Ju Dou: Semilla de crisantemo
Sinopsis de la película
En la China rural de los años veinte, un hombre mayor, propietario de una tintorería, compra a Ju Dou, una joven campesina, con la esperanza de que le dé un descendiente varón. Se niega a aceptar que es impotente y paga sus frustraciones con ella, golpeándola constantemente. Un sobrino del hombre, que vive en la misma hacienda que la pareja, es testigo mudo de la situación hasta que intenta consolar a Ju Dou y entre ambos surge un amor prohibido y apasionado, cuyo fruto es un niño. Obligada por el anciano a mantener en secreto la condición del bastardo, la mujer deberá afrontar su difícil situación y los rumores de la comunidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ju Dou aka
- Año: 1990
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
7.8
36 valoraciones en total
Una película incómoda de ver por directa, inquietante y morbosa. Por todo esto creo que no es demasiado valorada entre los seguidores de Yimou. Pero a mí me encantó, incluso más que La linterna roja . Nunca podré olvidar al viejo moribundo colgando en su cubo mientras se escuchan los gemidos de su mujer y su sobrino, ni la relación entre el hijo bastardo y su verdadero padre. El final es desgarrador.
Una visión del matrimonio y del adulterio en la China rural muy cruda, quizás demasiado para algunos.
Entre Edipo y las brumas de Shakespeare nos llega esta sórdida tragedia china. Zhang Yimou nos ofrece un oscuro, oscurísimo, retrato de la vida feudal en su país al tiempo que deslumbra con una de sus pasiones, la fotografía, tan virtuosa en los contraluces y sobreexposiciones como tenebrosa en los frecuentes claroscuros. Los apuntes de las costumbres tradicionales -el cónclave familiar para decidir lo que es correcto, la ceremonia del cortejo fúnebre, el comercio de esposas-objeto, el trabajo en la tintorería, con esas inolvidables telas ondeantes- se entretejen con los avatares íntimos del cuarteto protagonista: el viejo marido, tan déspota y cruel como miserable (la mezquindad hecha parálisis), el sobrino bobalicón y casi perfecto, el terrorífico niño de piedra y, claro, la bella Ju Dou, una semilla de crisantemo que jamás llegará a florecer. La atmósfera de morbidez que lo impregna todo nos asfixia desde el inicio con la continua sensación de que la pareja de amantes está maldita. La suerte está echada. O sea, un Shakespeare de tragedia negra con acento mandarín.
Drama duro, sobrio, áspero, pero sin llegar a ser agobiante para el espectador, con un guión solido, compacto y bien estructurado, que situa al amor como gran víctima, en el que el director sabe mantener siempre el interés, con un ritmo sostenido e intensivo cuyo climax se produce con el magistral deselance final.
La fotografía como siempre en Yimou, esencial en el relato, en este caso fria y aspera como la historia que nos narra, el único lujo que se permite son los planos de las telas llena de vivos colores, me gusta mucho como nos enseña las calles largas y estrechas del pueblo, así como la descripción que una vez más nos hace de la sociedad rural y de las tradiciones en China.
Película muy digna, recomendable para todos los aficionados al cine y a los del Asiático en particular con la que disfrutarán 93 minutos de buen cine.
Mucho antes de que las maravillas cinematográficas de Yimou fuesen impulsadas plenamente al mercado occidental, este consumado director se había dedicado de pleno a retratar la China profunda de principios del siglo XX en diversos dramas dotados de una calidad impresionante. Sus películas de finales de los 80 y de la década de los 90 suponen una exhaustiva, veraz, bella y cruda mirada a los diversos sectores sociales de la gente corriente, a sus formas de vida, sus costumbres y sus tradiciones. Antes de su reciente época de artes marciales, leyendas antiguas y rimbombantes y escenarios palaciegos pomposos hasta la saturación, Yimou nos había plantado delante de los ojos la vida pura y dura sin florituras.
En Ju Dou, semilla de crisantemo , afronta la temática de las jóvenes que se veían obligadas a casarse por conveniencia (temática a la que ya había recurrido en Sorgo rojo y a la que volvería a recurrir en La linterna roja , aunque siempre desarrollando distintos matices), muchas de las cuales quedaban lastradas de por vida en un matrimonio cruel, si tenían la mala suerte de que el marido fuese un hombre déspota y violento. A Ju Dou, una muchacha dulce y bella en la flor de su juventud, la han cargado con esa losa. Pero muchas veces el destino ofrece vías de escape, ciertas compensaciones al sufrimiento, y ella las encuentra en un amor que está sentenciado a la imposibilidad de salir a la luz. En la cerrada sociedad en la que habita, el honor de la familia, la veneración a los ancestros, la estricta observancia de la decencia y la conservación de las tradiciones es un peso que los infieles enamorados siempre tendrán que sobrellevar.
Todos los actos tienen consecuencias y la felicidad más pura es efímera, sobre todo si el entorno se confabula para impedir que dicha felicidad se libere de sus cadenas.
Intenso drama romántico, sensual, doloroso y cargado de tensión, en el que todo termina obteniendo su castigo.
De nuevo el gusto de Yimou por contrastar los tonos ordinarios con colores chillones que son todo un regalo para la vista. De nuevo la estupenda ambientación de las típicas aldeas rurales, de las viviendas, de las calles. De nuevo somos testigos de los quehaceres diarios, de las costumbres, de las creencias y de las tradiciones. Tal vez sean todos esos rasgos del Yimou que muestra al pueblo llano, todos esos rasgos universales que hallan un eco común en todas partes, los que convierten estas obras del séptimo arte en algo tan cercano y emocionante, y los que las elevan al pedestal de los pequeños pero grandiosos prodigios que no se merecen quedar relegados al olvido ni a la indiferencia.
Gracias una vez más, Yimou, por todo lo que me has enseñado.
Auténtica joya de la filmografía de Yimou y del cine asiático, sin duda la más críptica y a la vez una de las más fascinantes de su obra. Yimou logra un trabajo complejo y enormemente simbólico que funciona en su sentido más pleno como metáfora social. Es por tanto la película de su director en la que menos importancia tiene la trama dramática, que aún así está muy bien construida, pero que está supeditada a sus intenciones. Obra presidida por la sutileza y un cuidado casi obsesivo por el detalle, Yimou nos sumerge en un mundo con lenguaje propio, de una marcadísima personalidad en cada elemento que la compone. La impronta visual del director hace que sus imágenes estén cargadas de una equilibrada mezcla de belleza, fuerza y poesía, con especial cuidado en el uso del color, pero sin perder de vista en ningún momento la carga dramática de los personajes. Se beneficia de estar bien interpretada en conjunto, aunque sobresale una vez más Gong Li, simplemente impresionante. Ju Dou es un peldaño destacado dentro de la etapa más fructífera y brillante del director (sin menospreciar al resto de su obra). Una película esencial de en la década que hará las delicias de los aficionados a la obra del Yimou intimista y de cualquier amante del cine. Una obra magistral.