La carretera (The Road)
Sinopsis de la película
El planeta ha sido arrasado por un misterioso cataclismo y, en medio de la desolación, un padre y su hijo se dirigen hacia la costa en busca de un lugar seguro donde asentarse. Durante el viaje se cruzarán con otros supervivientes: unos se han vuelto locos, otros se han convertido en caníbales. Adaptación de una novela de Cormac McCarthy, autor de No es país para viejos .
Detalles de la película
- Titulo Original: The Road aka
- Año: 2009
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
6.6
88 valoraciones en total
He leído muchas críticas en las que el final de la película les estropea el resto del metraje. Bajo mi punto de vista, el final no es como lo imaginan la mayoría. En el spoiler expongo mi interpretación.
Hay que felicitar al director/guionista, y cómo no, al autor de la novela, por mostrarnos el CAOS real , no el cuento de hadas de películas tipo 2012, que por otra parte, también hay que valorarlas en su justa medida (puro entretenimiento, que siempre viene bien). En este caso, The Road refleja sin ningún tabú qué nos podríamos encontrar en el supuesto de una catástrofe de esas dimensiones: nos guste o no, la parte más brutal del ser humano, la lucha por la supervivencia donde no cuentan valores como la solidaridad, el respeto, el amor al prójimo, etc etc, que en una sociedad en la que haya cierto bienestar, son los que predominan.
Mención a parte para la interpretación de Viggo Mortensen, injustamente olvidado en las nominaciones de los Óscar.
John Hillcoat ha demostrado en The Road ser un cineasta más inteligente de lo que servidor esperaba. Para él no hay prolegómenos ni detalles explicativos que remarquen en exceso lo que pretende contar: sólo unos cuantos Flashbacks nos transportan a algunos instantes anteriores a la situación vivida por el personaje de Viggo Mortensen, pero a partir de ahí lo único que conocemos de ese hombre y su hijo es que vagan huyendo en busca de un lugar mejor en el que sobrevivir.
Hay ciertas cosas que hacen de The Road un film notable, que huye rápidamente de lo que podría haber sido (un thriller de corre-que-te-pillo sin demasiada sustancia), y se transforma en una propuesta de trazo mucho más definido, donde las decisiones de un hombre que ha perdido la fe, la esperanza e, incluso, por momentos la razón, chocan con la opinión de su hijo, un niño que aun posee algo de inocencia en su mirada, y que no ve tanta negrura en el corazón de los demás como lo hace su propio padre.
Esta relación, que podría haber resultado liviana, se erige como verdadero eje de un film en el que no únicamente sorprende esa especie de antagonismo padre-hijo, sino también la crudeza y veracidad que impregnan la pantalla, porque ya no sólo la interpretación de Mortensen da un potencial increíble a su personaje, es el propio personaje, enormemente trazado, el que logra hacer que el espectador llegue a observarlo sin replantearse sus actuaciones y, además, quedando impregnado por las que parecen ser sus sensaciones. Las de un tipo que no confía en nada ni en nadie, sólo en si mismo, y que no dudaría un momento en introducir una bala en la sien de cualquiera que hiciese un gesto brusco de más cerca de él o de su hijo.
Con un tempo adecuado, que nos lleva por ese mundo post-apocalíptico sin prisa pero sin pausa y una atmósfera que acompaña esos compases de manera excelente, Hillcoat va desmenuzando una historia a la que personajes como el de Robert Duvall realizan grandes y ricas aportaciones con contados diálogos, y en la que las situaciones que van hallando ante sí ese padre y su hijo les van poniendo a prueba de una manera colosal y, lejos de encontrar momentos forzados o excesos que podrían alejar la obra de su tono, lo único que hallamos es un protagonista al que parecen superar las consecuencias del mundo que habita en ese mismo instante. Y es que, cuando las consecuencias rebasan al ser humano, las emociones le traicionan, y ni la sóla mirada del hijo propio podría paliarlo.
Tuve la suerte de descubrir hace no muchos años la literatura de Cormac McCarthy, alguien a quien guardaré eterno agradecimiento me recomendó y prestó La carretera. Me fascinó esta novela de principio a fin. Recuerdo que comencé su lectura una tarde lluviosa, apagada e invernal de domingo, la inmejorable narración del autor me prohibía concebir descanso a los ojos. Mientras no se me acabara la narración podía estar tranquilo, lo único que me preocupaba era disfrutar de la literatura de este enigmático escritor. Todo lo bueno se acaba, y tras una semana de intensa (pero tranquila) lectura, la totalidad de las hojas del libro se desvanecieron en el profundo recuerdo. Siempre quedará hueco en mi memoria para la desasosegante y conmovedora aventura.
La trama transcurre en un terreno baldío, un páramo carbonizado que es lo único que queda de lo que alguna vez fue Norteamérica. Ya no existe más vida sobre la tierra que la humana y los hombres se comen los unos a los otros. Un padre y su hijo recorren este mundo apocalíptico sin saber cuál es su destino.
Ni que decir tiene que, tras esta espléndida novela conseguí hacerme con más títulos del mismo autor como No es país para viejos o Meridiano de sangre. Esta última novela, sirvió de inspiración para el primer film de John Hillcoat ( La propuesta ), un western ambientado en la Australia de finales de siglo XIX, en el que explora el lado más violento e inmoral del ser humano. Hillcoat un enamorado de la literatura de McCarthy, ha realizado una notable adaptación cinematográfica de La carretera, lo ha hecho desde el reverencial respeto al texto literario intentando captar en imágenes la atmósfera y sensaciones de la novela. Ha sabido desarrollar la historia con una estética lúgubre y angustiosa que trasmite el sufrimiento de sus personajes. Los protagonista interpretados por Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee, hacen gala de una enorme complicidad y realizan una actuación sobresaliente, tanto por su credibilidad como por la emotiva historia que trasmiten. Personajes más secundarios, interpretados por Charlize Theron y Robert Duvall, cumplen con creces su papel dentro de la sombría ficción. La fotografía, a cargo de Javier Aguirresarobe, recrea un mundo apocalíptico a la perfección, muestra un entorno perpetuamente grisáceo que trasmite desesperación y muerte por igual.
Notable adaptación cinematográfica de The road, que destaca por la fidelidad al espíritu y lirismo de la obra de McCarthy.
Cormac McCarthy, uno de los grandes de la literatura norteamericana contemporánea.
Pues va a ser que uno es de naturaleza clásica, tanto en cine como en literatura. Ni la prosa de McCarthy ni la dirección de Hillcoat me embelesan como a mis compañeros. Pero vamos por partes.
Para comenzar la película tienes enormes desastres de factura técnica. Junto a los magníficos planos de terrenos baldíos (oh Eliot), hay un uso terriblemente torpe del sonido y de la imagen. Los efectos de sonido son reiterativos, forzados y artificiales, tan de cartón piedra que me pareció que igual Brecht estaba por allí haciendo de las suyas. La música, simplemente endeble. La interpretación de la pareja protagonista (y de Robert Duvall) bastante buena si nos olvidamos del final, cuyo melodrama no se creía ni siquiera el propio Mortenssen. Sobre Charlize Theron no digo nada: es muy guapa, ya todos sabemos, pero planísima en su actuación.
Sin embargo el mayor problema de la película no es esto, es que simplemente no tiene sustancia. Vamos, lo que mi madre (crítica terrible de cine) calificaría de película sin argumento . A ver, para algo existe teorías del guión, para que una película vaya diciéndose poco a poco y sorprenda. Hay que tener muy claro lo que se quiere decir para romper la tradicional estructura, si no, se aburre al personal. Con un detonante marcado a los cinco minutos y un punto de giro a cinco minutos del final, lo que nos queda es una sucesión de situaciones que pretenden ofrecer una moraleja o un retrato de algo que no se sabe qué es durante dos horas. Que el niño es bueno como un cachico pan… Ok. Que el padre está tuberculoso perdido… venga. Que hay gente muy mala por ahí en un futuro post-apocalíptico… estupendo: nada nuevo. Podemos hacer un concurso con historias parecidas. Lo importante no es ya tener una historia completamente original, es dotarle de personalidad, de vida y movimiento. Hay algo, tanto en prosa literaria, como en guión (como en música, incluso), que es dinámica y esta película se limita a alargar un estatus quo y reiterarse. Mala cosa si una película se puede sintetizar al tamaño de un corto.
Se me dirá que algo de profundidad dan los flash-backs y no estaría de acuerdo. Las memorias insertadas son tan artificiales que, lejos de dar complejidad a la psicología de personajes, abundan en el estereotipo. Error de dirección pues: colores grises para la narración de padre e hijo, colores para las escenas de Theron, un piano para el melodrama, una noche que se adensa tras los pasos de la esposa. Para eso no hace falta saber mucho de cine. (Ni de literatura, ejem).
Y en este sentido esta carretera no me ha llevado a ningún lado. Le doy un cinco por la creación de una atmósfera y por la interpretación de padre e hijo, nada más.
Una imagen vale más que mil palabras. Esta ley universal no escapa a su propia condición, y es por ello que tiene excepciones. Una de ellas es Cormac McCarthy, un escritor de narrativa escueta, pero no por ello carente de recursos Auténtico maestro de la sugestión, sorprende ver cómo consigue contar tanto con tan poco (¿se puede sacar más partido de la palabra vale?), y su especialidad es crear de la nada imágenes claras, potentes y con infinitas lecturas diferentes. Es por ello que el encargado de llevar a la gran pantalla alguna de sus obras se halla ante un reto colosal… y muy seguramente ante un escollo insalvable. Un desafío sólo apto para los más valientes (como lo son dos inseparables hermanos de Minnesota, por ejemplo), aunque tampoco sería la primera vez que un director apenas conocido por el gran público y proveniente de las antípodas nos conquistara adaptando literatura de alto nivel.
Podría chocar el que el texto de ‘La carretera’ (ganador ni más ni menos que del Premio Pulitzer en el año 2007) haya recaído en el desconocido John Hillcoat. Pero todo empieza a esclarecerse viendo su ópera prima. Con ‘La propuesta’, irregular pero interesante y personalísimo western australiano, el cineasta nacido en Queensland ofrecía una visión desgarrada sobre los orígenes de su querida patria. Acercándose al Congo belga retratado por Joseph Conrad, situaba al espectador en un panorama desolador y brutal. Las -áridas- tinieblas estaban allí donde las ambiciones adoctrinadoras occidentales no habían podido llegar, o directamente donde sólo habían sido capaces de legar lo peor de sí mismas.
Un paso más allá encontramos el relato de McCarthy, donde se sitúa el infierno en un paisaje post-apocalíptico. La escasa -por no decir inexistente- información sobre el cataclismo sirve no sólo para reflejar el temor y la incertidumbre del hombre contemporáneo hacia el futuro, sino también para darle absoluta importancia a la situación presente. Un desierto interminable de cenizas donde la vida ha perdido cualquier sustento, donde la muerte no es el peor de los destinos, donde la carrera por la supervivencia ha conseguido que la razón, la piedad y la solidaridad sean sólo pálidos recuerdos de un pasado todavía cercano, pero ya con carácter de viejo cuento de hadas. Todo este horror está plasmado a la perfección en la novela de McCarthy, y lo mismo puede decirse de su versión cinematográfica, en la que se resaltan las pinceladas de fantástico, terror, western y -cómo no- road movie. En efecto, el mejor cumplido al que podía aspirar el filme era el de hacer justicia a la excelente base literaria… y a fe que lo ha conseguido.