La cena
Sinopsis de la película
Conjunto de pequeñas historias cuyos protagonistas son clientes fijos y esporádicos de un restaurante regentado por Fiora (Fanny Ardant). A la tranquila hora de la cena se muestran tal como son, con sus vicios y virtudes, con sus deseos, decepciones y cambios de humor.
Detalles de la película
- Titulo Original: La cena
- Año: 1998
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
6.7
54 valoraciones en total
MESA 1
Una hija le cuenta a su madre que va a meterse a monja. La pobre mujer es la gran Stefania Sandrelli y lógicamente llora al saber que su hija no sólo no parece tenerle mucho aprecio filial sino que encima se quiere encerrar de por vida en un convento. La propietaria del restaurante (espléndida y preciosa Fanny Ardant), se sienta con ella y la invita a un trozo de tarta para consolarla.
Moraleja: No te metas ni muerto en la hostelería. Ese oficio no está pagado con nada. Y la de petardos que hay que aguantar. Y encima los hijoputas no dejan ni propina.
MESA 2
Una joven estudiante lee una larguíiiiiiisima carta a su profesor de filosofía y amante. En la carta intenta convencer a la señora del profesor de por qué debe dejarlo libre y compartir al genio con el resto de la humanidad, o sea, con ella.
Moraleja: Donde tengas la olla no metas la polla. Y quien con niñas se acuesta, meao se levanta.
MESA 3
Una muchacha le está contando a su novio que está embarazada. Mientras, él mira fijamente a la rubia de la mesa de enfrente. La rubia se levanta y va al servicio. El tipo la sigue. Encuentro salvaje en los lavabos.
Moraleja: No te fíes de las rubias. Y no tontees con otras tías mientras tu novia te está anunciando que vas a ser padre.
MESA 4
Un cliente asiduo observa divertido a todos los demás. Es Vittorio Gassman pero no es él. En realidad es el alter ego de Ettore Scola, que mira desde detrás de su cámara esta especie de vodevil extraño, mezcla de Mesas separadas , La colmena , 7 vidas y Cheers. Todos un poco pirados, todos un poco gilipollas, todos un poco solos, todos un poco frikis.
Moraleja: No mezcles churras con merinas ni el tocino con la velocidad. Y si quieres hacer un drama, haz un drama, y si quieres hacer una comedia, haz una comedia, pero no hagas mixtos rarunos de dudosa gracia. Manolete, Manolete, si no sabes torear pa qué te metes.
Crisol de historias variopintas, que en tono melodramático, tratan de retratar la cotienidad de una trattoría italiana un día cualquiera (en este caso a la hora de la cena) con sus clientes habituales y los menos.
Quizás la tentación del director, que en este momento tendría 80 años, de volver a los orígenes y rodar una película como en sus inicios, como si fuesen una trama conjuntada por episodios, las diferentes peripecias que se forman en las diferentes mesas subyace en toda la línea argumental deste metraje, pero no resta un ápice al valor agumental en conjunto de la misma y, en definitiva lo que evidencia, un cálido y realista trabajo de sus guionistas (Ettore Scola, Furio Scarpelli, Silvia Scola, Giacomo Scarpelli).
En definitiva, un trabajo póstumo de Vitorrio Gassman y Ettore Scola que nos sirve de autocomplacencia para los que añoran películas como las de antes, sin artificios, sólo el armazón de un buen guión y el saber de darle su tempo a cada escena, como en Cinema Paradiso , sólo que aquí no hay niño.
Buonasera, el ristorante Arturo al Portico abre sus puertas y el personal se prepara para otra noche más ejerciendo el oficio más bello del mundo .
Es difícil encontrar una mesa libre, quizás usted debería haber reservado con antelación. Pero no importa, seguro que encontramos un sitio… Mire, aquí. Ande, siéntese.
El Arturo al Portico nos presenta una de tantas escenas que se producen cada día en millones de restaurantes y hogares. Reunidos en ese acto social cotidiano que es sentarse en una mesa a comer, beber, hablar y escuchar.
Con la sedosa resignación a que nos tenía acostumbrados, Ettore Scola desgrana una serie de historias cotidianas, pequeños mundos que viven alrededor de una mesa, de la conversación, de las miradas, del enfrentamiento, de la reconciliación…
En el acogedor restaurante de Flora, al caer la tarde, como pájaros que se juntan en un árbol de gran copa, van llegando los clientes: fijos, ocasionales y algunos primerizos. Todos, con sus problemáticas y sus anhelos, escribirán cada noche una página, no táctil, que quedará pinchada en los muros de la cálida estancia de Arturo Al Pórtico, nombre de la trattoria.
Durante dos horas, un comedor es el centro del universo y los clientes, y trabajadores, se muestran para que buceemos en sus piccolas existencias y enlacemos, con nuestra imaginación, todo cuanto sucede fuera de esas cuatro paredes.
El gran realizador italiano atempera aquí su apreciada vena militante para presentarnos a los individuos alejados de un contexto social o político. Mira más en su interior y los humaniza convirtiéndolos en seres vulnerables y amenazados por la soledad.
La calidad del reparto hace que el tiempo transcurra sin agobios y que aguantemos sentados, junto a ellos, mucho más allá de los postres.