Johnny y sus amigos: Una difícil elección
Sinopsis de la película
En el comienzo de su primer curso universitario, Kyosuke (Johnny) y Madoka (Sabrina) caminan juntos por el campus de la universidad Waseba. En su camino hacia la secretaría, un comentario pasajero envía los recuerdos de Kyosuke a los días del verano anterior… aquellos días, donde estaba Kyosuke estaba inmerso en los preparativos de su examen de ingreso universitario. Aquellos días, donde él y Madoka, finalmente supieron mostrar sus auténticos sentimientos. Aquellos días, cuando Kyosuke trató por todos los medios, de no romper el corazón de Hikaru (Rosa). Quiero volver a aquel día , el agridulce final de la estupenda serie de televisión, cuenta el desenlace del triángulo de amistad y amor protagonizado por nuestro protagonista, Kyosuke Kasuga, y dos chicas, la alegre y juvenil Hikaru y la reservada y sugerente Madoka.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kimagure orenji rôdo: Ano hi ni kaeritai (Kimagure Orange Road: The Movie) aka
- Año: 1988
- Duración: 68
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Opinión de la crítica
7.2
86 valoraciones en total
Para mí resulta muy enigmático comprobar que, por un lado, muy pocos de los de aquella generación (sí, los que nacimos en los 80 y sobrevivimos) repararon si quiera en la existencia de la serie anime JOHNNY Y SUS AMIGOS, que la Telecinco de esos tiempos -la maravillosa cadena de BIOMAN, CABALLEROS DEL ZODIACO, PRESSING CATCH y BENNY HILL- tuvo a bien emitir entre 1992 y 1995 aproximadamente, sin una sola reposición que yo haya sabido desde hace veinte años.
Y por otro lado, que ese 1% escaso de la población infantil / púber que se asomó a la tele para disfrutar las románticas aventuras de Kyosuke Kasuga (el nombre original del protagonista), quedó irremisiblemente prendado de ellas. Es una serie que pasa discreta, por su estilo y naturaleza, y que sin embargo atrapó a todos los que la vieron en su momento. ¿Motivos importantes? Pues ea, que es un poco un misterio. Pero si os place, me entretendré un poco especulando las posibles causas de tan impactante (aunque soterrado) éxito.
Bueno, sobra decir que cuando yo me enganché a JOHNNY cual agüeloncha a un culebrón siestero, y teniendo diez añitos de edad, dicha adicción no era lo que se dice publicable en el entorno en que me movía por aquellos entonceses. El susodicho entorno era un puto pueblo de mierda lleno hasta la bandera de palurdos reprimidos, así que fuera de OLIVER Y BENJI, CHICHO y naturalmente BOLA DE DRAGóN, la culturilla manga que ya empezaba a germinar en nuestro país tampoco tenía demasiados adeptos.
Para mí, una razón de vital de importancia en cuanto al éxito de la mangafilia incipiente de los 80-90 era la maravillosa costumbre (perdida para siempre, por desgracia, y me da igual lo que me vayan a decir los listillos) de castellanizar los nombres de los personajes. En mi universo particular de color y fantasía, Ryo es COQUE, Hazuki y Takiki son JUANA Y SERGIO, ¡y por todos los diablos, yo no voy a llamar a LICIA Yakko Mitamura! Entre otras cosas, porque entonces aquellas increíblemente cojonudas canciones de opening ya no tendrían sentido. De haber tenido que escuchar Kyosuke, Madoka, Hikaru, Kurumi, Manami y Yuusaku en vez de mis amados (y recordados por siempre) Johnny, Sabrina, Rosa, Tamara, Manuela y Roberto, estoy seguro que los dibujos no me habrían llamado tanto la atención.
Otro gran motivo, es la calidad del anime en sí. Quiero decir, series de dibujos japos de rollo intimista, ya por esa época hubo bastantes. Me viene a la memoria, por citar un par de ejemplos, BATEADORES (para los pedantes, TOUCH), en donde el triángulo amoroso entre Bárbara, César y Carlos hizo las delicias de las treceañeras de entonces. Simultáneamente, la melosa JULIETTE JE TAIME (MAISON IKKOKU) hizo honrosa aparición (si bien muy exigua), RANMA llegó poco después y usó la misma fórmula aunque más pícara (hablamos de muchos años antes a la fiebre de LA FAMILIA CRECE). Y sin embargo, ninguna de esas series me produjo especial interés. O sea, las veía, por supuesto: yo de pequeño era un devorador de dibus, y si procedían del lejano oriente, más voraz me volvía.
Pero el toque con que nos enamoró KIGAMURE ORANGE ROAD, fue algo distinto. Johnny era un tipo muy tímido, muy retraído (todos los frikys de la época, por definición, lo éramos también), y el elemento de identificación con el personaje estaba ahí. Luego, le sucedía que la vieja fantasía masculina de encandilar a las dos chicas de ensueño, antitéticas entre sí, pero complementarias en nuestro deseo interior (la rubia alegre y la morena seria) se manifestaba ante él sin tener que mover un dedo. Por tanto, la serie tenía algo que nos ocurría y algo que deseábamos que ocurriese, una combinación casi siempre ganadora.
La pincelada final a este fino y seductor pastel era que magia sabe hacer, pues todo hace mover, mi amigo Johnny con el pensamiento… Efectivamente, los poderes mentales de la familia de Johnny, que conforme avanzaba la serie, tenían menos y menos relevancia, y que como pieza desestabilizadora y creadora de equívocos embarazosos y entrañables, funcionó a su manera durante un tiempo. Más tarde, ya no fue necesario tratarlos más.
En cuanto a su versión impresa, diré que yo solamente me he enganchado a dos mangas en mi vida: Orange Road (porque cuando Norma los publicó inicialmente, el Kigamure no venía por ningún sitio), e IS de Masakazu Katsura, ambos de tono sensible . En el caso de KOR, debo decir que el trazo era muy sencillo, próximo a lo cutre. Pero a pesar de que mediaron algunos años entre el enganche al Johnny televisivo y al de papel, reconozco que esa magia difícil de concretar también estaba presente en el cómic. Básicamente, Izumi Matsumoto era alguien que conocía el corazón humano, y tenía especial tacto con la sensibilidad y emotividad adolescentes.
(Sigo en spo.)
Muchos nos preguntabamos en su momento e incluso ahora que narices tiene Kimagure Orange Road para ser ya no uno de los mejores animes en su género de la historia (que lo es) si no también el marcarte pasados los años.
En el momento que empece a ver esta joya en el mítico canal K3 compartia momentos con otros animes como Slam Dunk, Yu Yu Hakusho etc etc y entre tanto anime de pelea o deporte hizo su aparición un anime llevado de la mano de un joven Kyosuke y sus desventuras romanticas con dos chicas HIkaru y Madoka, en ese momento solamente hizo falta el primer capitulo para engancharme a los largo de sus 48 episodios sin dejarlo de ver ninguna tarde, por eso una de las claves es su momento de aparición en los 80 llevado de la mano del canal Telecinco (y su penoso doblaje) y ya después en los 90 donde si tuvo el exito que merecía, destacar ese punto como clave seguido de varios factores principalmente su historia donde veias un realismo acompañado de inocencia y dulzura y encima ambientado en los 80.
Con todo eso mencionado y apareciendo en el mejor momento nos encontramos una trama como destacaba antes muy bien llevada por el protagonista aportando ese toque de humor que a mi personalmente me hacía reirme sin parar por no mecionar también los momentos de Ushiko y Umao que son una pareja que aparece en momentos puntuales (segundos) declarandose su amor, si ya tenemos todo eso con un protagonista con poderes y luego sumémosle 2 chicas tan carismaticas cada una con su caracter como Kikaru y Madoka , pues ya lo tenemos todo para convertir este anime en una obra maestra que al menos para mi queda en la historia como algo que esta más lejos que un simple recuerdo de infancia.
Ya por último me gustaría centrarme en el OVA que nos acompaña, digamos que en el último capitulo de la serie podemos hacernos a la idea de que ha elegido a una de las dos chicas, pues bien en este OVA ya lo deja claro pero eso si, de una manera donde no hay cabiada al humor ya que apenas hay momentos cómicos centrandose más en un toque más dramatico y adulto.