Jodhaa Akbar
Sinopsis de la película
Historia de amor ambientada en el siglo XVI sobre el matrimonio entre el gran Emperador Mughal Akbar (Hrithik Roshan) y la princesa Rajput, Jodhaa (Aishwarya Rai Bachchan). El éxito político no significa nada para el emperador, y después de haber asegurado el macizo montañoso Kush Hindu, decide extender su reino desde Afganistán hasta la Bahía de Bengala, y desde los Himalayas hasta el río Godavari. Mediante una acertada mezcla de diplomacia, intimidación y fuerza bruta, Akbar gana una alianza con los Rajput. Esta alianza no fue aceptada por todos. Maharana Pratap y muchos otros, siempre consideraron a Akbar como un invasor extranjero. De hecho, prohibió los matrimonios entre las familias Rajput que habían entregado a sus hijas a los Mughal. Pero poco le importaba esto a Akbar cuando se casó con Jodhaa, quien quiso fortalecer sus relaciones con los Rajput. Ella sin embargo se siente ofendida al ver que su papel se reduce a ser un peón político por medio de esa alianza, con lo que el mayor reto de Akbar, aparte de tener que vencer en sus batallas, será ganar el amor de Jodhaa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jodhaa Akbar
- Año: 2008
- Duración: 213
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Opinión de la crítica
6.7
70 valoraciones en total
En el siglo XVI, el subcontinente indio era un conglomerado de reinos, cada uno con sus propios momarcas, culturas, leyes, costumbres y religiones, que se enfrentaban entre sí para lograr mayor poder y territorios, ampliando así su importancia. Pero entonces llegó una fuerza procedente de Persia capaz de someterlos a todos bajo su yugo si no pactaban obediencia pacíficamente, y que pretendía unificarlos a todos bajo el mando de sus magnánimos emperadores y señores, los Mogoles, y entre ellos Jalaluddin Mohammad Akbar. Con el Islám como credo y un multitudinario ejército fueron consiguiéndolo poco a poco, empleando primero emisarios que buscaban su rendición y capitulacion mediante la diplomacia, y en caso de negativa haciendo uso de la fuerza. En este proceso, los enbajadores de Mughal Akbar llegaron a la corte de uno de los reyes rajputs, en la que estaba la princesa Rajkumari Jodhaa, a la que su padre entrega en matrimonio al poderoso emperador para asegurar el apoyo mutuo de sus reinos. Sin embargo este matrimonio es una cuestión delicada, ya que los rajputs consideran a los mogoles como extranjeros, al no profesar el hinduismo como ellos y no observar las mismas costumbres.
De nuevo Gowariker consigue sumergirnos en un episodio nuevo de la historia de la India remontándose varios siglos atrás en esta superproducción, como ya hizo con la situación actual en Swades (2004) o con la época de la colonización británica en la nominada el Óscar Lagaan ( 2001). Mostrándonos en el presente caso cómo la intolerancia que procesaban muchos de los gobernantes locales hacia otros religiones era en ocasiones la causa de sus rencillas y conflictos, mientras que los mogoles consiguieron que la unión venciera al respetar los distintos credos de los habitantes de sus dominios, y probar que la unión y la convivencia era posible con el matrimonio de su señor con una hindú rajput.
Sigue en el spoiler
Y se resarció del bodrio australiano y montó un circo de tres carpas con elefantes enjoyados, príncipes enjoyados, princesas enjoyadas, palacios enjoyados y villanos…¡coño! ¡los villanos no van enjoyados!.
Y tomó a dos cañonazos llamados Aishwarya Rai y Hrithik Roshan y los situó en parajes de auténtico ensueño y rodeados de lujo asiático y con un poquito de Devdas y otro poquito de Tigre y Dragón y una miaja de Cecil B. De Mille y venga sí, tambíen de Ridley Scott en su vertiente medievo-festivo, la montó bien montada. Y le dio a las batallitas: las del bello rey Akbar para unificar y controlar todo el Indostán y las de la no menos bella Jodhaa por sobrevivir a intrigas palaciegas y suegras postizas de intenciones más que dudosas.
Y la verdad es que no fue Baz, sino un señor hindú llamado Ashutosh Gowariker que se lía la manta a la cabeza y rueda una epopeya de mayestático poderío, con todo el despliegue del que Bollywood puede disponer (que es mucho), con ejemplares escenas de batalla, sin cámaras epilépticas, ni soldados que pelean a x10, sólo el sonido seco y metálico de la espada contra la espada, el sigilo afilado de las flechas y el retumbar de los elefantes sobre el desierto de la matanza.
Banda sonora por supuesto de Rehman, lujo al que no pueden acceder muchos. El John Williams hindú no ofrece aquí su mejor banda sonora (que de momento sigue siendo la de Lagaan ) pero hilvana una partitura hermosa, reflexiva y exótica que hará las delicias de los amantes de ambientes. Poco importa que nos perdamos ante las complejidades, los dimes y diretes del convulso periodo histórico en que se desarrolla la historia, porque estamos, señores, ante un espectáculo a lo grande, de una manera que sólo podría definirse como deliciosamente anticuada. Y en dónde sino en una película de Bollywood podríamos ver que la protagonista se despereza por la mañana de su cama, ataviada no con un camisón, sino completamente vestida y ya cubierta por un arsenal de oro, perlas y rubíes.
Una bestialidad, tan brillante por partes como irregular en su conjunto. Pero eso sí, Bollywood en su mayor e inimaginable esplendor se come con patatas a cualquier megaproducción americana. Palabra de Shiva.
Ya casi llegando a las tres horas y media de proyección se tiene la sensación de que si la película seguiría dos horas más, uno no la abandonaría. Hay una hipnotismo a base de espectacularidad (tomada del cine clásico de aventuras de Hollywood pero también hacen acordar a Zoltan Korda), potencia visual (el uso de los colores que parecen combinados por un revitalizado Vincente Minelli) y una banda sonora potente con canciones muy pegadizas que envuelve al espectador y no lo suelta hasta llegar al final de una película que tuvo por lo menos dos clímax ante del último fotograma.
Un estallido de vitalidad, con todos los condimentos para disfrutar de punta a punta.
Si algo resalta de Jodhaa Akbar es su tremenda producción. No sé cuánto se gastaron en presupuesto (me gustaría saberlo) pero hay detalles impresionantes como, por ejemplo, elefantes peleando, elefantes enjoyados, decoraciones de los palacios de otro nivel y, quizás lo más relevante y característico del cine indio, escenas de baile con al menos 500 bailarines en escena.
La película comienza con una escena de guerra con miles de soldados batallando de un lado o del otro, con partes bien sangrientas y el detalle de los elefantes aplastando gente. Nunca lo había visto.
En fotografía y en decoración, un 10 por donde se le mire. Argumentalmente también. La historia de amor está muy bien contada y el casting también es valorable, cosa que en algunas películas indias no siempre resalta.
Aunque la película dura 3.20 horas, vale la pena verla. Es una película Bollywood por donde se le mire y ese es quizás el mérito: puede acercar perfectamente al público común y corriente con el cine indio, que por estos días es de una gran calidad.