Julio comienza en julio
Sinopsis de la película
Siguiendo con la tradición, Don Julio, un rico terrateniente, decide regalar a su hijo Julio por su decimoquinto cumpleaños una noche con una prostituta. Don Julio invita a sus amigos para compartir y celebrar el acto de iniciación de su hijo. Pero lo que parece que va a ser una fiesta se complica cuando el joven se enamora perdidamente de la prostituta que lo va a iniciar en el sexo…
Detalles de la película
- Titulo Original: Julio comienza en julio
- Año: 1979
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
7.1
65 valoraciones en total
Desde nuestra pobre industria cinematográfica chilena (mas pobre en ideas, hay que decir)
Julio comienza en julio es un gran aporte a la cinematografía mundial, siendo chileno, uno sabe que la mejor forma de representar nuestra sociedad, con sus virtudes y defectos, es a través de una historia que se desarrolla en un latifundio, en el 1900. Con esta película se puede comprender perfectamente el clasismo de la sociedad chilena, el paternalismo de las clases poderosas, la religiosidad de nuestro pueblo y la gran influencia de la Iglesia Católica.
Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, la película es un ejemplo de que se puede hacer buen cine (incluso de época) con los recursos mínimos y en condiciones políticas desfavorables ( la película se rodó y estreno durante la dictadura militar). La película cuenta con un guión muy bien estructurado, personajes fáciles de reconocer socialmente, sin caer en el estereotipo (al patrón del fundo le basta con aprovecharse de la ignorancia de sus trabajadores para mantenerce en el poder). Desde un punto de vista formal, destaca una atractiva fotografía color sepia, que otorga mayor realismo a la imagen, que si fuera en color o el típico blanco y negro, además le da ese toque otoñal que se funde con el relato, también destaca un trabajo de cámara bastante italiano , con rápidos movimientos, el uso del zoom y abundantes primeros planos.
Ojalá puedan ver esta película y apreciar una obra de calidad, no como las películas del cine chileno actual, donde fuera de La nana , hay bastante poco que rescatar, ya que los cineastas chilenos, parece que sólo saben hacer chabacanas comedias sexuales.
Producida y dirigida por Silvio Caiozzi, es su segundo largo. Rodada con escaso presupuesto, a lo largo de 3 años y de forma clandestina, se montó fuera del país. Ganó el Colón de oro del Festival de Huelva y se proyectó (1979) en Cannes.
La acción tiene lugar en una mansión rural chilena en los primeros años del XX. Narra la historia del terrateniente don Julio (Felipe Rabat), despótico y tiránico, de unos 40 años, viudo desde hace tiempo, que organiza la iniciación sexual del hijo, Julito (Juan Critóbal Meza), con una joven prostituta, Isabel, el día de su 15 cumpleaños, junto con un banquete de celebración al que invita a numerosos amigos y deudores. Todo transcurre con relativa normalidad hasta que el chico se enamora de Isabel.
La película, rodada (1975/77) durante los primeros años de la dictadura de Pinochet (1973-88), aporta una crítica del personaje a través de don Julio, aclamado por sus jornaleros, halagado por sus deudores y atendido con sumisión por sus sirvientes, a los que maltrata psicológicamente y explota con manifiesto desprecio. Las teorías que sostiene sobre la dignidad de la doble moral le permiten combinar excesos en la comida y bebida, la explotación sexual de la mujer y la práctica pública de la hipocresía de las apariencias irreprochables. La gula, la lujuria y la borrachera ponen, involuntariamente, al descubierto algunas de las posiciones disimuladas de los comensales, como su clasismo, afición a la guerra, aversión a la religión, justificación del expolio y del robo y el desprecio por el conocimiento y la ciencia, que encarna el profesor (José M. Salcedo) de Julito, al que desnudan y lanzan al barro del jardín de la casa. La esperpéntica celebración de la iniciación sexual del chico se convierte en una orgía colectiva, que aturde y desconcierta al muchacho, en cuyo interior emergen sentimientos de rabia, odio y rebeldía. Es destacable la juxtaposición de la agonía de la madre de don Julio y el desarrollo en paralelo de la fiesta, que evoca en parte La gran comilona (1973).
La música incluye composiciones ligeras de la época, valses y canciones populares interpretadas a coro, como Para subir al cielo . La fotografía mueve la cámara con agilidad, en giros rápidos, travellings y zooms efectistas, primeros y primerísimos planos psicológicos y una marcada preferencia por ambientes de decoración ampulosa, ostentosa y sobrecargada, y de iluminación sombría, a tono con el tormentoso mundo interior del protagonista y sus acólitos. El guión ofrece un interersante retrato de la vida y costumbres de la aristocracia agrícola y las condiciones de vida de los campesinos asalariados. La interpretación de los papeles de don Julio y Julito es acertada y convincente, aunque algo exagerada en ciertos momentos. La dirección construye un relato interesante, sugerente y conmovedor.
Película rodada en tiempos de angustia, con medios escasos, pasión por el cine y una rica imaginación creativa.