Hija
Sinopsis de la película
Una joven sale de su ciudad natal, en el sur de Irán, para un viaje de medio día sin el permiso de su estricto padre, quiere asistir a la fiesta de despedida de un amigo cercano. En su camino de vuelta a casa cambia todo lo planeado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dokhtar
- Año: 2016
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.3
59 valoraciones en total
Hay una particularidad del cine iraní -el que consigue superar la censura- y es que los actores que vemos en pantalla se comportan como si los espectadores, acompañados por los censores, estuviéramos en la sala, o en la cafetería, o en el coche, donde se está desarrollando la secuencia. Quiero decir, que si hay un actriz en la escena y está en la intimidad de su casa, nunca se quitará el pañuelo de la cabeza. O si está en esa intimidad con su actor-marido, nunca veremos un arrebato de cariño. Los espectadores, junto a los censores, es como si estuviéramos en esa escena, viéndolos -y los censores censurando- y aquellos, por tanto, comportándose de acuerdo al código social de una teocracia.
Esas limitaciones que atentan al librepensamiento, a la libertad de expresión, se subliman -que diría Freud- en una gran intensidad. Ocurre en esta película.
Un asunto cotidiano como la negativa de un padre -de un ingeniero patriarca- a que una hija ya casadera viaje sola hasta Teherán, en avión, para una cena-fiesta de despedida de una compañera, se convierte en un asunto de extrema emotividad.
Las conversaciones ilusionadas de la chicas -de la burguesía del país- sobre su futuro, con su planes de estudio o de boda, o sus no-planes debido a las presiones familiares… La tensión en la casa cuando llega el patriarca, un tipo áspero pero que no es malo, acostumbrado a ser el gran sultán de su familia… Todo esto tiene una enorme intensidad. La intensidad de las ilusiones que se pueden frustrar, la intensidad del miedo a expresar por parte de una hija cuáles son su ilusiones… Los personajes, la sociedad iraní, están en su jaula de usos y tabúes, pero entre los barrotes se escapan las frustraciones que produce vivir presos en su propio país.
El otro recurso que puede explicar la intensidad que tiene esta película, es que buena parte de lo que quiere contarnos está de forma implícita : no son casuales las imágenes en las que nos muestras a una niña vestida de niña en contraste con una adolescente vestida con los ropajes tradicionales obligatorios. O el recuerdo de lo cariñoso que era un padre -el sultán- con sus dos hijas cuando estas era niñas y no como ahora que se ha convertido en un padre autoritario y distante.
Porque una de las victimas de esta situación asfixiante es el propio hombre, el propio padre en esta ocasión, que debe seguir unos códigos sociales con los que su conciencia o su sensibilidad pueden estar reñidos.
El viaje clandestino de la hija tendrá un contratiempo que desatará la madre de todas las disputas . Pero a la vez enfrentará a ese padre con todas sus contradicciones y con todo su dolor escondido en el reencuentro con su hija, y con una hermana a la que repudió en su juventud por casarse sin su consentimiento.
Cine intenso por los conflictos sociales y psicológicos acumulados. Cine de interiores, de casas y habitaciones, de mentes clausuradas que están a punto de estallar. Cine implícito, donde buena parte de los contenidos están presentes, pero no lo están de forma explícita debido a la censura.
La película tiene un no-final. Es obvio: la tensión continúa.
Justo en el centro de la 61 Seminci, un sedoso miércoles de otoño, nos llega el cine de lo que algunos llaman Oriente Medio y otros Oriente Próximo. Y como un deslumbrante flash, que prácticamente hace desaparecer nuestras pupilas, se impone Dokhtar (Hija), de un realizador iraní que no conocía pero que se incorporará desde ya a mi carpeta de ilustres de aquel país: Kiarostami, Panahi, Makhmalbaf, Majidi, Farhadi, Ghobadi…. Se llama Reza Mirkarimi y nos hace un retrato de gran interés sobre las relaciones familiares, laborales y cívicas, de una sociedad que conocemos totalmente distorsionada a través de la intencionalidad mediática de quienes juzgan todo como si fueran los poseedores de la verdad absoluta, sí, me estoy refiriendo a los peligrosos inventores de la libertad, la democracia, el progreso intelectual, las sociedades avanzadas…, los que dicen a los demás lo mal que van y lo bien que les iría si aceptaran nuestras recomendaciones, antes de que se conviertan en necesarias imposiciones.
Resulta que estos señores musulmanes, en sus vidas rutinarias, no visten cinturones de explosivos, ni siguen yendo en camello a las mezquitas, y las mujeres, debajo de sus pañuelos tienen actividad cerebral e incluso hacen masters en Canadá. Sufren, como nosotros, problemas de trabajo y sus familias, como las nuestras, también guardan cadáveres en los armarios. Tienen mastodónticas jaulas de 25 pisos y se encabronan, igual que tú y yo, en medio del tráfico infernal.
Y además saben hacer un cine único, sin sobresaltos, y sin una sola línea innecesaria, con una sencillez que apabulla. ¡Pasen y vean cine verité!, y en el caso de Dokhtar una de las joyitas de esta Semana de Cine Internacional .