La ciénaga
Sinopsis de la película
Dos familias -una de clase media urbana y otra de productores rurales en decadencia- se entrecruzan en el sopor provinciano de una Salta caótica e inmutable, donde nada sucede pero todo está a punto de estallar.
Detalles de la película
- Titulo Original: La ciénaga
- Año: 2001
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.8
56 valoraciones en total
La participación de unas jóvenes y sensuales mujeres, la mayor parte del tiempo en bañador o traje de baño, son la carnada para pescar al espectador. A parte de estas atractivas féminas, todo es tediosa cotidianeidad familiar sobre un transcurso de horas calurosas en algún lugar de la provincia de Salta al noroeste de Argentina (esta provincia limita con tres países: Chile, Bolivia y Paraguay, en el film la acción transcurre durante unos dos o tres días en la zona fronteriza de Salta con Bolivia).
El argumento se centra en una familia numerosa, económicamente pudiente que está descansando en su casa de campo con alberca, allá en la citada Salta. Se respira un ambiente de laxitud soporífero y deprimente. Parece que es la institución familia la que se pone en cuestión: madre, padre, hijas e hijos, a la criada, a la prima más marido e hijos que también llegan de visita, etc. Y ahí, en esa especie de círculo relacional, es donde se nos muestra una atmósfera familiar de carencia de valores humanos, la dejación de un padre y una madre que se intuye tienen dinero pero poquísimo ánimo ejemplarizante o educativo sobre sus descendientes, la vaguedad existencial de la mayoría de ellos y también la sexualidad latente pero soterrada de unas y otros.
O sea, una familia que es una ciénaga , en evidente hundimiento y degeneración, como la res que aparece atrapada en el cieno y días después muerta y pestilente.
¿A quién ve así, Lucrecia Martel? ¿A la familia en sí, a un tipo de familia en concreto, a la sociedad acomodada, a gente de clase media-alta? No lo sé, habría que preguntárselo a ella. Si algún argentino o persona conoce bien lo que pretendió decirnos esta directora con su filmación, le agradeceríamos que nos informara al respecto.
Fej Delvahe
Uno de los motivos predominantes en el film es el estancamiento y la decadencia.
Como el agua de un pantano (o de la pileta llena de hojas), las acciones de los personajes parecen no fluir en ninguna dirección. El calor y la humedad del mes de febrero que parece jamás terminar agobian a los personajes (y a los espectadores) y acrecientan su inactividad. En la finca La Mandrágora vive Mecha (Graciela Borges), una mujer cincuentona que tiene cuatro hijos y cuya mayor preocupación es conseguir hielo para refrescar sus tragos. A pocos kilómetros de allí, en el pueblo, vive su prima Tali (Mercedes Morán), también madre de cuatro hijos.
Otro motivo recurrente son las cicatrices. En la primera escena, Mecha, muy embriagada, tropieza y cae sobre los fragmentos del vaso que llevaba en la mano. No va a ser el único personaje que sufra una herida. Joaquín, el hijo de Mecha, perdió un ojo durante un accidente de caza. Otro de sus hijos, José (Juan Cruz Bordeu) vuelve con la nariz rota luego de una pelea en un boliche.
La ciénaga no presenta a ningún héroe tratando de descubrir una verdad, también carece de una fluidez dramática que conduzca a un final esperado. La fluidez del relato clásico deja lugar a una narración moderna, con nexos débiles entre las escenas, con abundancia de tiempos. Sin embargo, la destreza del director impide que el tedio de los personajes se transforme en aburrimiento para el espectador. En el film, aprovechando la excusa de las vacaciones, no aparecen representados el trabajo y el estudio. Los ajíes que produce la familia de Mecha están tan ausentes en la representación como la Virgen que se aparece en el tanque de agua de unos vecinos o la rata africana que mantiene despierto a los más chicos, sin embargo su peso es fundamental. En la aparente inmovilidad del relato, lo que no se muestra adquiere su propio peso.
Entre las muchas cosas no dichas explícitamente en el film está la sexualidad. Está manifestada en los intrincados lazos que unen a José, Mecha, Mercedes (Silvia Baylé) y Gregorio (Martín Adjemian). José vive en Buenos Aires y duerme con Mercedes, amiga de su madre y ex amante de su padre. También aparece en la relación que une a los hermanos a la hora de la siesta, cuando todos duermen en la misma cama.
Dentro de este sin fin de situaciones los personajes transitan la película con una actitud poco demostrativa: ellos parecen no sentir calor, agobio, aburrimiento ni diversión. En determinado momento los protagonistas se ponen a bailar dentro de la finca y es aquí el único momento del film donde parecen ser felices.
Según tengo entendido, un guión viene a ser una especie de libreto en el que se escriben los diálogos y se describen detalladamente las diferentes escenas de una peli. Me atrevería a asegurar, incluso, que a través de un buen guión el lector/espectador debería ser capaz de encontrar un hilo conductor que le permitiera interpretar correctamente el sustrato argumental (lo que acontece, vaya) de cualquier peli hecha como Dios manda.
Me sorprende y mucho, por lo tanto, que una peli como La ciénaga haya podido ganar el premio al mejor guión original en Sundance (2001). Me sorprende porque -a mi juicio- la peli de la Sra. Martel es de aquellas que no hay por dónde cogerlas. Vamos, que la puedes ver del vuelto o del revés y apenas notas la diferencia. No solo porque la Sra. Martel se limita a engarzar con excesiva anarquía míseros retazos de cotidianeidad sino porque –pa que nos vamos a engañar- su película es fría, distante, absurda, incómoda, sucia, deprimente, sosa, insulsa, anodina y soporífera como pocas.
Y aún sabiendo que los sectores más gafapasteros podrían replicar mis afirmaciones mofándose incluso de mi escasa clarividencia en lo que a metáforas visuales respecta, yo seguiré manteniendo numantinamente que La ciénaga es un despropósito total y absoluto. Un peñazo, vaya. Porque, vamos, a mi me parece cojonudo que la Sra. Martel se recree mostrándonos como una familia de clase media languidece soporíferamente en su casa de campo con jardín y pileta (piscina) inmersa en la apatía y la indolencia más tremebundas pero ¿tanto costaba ofrecerle al espectador un mínimo asidero argumental para soportar un poquito mejor semejante tortura? Como si ver a la peña arrastrando tumbonas y tocándose los huevos todo el día en la cama fuera muy interesante. Puaj!
Esta es una película muy bien lograda, no es de mi gusto –debo aclararlo-, pero sin duda está bien lograda. La película es agobiante, y sin duda eso buscaba la directora, retratar la agobiante vida de sus personajes, agobiantes no por stress o hiperventilación, agobiante de lo intrascendente de sus vidas, de lo sucio de su entorno, de lo mugriento de su vivir.
Llena de situaciones enfermiza, la película logra en todo momento transmitir la situación asfixiante. El clima de la zona: caluroso, húmedo, templado y gran pluviosidad, se transforma en el principal actor de la película, va marcando los tiempos y el vigor del relato. La película es calurosa, húmeda y sucia, sobretodo eso: húmeda y sucia, una atmósfera irrespirable, vidas irrespirables. Sudor pegajoso, personajes estén continuamente abanicándose, locaciones pero a la vez situaciones sucias y mugrientas. La película no tiene la hay más mínima escena de sexo explicita, ni siquiera un miserable desnudo, pero sutiles insinuaciones generan tensión sexual en los espectadores. Sin mostrar nada, sin decir nada, se respira lesbianismo, incesto, suciedad, sobretodo suciedad.
Creo yo, en lo personal, que la película trata sobre personas que buscan escapar de sus mediocres realidades a través de puertas de escape. Esa es mi interpretación personal del film, no me consta, ni he leído a la directora referirse al respecto, es sólo mi interpretación. Bajo mi perspectiva la autora muestra que los artilugios que emplean los personajes para desesperadamente salir de ese hoyo, son eso: artilugios. Falsos escapes, que no le dan sentido a sus vidas: algunos buscan escapar mediante viajes recreativos, otros mediante apariciones marianas. Sin duda este es un punto central de la autora, el ateísmo de la película, la religión vista como un escape autogenerado por el hombre. En ese sentido la película es pobre al retratar la Fé popular, pues bien, la trata de mostrar desde una perspectiva: la atea. En ese sentido es una película militante, con un claro punto de vista del autor, retrato de esto es la última frase de la película: fui a donde se aparecía la Virgen, pero no vi nada , la demoledora frase con que termina una búsqueda infructuosa, búsqueda de la que trata el film.
Habiendo dicho todo lo anterior, reconociendo lo bien lograda que está, lo sutil del relato, alejado de elementos cursis, reconociendo todos los méritos de la película, debo decirlo….me aburrí. La película es fome, no hay cambios de ritmo, falta un argumento más explícito que le dé solides al relato. Falto fuerza en las actuaciones y personajes más atractivos. Siento que pese a lo bien logrado, pese a la excelente ambientación, la película carece de la trascendencia emotiva.
Curiosa película, maldita sea. Ya en las primeras secuencias nos encontramos una situación opresiva, enfermiza. Unos ancianos en traje de baño toman el sol al lado de una piscina, mientras beben vino con hielo. Se mueven rítmicamente, sin alma, de un modo siniestro que hipnotiza. Al poco, una de las bañistas se cae sobre cristales rotos, ante la absoluta indiferencia de esos ancianos descorazonados.
Ése es el principio de una película orgánica, calurosa, húmeda, sucia. La ciénaga a la que se refiere el título es absolutamente secundaria en la historia, en realidad es una metáfora sobre el mundo en el que viven los personajes. Martel consigue sumergirnos en una atmósfera irrespirable, pero sin ningún tipo de efectismos, sólo con el poder de la ambientación. Se me viene a la cabeza la película Onibaba , en la que también somos partícipes del calor, del sudor pegajoso, aquí gracias a trucos narrativos como insistir mucho en unos cubitos de hielo o que los personajes estén continuamente abanicándose.
Aparte de una película mugrienta, también es puramente sexual. No hay ni la más mínima escena de sexo en la película, ni siquiera un desnudo, pero el ambiente caluroso y muchas insinuaciones colocan al espectador en una situación sexualmente tensa, en la que nada se dice y todo se insinúa, lesbianismo e incesto incluídos.
Los personajes intentan desesperadamente salir de ese hoyo, mediante viajes y apariciones marianas que prometen la felicidad. Es particularmente magistral la última frase de la película: fui a donde se aparecía la Virgen, pero no vi nada . Demoledor.
El problema que le veo a la película es que toda esa ambientación explota en todas direcciones. Toda la película es agobiante, no hay escenas que impacten especialmente (a excepción, curiosamente, del comienzo). Creo que la película necesitaba algún cambio de ritmo, un argumento más sólido y variado que cimentase la propuesta. Defectos de una primeriza, que seguramente veremos subsanados en futuras películas. Aunque he de decir que no soy muy partidario de La Niña Santa , bastante más pretenciosa y aburrida que ésta.