Invasión
Sinopsis de la película
Aquilea es una ciudad asediada por misteriosos invasores que pretenden apoderarse de ella. La indiferencia de sus habitantes les allanará el camino, sólo un pequeño grupo de resistentes, guiados por un anciano trata de impedir la acción de los invasores en una lucha desigual.
Detalles de la película
- Titulo Original: Invasión
- Año: 1969
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
6.9
97 valoraciones en total
¡Me parece una película excelente!, sobretodo en la forma en que esta filmada, editada, sus tiempos y ritmos, los cambios de cámara, sumamente detallista y con gran talento de Hugo Santiago. Los actores también están fantásticos, sobre todo Murúa, Zubarry y Paz. Es una película marginal en nuestro país, un poco por el momento en que fue hecha, por que fue secuestrada por los militares, y otro tanto por que el director mismo se exilio en Paris, quedando casi desconocido para el público en general. Esto genera que no tenga aún el lugar en la historia de nuestro cine (argentino).
No hay un punto de partida tan estimulante para construir alegorías políticas como el de las distopías e incluso más allá, no hay punto de partida tan estimulante para construir alegorías políticas como situar a un grupo de personajes cercados por una amenaza invisible que todos pueden ver menos el espectador: el reto a la imaginación es gigantesco y no siempre es necesario conocer el contexto sociopolítico de la obra para extraer gran parte de sus posibles significados. Así lo demuestran distopías del desencuentro con el enemigo como la que da título a esta crítica, una excepcional novela de Coetzee, El desierto de los tártaros de Buzzatti o Ensayo sobre la ceguera , de ese escritor viejo del que siempre me olvido el nombre pero que creo que era portugués.
Como producto del trabajo conjunto de Borges y Bioy Casares, quizás los más insignes exponentes de la burocratización de la fantasía, nace Invasión , la historia de la resistencia de unos pocos contra la persistencia de unos invisibles, intocables e implacables muchos. ¿Quienes son esos muchos? ¿el gobierno, un ejército de conquista, la Nada, el progreso, el inmovilismo? Sea como sea, hay que centrarse en el avance de esa facción ridículamente heroica, bajo el mando del viejo don Porfirio, a través de una ciudad poblada por sombras en la que ellos parecen portar la única antorcha de clarividencia: Aquilea es una tumba, pero nunca sabremos del todo qué es lo que se ha enterrado ahí.
Como es natural, Invasión es literaria hasta la médula. De hecho, el guión es tan literario que casi no es guión, con la consecuente defunción de ritmo en la mayor parte de la obra, que se mueve entre somnolienta y asustadiza durante la mayor parte del metraje, como si acabara de estar muy segura de lo que está contando y sobre todo, cómo lo está contando. Ese titubeo de origen machaca la obra que podría haber sido notable si no hubiese tenido tan clara vocación de interesante. Lo mejor, sin duda, es la mezcla entre ciencia ficción y aire descaradamente porteño que convierte Invasión en una rareza quizás no excelente pero desde luego, única.
Invasión, de Hugo Santiago. Maravillosa película de un director argentino, desconocido en su tierra. Casi toda su producción permanece inédita en la Argentina.
El guión cuenta con la colaboración de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Todo un desafió si pensamos en dos grandes escritores, que a diferencia de Faulkner o Chandler que trabajaron para la industria de Hollywood, estos dos escritores incursionan en el cine hecho en argentina, casi de manera artesanal.
Quien observe desprevenido los títulos podrá pensar en la literalidad del film, sin embargo nada de esto ocurre. Santiago, quien colaboró con Robert Bresson, recurre al lenguaje cinematográfico, no al espacio literario. Aunque un lector de Borges no dejará de buscar símiles o claves de su escritura.
El film aborda el relato paranoico o, por que no, la ficción fantástica a la manera de Oesterheld en el Eternauta, aunque sin una presencia de seres de otro espacio, o del mismo cuento Sur de J.L. Borges. El relato se ocupa sobre la resistencia. Dos grupos distintos, sin ninguna conexión entre sí, dirigidos por un mismo hombre, se preparan para resistir. El amor aparece en la lucha.
Si uno no fuera argentino y conociera el fervoso sentimiento antiperonista que dominaba a Borges, se atrevería a decir que es posible leer la película en clave histórica. En donde dos grupos generacionalmente distintos encarnan la resistencia a la dictadura cívico-militar, responsable de los bombardeos sobre población civil y los fusilamientos, con métodos disímiles también. Un relato que da cuenta del ascenso de la juventud a la resistencia peronista, ante la caida y perdida de los primeros grupos organizados que resisiteron el inicio de la revolución fusiladora . Pero todo esto es imposible, porque Borges nunca realizaría un relato épico que rescatara a los héroes de la resistencia.
Una maravillosa película de género, con notables actuaciones de Lautaro Murua y Olga Zubarry.
Cinta de medias palabras e insinuaciones ocultas, criollas. Suposición porteña de lo que habría de llegar. Un noir albiceleste y hechicero con pulso de secreto, que nos habla con pesimismo de la convicción de vivir los ideales aun sabiéndolos fracasos. Nos habla de faros de coche esperando, como colmillos de lobo con sus luces.
Película de minuciosa realización, aunque humilde, que incide en ese elemento de distancia que tiene lo sabido y no pronunciado. Distancia, también, generada por el efecto de la palabra escrita arrastrando las frases e incluso la estructura de escenas hacia la literatura. Ya lo comenta la crítica que me precede (Neathara).
Hugo Santiago, en ese sentido, intenta dotar de nervio a los planos en exteriores –secuencias de acción aparte– potenciando las pausas y un montaje abrupto, seco, que subsane a empellones el protagonismo del papel escrito mediante panorámicas profundizando en la continuidad de la toma. Dar así gestualidad a la imagen y al espacio fotografiando una madrugada que apunta a ciudad tomada. Juega también con diversos encuadres en espacios cerrados con el mismo propósito: insuflar planos detalle y expresividad visual a un guion de irremediable propensión literaria, que no cinematográfica. Irremediable e impagable inclinación, se podría –según cada uno– decir también.
Al final, me quedo sin saber cuál es el barco de cabotaje de esta película. Empate técnico, supongo, entre la imaginería visual que estira las secuencias de asesinatos, desgranándolas a ritmo de goteo, y esa miscelánea verbal más propia de narradores omniscientes que de guion de cine.
Por lo demás, sensación de entretenimiento de amigotes, invención para pasar el rato como cuando los autores de esta historia reunían antologías de cuentos de terror. Pero, claro, cuando los que se juntan son Bioy Casares y Borges –esta vez sin la señora del primero– la cosa, necesariamente, acaba en un pedazo de expresión artística que toma cuerpo con el tiempo a través de diversas lecturas, indagando en el agitado presente de una ciudad, un país –pueblo, casi, diría–, y avanzando entre otras cosas –de ahí su vigencia, no es una denuncia de algo concreto, sino una trama de género fantástico– un futuro de torturas argelinas con augurios fatalistas como este…
Vendrán los cuatro balazos
y con los cuatro el olvido,
lo dijo el sabio Merlín:
morir es haber nacido .
(Milonga de Aníbal Troilo y Jorge Luis Borges)
milonga.
1. f. Composición musical folclórica argentina de ritmo apagado y tono nostálgico, que se ejecuta con la guitarra.
2. f. coloq. Engaño, cuento.
3. f. coloq. Arg. Discusión o riña.
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Película de notoria influencia literaria, como no puede ser menos con argumento de Bioy Casares y Borges, y guión de este último y el director. Extrañamente esa influencia se deja notar menos en los diálogos que se arrastran y arrostran, primando el silencio.
Serie B de tonos oscuros, en la que la acción consiste en unos Men in Black luchando contra los Men in Grey, que lógicamente están más difuminados.
El descreimiento político de Borges y Bioy Casares impregna toda la fábula. Pero adobado con nostalgia argenta que evita el resentimiento. No sé profundiza en las razones de la riña, es lo de menos. Lo importante es luchar. La mayoría es indiferente, y la minoría mata y muere aunque sea por un cuento chino, no importan las razones ni el bando. Si se pierde se busca otra frontera, y a volver a luchar… de otra manera. Hay que porfiar, piensa Don Porfirio.
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«Los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles» (Jorge Luis Borges)