Incierta gloria
Sinopsis de la película
Año 1937, en el Frente de Aragón, en plena Guerra Civil Española. Lluís, un joven oficial republicano, destinado a un puesto temporalmente inactivo en un páramo desierto, conoce a una enigmática viuda de la que se enamora.
Detalles de la película
- Titulo Original: Incerta glòria
- Año: 2017
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6.1
85 valoraciones en total
Las criaturas de Incerta glòria se mueven por un páramo muerto de la Guerra Civil Española. Ambos bandos están preparados para abrir fuego, pero el frente se mantiene inactivo. Unos dicen que todo obedece a una maniobra de Franco por alargar ad infinitum la contienda. Otros, los verdaderos protagonistas, desfilan entre trincheras y ruinas sabiéndose cuerpos inertes, almas en pena y en espera. Lo dicho podría ser también una descripción de toda la trayectoria de Villaronga, un cineasta que prefiere quedarse en la retaguardia para explicar los conflictos de los humanos (también de los dioses, si los hay), sin ninguna mención a las efemérides que llenan los libros de Historia. El mallorquín centra su atención en ese espacio donde todo está por escribir y donde la gloria se intuye utopía. La trastienda bélica es, a la postre, un mero contexto, una metáfora escenográfica que llena la historia de fantasmas y supervivientes. En el epicentro de Incerta glòria gravita una mujer enlutada y dos jóvenes que dan tumbos bajo el influjo de esa fémina pérfida, víctima y verdugo según la escena. A modo de satélites tenemos distintos personajes, algunos salidos de un cuadro costumbrista. Y entre todos ellos, cual tramoya invisible, aflora la capacidad de Villaronga por describir la hostilidad, la virulencia y la locura de unos seres que, de nuevo, han sido diezmados antes de iniciar el asedio. Porque no estamos ante un relato de guerra sino de terror. En él no vemos pobreza sino miseria. En esencia, un cuento sobre la derrota y el desfallecimiento. Con unos actores técnicos y artísticos que, desde ya, merecen todos los galardones que se tercien. En pocas palabras, una película claramente hermanada con Pa negre, un paso más de Villaronga por conseguir una gloria que, en su caso, dista de ser incierta.
@CinoscaRarities, http://cachecine.blogspot.com
Hay dos ámbitos que anidan en el meollo de esta obra: una notable historia sobre el horror y el hedor de la guerra civil y una destartalada e inverosímil tragedia sobre unos personajes extremados que se suponen que encarnan tanto la suma pureza como la suprema bajeza del ser humano (vamos, el enfrentamiento inexorable e irreconciliable entre el bien y el mal en estado puro). Lo primero produce admiración mientras que lo segundo genera indiferencia y tedio. ¿A qué se debe esa contradicción tan abrumadora y tenaz? Resulta difícil resumirlo, pero al menos lo vamos a intentar.
La recreación histórica y el esfuerzo por poner en pie una época tan deleznable como fatigada son dignos de admiración. Pocas veces el cine español ha sabido utilizar tan bien los decorados y el vestuario para resucitar el advenimiento de la encarnizada infamia de una contienda que más allá del enfrentamiento de ideologías totalitarias de diferente cuño supuso el despliegue de brutalidades y truculencias que conmocionaron la sufrida piel de toro durante décadas y cuyos ecos bárbaros y desdichados aún reverberan en nuestro penoso presente desolador. Pero tanto esfuerzo resulta baldío y extemporáneo, ya que supone un empeño que se agota en sí mismo, al no servir más que a lo anecdótico y superficial, ya que el relato adolece de tantas carencias y arbitrariedades que produce hastío y desinterés en el espectador.
Porque el relato en sí es tan rebuscado e inverosímil, tan excesivo y enfático, tan truculento y siniestro que no engancha en ningún momento y no cala hondo por quedarse en la exposición de una trama epidérmica y fatalista que parece que se contenta con la mera provocación en vez de explorar los claroscuros y sutilezas psicológicas de unos personajes tan iracundos como desbocados. La mera acumulación de fango y podredumbre, de inmoralidad y arribismo, de mezquindad y ambición no bastan para interesar al estragado público que hubiese agradecido una crónica más sosegada y mejor construida, en vez de asistir al advenimiento del averno en forma de ángel exterminador o de emponzoñada mujer vengadora de agravios insepultos y de abusos bochornosos.
En fin, no cabe duda que asistimos – empachados y confundidos – a una pieza de cámara muy cuidada, que trasciende el manoseado encuadre que la vehicula pero emborronada por su exceso de autocomplacencia y tremendismo que resulta más cansino que admirable. No basta con tener una mirada ecuánime y lúcida hacia los atropellos que algunas personas causan a sus semejantes, se requiere también de cierta mesura y cariño para hacer creíble la ignominia y la violencia que refleja. El buen reparto – sobre todo Núria Prims y Luisa Gavasa – naufraga en su propósito de seducirnos y arrastrarnos hasta los confines de la náusea. Un delirio tan voluntarioso como fallido.
Cuando uno puntúa tan bajo una película que parece que gusta a todo el mundo, da la sensación de que se pretende llamar la atención o llevar la contraria. No es el caso.
No he leído la novela, pero entiendo que la historia debe fluir con cierta lógica, con los tiempos bien marcados y sin dejar cabos sueltos. Es decir, supongo que el libro de Joan Sales es creíble y que el relato es sólido.
La película no tiene ningún sentido, la narración es deslavazada y los personajes acaban resultando ridículos. Cuando las miradas esquinadas, la teatralidad y el histrionismo no vienen al caso, se cae en el absurdo.
Yo no me creo nada de esta historia, todo me resulta artificioso, rebuscado y mal resuelto. Las actuaciones son malas, seguramente porque también lo es la dirección, y en el caso, entre otros, del capitán, directamente sonrojantes.
La facilidad en cruzar líneas enemigas, de desplazarse en zona de guerra con más rapidez que utilizando una autopista, de pasarse al enemigo, de condensar las cuatro estaciones en una (igual cae una tormenta como nieva como andan en manga corta o se bañan en el río, que parece que el cambio climático se anticipó y concentró en los Monegros en 1937), convierten este relato en un folletín con algo de comedia de enredo.
Mención aparte merecen los disparates como llamar fachas a los fascistas, cuando en aquellos tiempos esa palabra no existía en el sentido actual, utilizar el catalán como lengua de uso común en el ejército republicano, sacar a dos risueños soldados moros que allí no pintaban nada, y alguna astracanada más en este plan.
Solo decir que la pelicula tiene puntos muy positivos a mi parecer, La presentación de las escenas, los personajes, la trama, la ambientación, el guión entendido como ejercicio literario (las conversaciones son elevadas, a veces suenan un poco falsas por ello pero son jovenes cultos entiendo). Es original en su aproximación a la guerra como desesperación y supervivencia. Es recomendable.
Pero… Tiene deslices de vocabulario anacronico, sobre todo la palabra fachas y en un momento se oye para nada que me dejó perplejo.
Y sobre todo precisa que la doblen de nuevo, es una pena dejarla así
Como ya se ha afirmado en otros comentarios, técnicamente esta película es aceptable y algunos actores secundarios, como Terele Pávez, Juan Diego e incluso Ernando Esteso, se comen la pantalla en las escasas secuencias donde intervienen. Por lo tanto, me limitaré a comentar algunos detalles ilógicos, que no entiendo cómo a un director de esta talla le pueden pasar inadvertidos.