La casa del paraíso
Sinopsis de la película
Un grupo de personas, hombres y mujeres, viven voluntariamente encerrados en una extraña mansión, propiedad de un hombre misterioso que ejerce sobre ellos una dominante influencia relacionada con el pasado de cada uno. Con la llegada de Victoria, una bella muchacha, se desencadenan las pasiones y represiones contenidas durante muchos años.
Detalles de la película
- Titulo Original: La casa del paraíso
- Año: 1982
- Duración: 116
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Sólo puedo estar pegado a ti.
Tiene que haber alguna fuerza,
algo que no puedo descubrir,
algo que hay en mi cabeza.
Pegado a Ti, Los Planetas
Posteriormente especializado en la adaptación de famosos casos judiciales resultantes de crímenes escabrosos (Crimen En Familia abordaba lo de la Dulce Neus, Sólo O En Compañía De Otros el caso Urquijo y Error 404 los últimos días de Diana Quer) solo que desde cierta ficcionalización que evitase querellas por parte de allegados a los implicados en los aconteceres, el donostiarra Santiago San Miguel obró en esta película una cuasi obra maestra que si bien es cierto se presta a una lectura política tiene mucho mayor interés en lo que concierne a su dramaturgia. Habida cuenta que la parte política la expandió en lo que –entiendo que- por su sinopsis y título es una especie de remake que se ocupa de esos aspectos especialmente, la inencontrable Hay Que Zurrar A Los Pobres, en esta La Casa Del Paraíso prefiero centrarme en el dramón fassbinderiano que es. Aunque esto no deje de ser político en ningún momento, pues como buen drama a la Fassbinder aquí los vínculos afectivos delimitan relaciones de poder y sumisión más que cualquier otra cosa.
La Casa a la que alude el título es un chalet de dos plantas con su jardincito, muy coqueto. En él residen una serie de personas. Poco a poco la trama va desvelando miserias y anhelos de estos hombres y mujeres a través de sus acciones para con los demás, nunca hay un equilibrio de poderes en las relaciones, el que no está supeditado a alguien es porque somete a otro. Esto sucede de tal manera que si, por ejemplo, el personaje del marxista científico está sometido a una señorona decadente (ultra Petra Von Kant ella en sus atuendos y ademanes solo que sin ser sorbealmejas) ello no implica que no viole a diario a una pobre muchacha, más niña que mujer a causa de estar algo turulata. Todos, abolutamente todos, se refieren de contínuo a un tal Señor Matías, que es el nexo común que tienen todos: en algún momento de su vida anduvieron vinculados a ese Matías, ya fuera sentimentalmente, mercantilmente o suavemente bé-sa-mé que yo quiero sentir tus labios besándome otra vez, SUAVE. El caso es que este Godot de pacotilla lo usa San Miguel en términos de guión de forma prodigiosa: no sólo te levanta casi dos horas de peli en un único –y muy opresivo- espacio acotado, sino que la constante alusión a Matías yergue ciertas expectativas que en determinado momento demolerá para dar un giro. A este microcosmos, ya cargado por no soportarse ningún personaje entre sí y enviar Matías a diario mobiliario sobrante de sus chanchullos, se le incorpora el personaje de Victoria Abril. Una tía alegre, jovial, siempre vestida de colorines, confidente de todos conforme se va ganando su confianza, de mente abierta y a la vez misterio por no saberse qué vínculo con Matías la ha llevado a la casa. Un personaje eminentemente Pasoliano, una Visitor Q casi.
La presencia de Victoria permite que el espectador sepa por qué el señor gay anda allí, cuáles son las pretensiones de la ama de llaves vinagres, por qué el marxista preconiza tanta revolución si luego oprime y viola. Con ella la gente se suelta y a la vez estos cambios en las relaciones revierten en su contra: Don Matías sigue mandando fornituras, el espacio en la casa ya es exiguo y, al sacar conclusiones el grupo pesa más esto que todo el bien que trajo la buena mujer a esa casa. Se ponen de acuerdo todos por una vez en la vida sólo para culparle a ella de todos sus males. Y, en línea el guión con las cavilaciones del espectador sobre quién es Victoria Abril, a la que se le atribuyen en determinados pasajes atributos de arcángel, llega un momento sublime que, película y espectador a la vez determinan que es la mujer con rabo de Juego de Lágrimas, que es el propio Don Matías versión gender bender espiándoles o jugando con sus mentes.