedme, para que yo diga eso, son muy muy desagradables y asquerosas). En algunas partes finales se pierde toda lógica y se cae en escenas de vergüenza ajena, que provocan risas en el público. Y además ese final que tanto se hace esperar, no llega a sorprender del todo, pero queda bastante ridículo y no nos dice nada.
No obstante le doy el 4 por algunas notas positivas: La película logra ser entretenida en muchos fragmentos, y logra transmitir una sensación de desasosiego como ninguna otra. Además, pocas pegas se le pueden poner a los actores, a un Dane deHaan desatado, a una Mia Goth angelical y siniestra y a un Jason Isaacs (aunque no podamos quitarnos de la cabeza The Oa y a Lucius Malfoy). La película en lo visual es genial. No obstante, los agujeros de guión, las escenas ridículas, su larga duración, y ese final acaban lastrando la película
En la primera media hora, tal vez incluso una hora de la película, venía con la idea, oh mira que bien! Esto se está poniendo bueno! Y tiene cosas de Shutter Island y todo! Que feliz que soy oh oh
Pero todo lo que viene después de eso, como puedo explicarte, es como ver como cae un imperio, como lentamente comenzás a ver que las ideas cada vez se hacen más delirantes y tenés que meterlas a la fuerza en tu cabeza sobretodo porque le perdonas cosas por ese inicio tan alentador.
Al final ya no hay caso, que este hombre se tomó unas pastillas o algo y se le fue la chaveta.
Igual recomiendo ver, para comprobar como una gran idea a veces se te puede ir de las manos y una película que podía ser una gran obra, termina siendo una completa desilusión.
Hombre, si tengo que elegir entre un Wall Street que me pone enferma de estrés y un balneario-secta, pues con los ojos cerrados me quedo enferma en mi ajetreada vida capitalista, que al menos en Nueva York los dentistas no son unos sádicos.
«La cura del bienestar» parte de esta idea, la idea del malestar generalizado que azota las sociedades ricas, insatisfechas, solitarias, estresadas y ambiciosas, y que produce la autodestrucción del hombre. Solo que no nos damos cuenta del daño que nos hace, del mismo modo que los pacientes del balneario no se dan cuenta del daño que le hacen a ellos, seguros y engañados por un falso sueño de felicidad. ¿No hay forma, acaso, de despertar de este círculo inacabable, de esta habitación sin salida?
Gore Verbinski ofrece una película impactante y bien realizada pero que comete unas cuantas imprudencias argumentales que podrían haberse evitado con facilidad. «La cura del bienestar» tiene un formato inquietante, personajes sospechosos en cuanto aparecen, lo que ya está muy visto, y un desenlace que encuentro demasiado ficticio. DeHaan está muy bien, su misma cara inquieta de por sí, Jason Isaacs es el anfitrión perfecto para un idílico balneario suizo en el que cuesta creer que en pleno siglo veintiuno ocurran estas cosas y Mia Goth tiene ese punto erótico-perverso que poco a poco se irá asentando por causas ajenas a ella. Pobrecita Hannah. Sin duda la película cuenta con el acierto de saber introducir tensión en el espectador: ver sufrir a una persona suele producir empatía con el espectador, pero mayor simpatía aún es si quien sufre, o puede sufrir, es una joven inocente. Entonces ambos sufrimientos se combinan y el encanto reside en llegar al límite sin sobrepasarlo, y «La cura del bienestar» logra este punto en el que, después del horror, podemos respirar algo más tranquilos.
Eso sí, las dos horas y media son demasiado y algunas escenas son realmente desagradables, y no porque haya nada especialmente sangriento o elementos asquerosos, al contrario, la peli es bastante limpia, sino que el dolor, el malestar, puede venir de dónde menos te lo esperes y de formas que no habías imaginado.
Suiza es muy bonita, no le tengáis miedo.
La mayoría de las críticas coinciden en lo mismo… Su duración excesiva, que se llena con escenas que no aportan nada excepto arrastrar el metraje hacia el absurdo.
Cuando comencé a verla, me pareció elegante, bien elaborada, de espléndida fotografía y una trama que parecía diseñada para ofrecer un producto de calidad.
Tarde casi una hora en darme cuenta que me encontraba antes una batalla que no íbamos a ganar. De pronto el producto evoluciona hacia……. ¿DONDE?
Convertida en un sinsentido, el final es tan esperado como inesperado.
Un 5